Ya es oficial: barra libre para la desvergüenza

El asunto de Ayuso, el novio, MAR y el fiscal general, se estudiará como el golpe más chusco que sufrió este país. Y es que con el triunfo de Trump y en la España de siempre ya ha entrado en una total normalidad que se pueda mentir, avasallar, robar, incluso dejar morir y reírse de las víctimas, sin que tenga la menor consecuencia

El triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses ha hecho oficial la barra libre de la trampa en esta Era de la fuerza bruta en el escenario global que describía aquí Olga Rodríguez. Por supuesto que se fue gestando poco a poco y que no se hizo nada por impedirlo, incluso se le dio alas como hemos dicho muchas veces, pero el hecho es que ahora ya ha entrado en una total normalidad que se puede mentir, avasallar, robar, incluso dejar morir y reírse de las víctimas, sin que tenga la menor consecuencia dolosa. Trump, Musk, Vance y su delirante gobierno ya han contado sus planes, y hasta la UE, triste UE que también ha dado sobradas muestras de toda su inoperancia, se achanta. Y algo se podrá hacer, algo habrá de hacerse por fuerza. ¿Confiscar los bienes de los oligarcas que apoyan a Trump como se hizo con los rusos? Sí, ya sé que es una entelequia en el estado de sumisión de muchos países.

El matonismo está de moda. Y España es un país aventajado en la práctica. La derecha golpista que nunca se recicló –porque nunca se le castigó, ni siquiera se le exigió– estrena encantada las nuevas costumbres acreditadas ya de forma prácticamente oficial. La desvergüenza no enmascara nada bueno, ni lo necesita, siendo origen o parte de una cadena cuyo fin último es el daño para provecho propio. No hay mentira que no acarree un mal para otros –ya saben de la repugnante y famosa mal llamada picaresca española–. Es la fuerza bruta con un leve barniz.

La derecha española ya no necesita ocultar sus trampas. El complejo del que dispone ha sembrado de frivolidad y desconcierto, de gruesas trolas que pasan por verdades personales volitivas, un escenario en el que las víctimas van derechas al abismo, felices de su autonomía para hacerlo. Quienes así obran no son solo cretinos, han adquirido sobre todo el egoísmo que también preconiza la nueva Era. Cuando Trump, queriendo dañar a China, daña a Estados Unidos, piensa que con tal de que el otro no logre sus objetivos le basta. Es lo opuesto a la Teoría de Juegos del Premio Nobel John Nash que funcionó en otras épocas. 

A los egoístas de a pie lo que les importa es el yo primero. Mil veces me he preguntado cómo –al margen de la inacción de la justicia– millón y medio de votantes volvieron a elegir a Isabel Díaz Ayuso tras sus protocolos de la vergüenza. Le han comprado que se iban a morir igual, quieren creerlo, pero en el fondo no les importa lo más mínimo, mientras pueden ir a la barra libre del insulto con cerveza.

Nunca sabremos a ciencia cierta por qué tantos millones de personas se embarcan en el odio cerril que les inculcan y en elecciones de vida que les perjudican a la larga. Pero seguramente es el egoísmo con el consiguiente desprecio a los demás el principal motor de ese profundo desarreglo humano y social. Optar a ojos ciegas por la maldad pensando también en el propio beneficio tiene consecuencias, sin embargo.

Perplejos estamos ante el espectáculo que ofreció el Partido Popular este fin de semana aplaudiendo a rabiar a Mazón, el presidente de la Comunidad Valenciana. Todos, con Feijóo y Ayuso en cabeza, dándole su apoyo explícito, felicitándole por su gestión de la DANA. No damos crédito: estuvo desaparecido en las horas cruciales, su gobierno no se movió tampoco, no avisaron de las previsiones que sí tenían, se ha dedicado ahora a repartir el dinero de la reconstrucción entre empresas amigas, y todavía no sabemos dónde estuvo, ni con quién realmente, sí gozando lo suyo por el tono de la llamada a aquel alcalde… Mientras sus conciudadanos se ahogaban y tantos otros lo perdían prácticamente todo.

Que haya conseguido repartir culpas con el Gobierno de Sánchez se debe a toda esa labor previa de adoctrinamiento y al dinero –público–que dan a los medios que en lugar de informar están a su servicio, pero que no hayan salido miles de personas en toda España a correr a gorrazos al PP al completo por semejante mascarada, no es comprensible. Porque era una auténtica burla a las víctimas y es demasiado grave, demasiado insensible e inhumano.

No nos asombremos, no es la primera, ni la última similar. Está claro que en el PP truncan más carreras las cremas robadas que verdaderas tragedias mucho mayores. Y todo esto sucedía mientras está en marcha lo que parece un golpe para derribar al Gobierno. A algunos les hace felices, esperan los mismos parabienes que los inmigrantes en el país de Trump, que creen que a ellos no les alcanzará nada malo.

El que pueda hacer que haga, dijo Aznar –el de la guerra de Irak, las mentiras del 11M o el inflado de la burbuja inmobiliaria que arruinó a tantos ciudadanos– y vaya si han hecho y dejado de hacer. Y a nadie se le ha ocurrido ni inculparle por golpista. Santa inocencia mencionarlo, ¿verdad?, con tanto gran daño impune que atesora el PP en su gestión.

Lo que está ocurriendo con el novio –encausado por fraude fiscal y falsedad documental– de la presidenta de los 7.291 ancianos muertos sin asistencia médica se estudiará en las universidades como el golpe más chusco que sufrió un país llamado España. Quizás se estudie –si un día la humanidad recupera la cordura–; de otro modo, el futuro es bien complicado. Que esa poco ejemplar parejita, con sus pisos y negocios, se haya propuesto encarcelar al fiscal general de un Estado de derecho, por los emails enviados por un condenado por conducir en estado de embriaguez, bravucón y amenazante que ella usa de jefe de gabinete o viceversa, clama. Y que este sujeto que textualmente volvía a amenazar con un “p’adentro” al fiscal, como si fuera uña y carne con ese juez que solo le cree a él –aunque mienta– y a todos los interesados en el mismo objetivo…  es más de lo que puede idear la imaginación más calenturienta. Decía Rafael del Rosal –un hombre dedicado durante toda su vida a la deontología profesional de los abogados– que “lo peor del Régimen de Terror Judicial desatado es cómo le gusta hacer ostentación de su poder arbitrario: quieren que sepamos que las sentencias están dictadas de antemano y sin celebrar el juicio. Y que MAR es su portavoz”.

El punto de partida es si cabe lo más asombroso: esa justicia amiga y la prensa subvencionada por el PP presentan como algo crucial, casi un entramado terrorista, los emails desmintiendo un bulo de MAR –o de quien sean, que fueron de muchos–, que defraudar al erario de todos los españoles una notable cantidad de dinero. Es de lo que está acusado el novio de Ayuso y lo que asumió como real en los emails. Los que por cierto publicaron El Mundo y otros medios sin confirmar, porque era falso, un bulo.

Gran cuestión de Estado para esta justicia, vamos, ¡por favor! ¿Qué pretenden? ¿Librarle de los 10 años de cárcel que podrían caerle dada la cuantía de lo detraído a los ciudadanos? Ayuso sigue en olor de micrófonos asegurando que es un complot del Gobierno contra ella. El dinero defraudado pasó a la historia. Todo es posible en España, el país –se diría– con las más grandes tragaderas para la corrupción de todo el planeta, el que jamás recicló a los franquistas, el que consiente que políticos sucios rieguen con el dinero de los ciudadanos a medios que les engañen. Nada de todo esto sería posible sin esos seres que se tragan todo, soñando no se sabe qué futuro. O solo por el placer de hacer daño. La Asociación de la Prensa de Madrid ha elegido como mejor periodista del año a Vicente Vallés y a Fernando Ónega por toda una vida periodística, que tuvo sus cosas y, en la sección de Madrid, a Ana del Barrio de El Mundo, el medio que más dinero (nuestro) recibe de Ayuso, y a Irene Dorta de El Independiente, nada menos. Creo que con eso está dicho todo respecto a cómo funciona el periodismo oficial.

Ahora bien, Ayuso y su entorno de complicidad nos están mostrando lo que sería un gobierno de ella u otro del PP, ya vemos cómo funciona en su órbita la justicia y el periodismo. Lo que ya se avanza en los Estados Unidos de Trump, a la española. Y según muestra la experiencia, ese futuro con la derecha será sin sanidad pública suficiente o con el problema de la vivienda agravado. Pero, por favor, ¿es que no saben cuál es la política de vivienda del PP de toda la vida? La especulación. La burbuja inmobiliaria de Aznar y Rato –hoy condenado de nuevo por corrupto por cierto, este sí–. O los pisos de protección oficial que Ana Botella, como alcaldesa, regaló a fondos buitres donde trabajaba uno de sus hijos y que terminó por enriquecer a toda la familia. ¿Y de la invasión de la derecha latinoamericana en el Madrid de Ayuso y Almeida qué me dicen? ¿Quién ha subido los precios en Madrid?, un angelito que volaba por ahí, ¿no? El Gobierno ha presentado un plan, que ha de mejorar más para que funcione. Pero no tiene color con el especulativo neto del PP.

Estamos atónitos viendo lo que ocurre a ojos de todo el mundo, sin que quienes pueden hacerlo intervengan. Sí lo ha hecho la Asociación Progresista de Fiscales que atribuye al Supremo una “caza de brujas” en la causa contra el fiscal general “y denuncia que el juez Hurtado no presenta ”ningún indicio incriminatorio“ para imputar a García Ortiz. Hay silencios clamorosos al más alto nivel. Y es por eso, porque la mentira es la nueva normalidad con barra libre para la desvergüenza. Pero es imposible que no se pueda hacer nada, sino acatar y dejar que se vaya la democracia por un sumidero.

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