Las afectadas denuncian que pasaron «muchísimo miedo», como si las hubieran «mandado al matadero». Ellas han decidido alzar la voz mientras la RFEF calla a nivel oficial: no ha emitido ningún comunicado sobre lo sucedido y ni el organismo ni su presidente, Rafael Louzán, han condenado públicamente los hechos
Familiares y aficionados del Mallorca denuncian “acoso” y “tocamientos” en la Supercopa que se juega en Arabia Saudí
“Lo que debía ser uno de los días más felices de nuestras vidas terminó empañado por la angustia y el miedo”. Cristina Palavra, pareja del futbolista Dani Rodríguez, define así los momentos de inquietud que atravesó junto a otras mujeres cuando, a la salida del estadio King Abdullah de Yedah (Arabia Saudí) tras disputarse el partido de Supercopa entre RCD Mallorca-Real Madrid, sufrieron el acoso y los tocamientos por parte de espectadores locales que comenzaron a increparlas con el pretexto de hacerse una foto con ellas. Ellas han decidido alzar la voz mientras la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) calla a nivel oficial: no ha emitido ningún comunicado sobre lo sucedido y ni el organismo ni su presidente, Rafael Louzán, han condenado públicamente los hechos.
Desde que tuvo lugar el episodio, el organismo sí ha realizado declaraciones a varios medios especializados. Y este martes, fuentes de la RFEF aseveraban a elDiario.es que hay que “diferenciar bien” entre “acoso, que siempre se vincula a lo sexual”, y “un agobio”, que fue lo que, añaden, sintieron las afectadas cuando se vieron abrumadas por el “tumulto”, a pesar de que familiares y aficionados del club bermellón refirieron tocamientos a las mujeres. “Se mezcla un poco lo que han dicho unos y otros”, recalcan.
Desde la Federación aseguran que desde que se produjo la situación “se estuvo en contacto siempre con el Mallorca para ver cómo había ocurrido y se informó a las autoridades saudíes”. “Lamentamos evidentemente que alguien se haya podido sentir de esa manera, pero tampoco tenemos muchos más datos aparte de lo que dicen los propios afectados”, recalcan desde la RFEF, que califica el suceso de un “hecho absolutamente puntual” dada la elevada seguridad que, alega, proporciona el país en este tipo de eventos. La Federación estima en más de 1.500 policías la seguridad que había en semifinales, una cifra que ascendió a cerca de 2.000 en la final de la Supercopa que disputaron FC Barcelona y Real Madrid.
“Había muchas mujeres y niños y a veces se producen situaciones en el fútbol que nos pueden resultar no demasiado agradables”, inciden desde el organismo, que insiste en que lo sucedido a la salida del estadio fue “una cosa puntual que ya está zanjada”.
Mientras sus responsables se abaten -oficialmente- en el mutismo, la Federación emitía este lunes una nota de prensa en la que, lejos de hacer mención a los hechos, manifestaba que, desde la llegada de la Supercopa de España al país asiático en 2020, el impulso dado al fútbol femenino se manifiesta desde la base “con formación, análisis, metodología y formación física para las entrenadoras además de buenas instalaciones y equipamientos para las jugadoras”. “La apuesta de Arabia Saudí por el fútbol femenino es total”, recalcaba el comunicado en boca de la seleccionadora española Ana Ecube.
Jugar la Supercopa en un país que vulnera derechos
El episodio ha generado severas críticas desde distintos ámbitos en torno a la seguridad de las aficionadas y de las mujeres en general en Arabia Saudí, teniendo en cuenta, además, que ésta también albergará la Copa del Mundo de 2034. De acuerdo a los análisis de Amnistía Internacional, la vulneración de los derechos humanos y de los migrantes está a la orden del día mientras se suceden continuos ataques a la libertad de expresión, detenciones arbitrarias, juicios sin garantías, torturas y discriminación de las mujeres y el colectivo LGTBQ+.
El suceso ha reabierto asimismo la polémica acerca de la decisión del expresidente de la RFEF Luis Rubiales de llevar la Supercopa al país árabe fruto de un pacto que en la actualidad se encuentra bajo investigación por presuntos delitos de corrupción en los negocios y administración desleal.
“Jugar la Final Four de la Supercopa de España es un orgullo inmenso y un capítulo inolvidable en la trayectoria de mi marido. Por eso, cuando llegó ese momento tan especial, no dudamos como familia en embarcarnos en un largo viaje hasta Jeddha. Era la oportunidad de estar allí, acompañando a Dani Rodríguez, porque estos son los momentos que siempre sueñas con vivir, los que te hacen sentir que todo el esfuerzo ha valido la pena”, manifestaba Palavra este lunes en su cuenta de Instagram. El equipo bermellón acabó perdiendo las semifinales, pero el incidente sufrido por las parejas de los futbolistas terminó por empañar cualquier atisbo de felicidad por haber participado en la competición. “Cuando salimos del partido, en lugar de sentirnos seguras, vivimos momentos de verdadero pánico”, relata Palavra.
Y continúa: “No solo nos acosaron a nosotras con los móviles, rodeándonos mientras yo llevaba a mis hijos pequeños en brazos, sino que también pegaron collejas a algunos aficionados. Pasamos muchísimo miedo, como si nos hubieran mandado al matadero, expuestos a una situación que nunca debería haberse permitido. Nos decepcionó profundamente la RFEF”.
Cristina Palavra: “Parece que el dinero pesa más”
Sin embargo, Palavra asegura que en ningún momento sintieron que se les protegiera ni se tomaran las medidas necesarias para garantizar la seguridad de los aficionados que, como ellas, habían “viajado lejos de casa para disfrutar de un momento único”. “Nos quedamos con la amarga sensación de que fuimos desamparados cuando más necesitábamos apoyo y organización. Es difícil entender cómo un torneo tan importante para el fútbol español se juega tan lejos de nuestra tierra y, más aún, cómo parece que el dinero pesa más que las vidas de quienes deciden viajar para apoyar a sus equipos”.
La afectada asevera que lo único que piden es que la afición, “esas personas que dan todo por amor al fútbol, sean protegidas y cuidadas, porque su bienestar debería estar por encima de cualquier interés económico”. “Nos quedamos con lo bueno, pero no podemos ignorar lo que pasó. La RFEF debe entender que no hay cifra que valga más que la seguridad y la tranquilidad de los aficionados. Nos dejó un sabor agridulce, pero también nos reafirmó en la importancia de alzar la voz para que el fútbol sea lo que debe de ser: una fiesta, un motivo de unión y felicidad, no de miedo e incertidumbre. Por mucho dinero que den, no hay que apartar la mirada”, sentencia.
Por su parte, la abogada María José López, una de las expertas más destacadas en la regulación del deporte femenino y los derechos de las deportistas, recrimina el hecho de que la Supercopa se celebre en un país en el que “no hay una igualdad real de derechos de las mujeres respecto a los hombres y en el que se falta al respeto y a la dignidad de la mujer por el hecho de ser mujer”. Partiendo de ese hecho, lamenta además los hechos sufridos por las parejas de los jugadores en un ámbito, el del deporte, que trata de proyectarse “como una confluencia de valores”, principalmente en un evento “tan mediático y referencial en todo el mundo”.
María José López, abogada: “No podemos aceptar esos comportamientos”
“Lo grave de estas cosas es cuando hay una discriminación por causa del género. Nosotros convivimos en un mundo globalizado en el que hay muchas culturas y muchas opiniones diferenciadas, y, por lo menos desde nuestra óptica, la occidental, tenemos claro que no puede haber discriminación por causa del sexo o género. No podemos aceptar ese tipo de comportamientos y, desgraciadamente, en países como Arabia no se da ese respeto”, abunda López.
La abogada, autora del libro Mujer, deporte y discriminación, recuerda “cuando el anterior presidente de la Federación [en referencia a Luis Rubiales] dijo que lo de Arabia Saudí nos iba a venir muy bien porque vamos a conseguir que haya igualdad y que la mujer no se sienta discriminada. Evidentemente, eso está muy bien sobre el papel, pero no es una realidad”. En este contexto, reconoce que, más allá de la labor de organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales, “es muy difícil que otro país trate de influir en un cambio de paradigma de otro país”. Por ello, para ser “coherentes”, aboga por establecer relaciones con otros Estados siempre que estos respeten unos principios determinados que se suponen universales“.
“A lo mejor a otras personas les daría igual reunirse con un dictador, pero yo no me reuniría con él hasta que su país cambie las reglas de juego y sea un país democrático. A veces se ha cambiado la realidad. Pero es muy difícil que un país trate de cambiar a otro país, su cuna y su historia”, sentencia.