Los vaivenes del Constitucional

Un órgano tan desprestigiado y cuya calidad ha caído tanto en las últimas décadas, lo menos que puede hacer es fijar un listón sobre este tema que sea inamovible, razonado, lógico, único y que no pueda estar variando para arriba o para abajo como convenga, no ya a un partido u otro, sino a los mismos partidos según el momento

Mantén el honor y el orden en tu propia casa, y la República perdurará»

Gerald Ford

Habrán visto que el Tribunal Constitucional ha apartado a José María Macías de la deliberación sobre la cuestión de inconstitucionalidad presentada por el Tribunal Supremo respecto a la amnistía; aceptando así las recusaciones que se le habían efectuado por considerar que estaba quebrada su apariencia de imparcialidad. Macías fue el mayor bocachancla del extinto CGPJ en torno a la norma. No es que participara en realizar un informe jurídico contrario a la amnistía, que también, sino que hizo toda una peregrinación por medios de comunicación y chiringuitos para despotricar contra ella y contra quienes la promovían. Como tantos la consideraba inconstitucional, el mismo presidente del Gobierno un rato antes de precisar los votos de Junts, sin ir más lejos. No obstante, no se le aparta por este despliegue de activismo sino porque tuvo “una participación directa en el asunto del pleito” a través de su “actuación oficial” al participar en el preceptivo informe del CGPJ. 

Bien. No voy a entrar en si está bien apartado, al menos de momento. A mí lo que me importa reclamar ahora al Tribunal Constitucional es que decida de una vez si a setas o a Rolex, porque ya les vale. Lo que no puede ser es que la exigencia para la imparcialidad de los miembros del tribunal tenga más vaivenes que el Cantábrico con marejada y, me van a perdonar, ni siquiera sucede con distintas composiciones del tribunal sino incluso con la misma y según los casos y las personas. Un órgano tan desprestigiado y cuya calidad ha caído tanto en las últimas décadas, lo menos que puede hacer es fijar un listón sobre este tema que sea inamovible, razonado, lógico, único y que no pueda estar variando para arriba o para abajo como convenga, no ya a un partido u otro, sino a los mismos partidos según el momento. Es que no es serio. Es que no permiten que la ciudadanía les siga el hilo ni que los propios políticos sepan a qué atenerse y se abstengan de enviar al tribunal a secuaces que no podrán ni participar en los debates, dada su contaminación política.

Les cuento, porque es que hay que verlo todo junto para creerlo. El listón de récord de la exigencia de apariencia de imparcialidad quedó fijado en el auto 192/ 2007, también en un asunto relacionado con Catalunya. A partir de ahí todo han sido idas y venidas. A Pablo Pérez Tremps, nombrado por el Gobierno de Zapatero, lo recusó el PP para que no interviniera en el debate sobre la constitucionalidad del nuevo Estatut. La pega en aquel momento fue haber participado dos años antes en una publicación jurídica colectiva, promovida por la Generalitat, con un trabajo sobre las autonomías y las relaciones internacionales. Él, con una dignidad que otros no tuvieron, se apartó del debate sobre su propia recusación. Fue recusado por 6 votos a 5, con que si no se hubiera apartado, ya ven. Hubo una protesta generalizada de académicos y profesores ya que les parecía inadmisible que a un catedrático se le recusara por un trabajo científico de años antes. El nivel de exigencia se colocó en lo más alto, tan alto que para muchos era absurdo. De hecho, provocó que más adelante dos magistrados se tuvieran que abstener de analizar los recursos presentados por los independentistas por haber dado sendas conferencias sobre la cuestión. 

Bien, vale. Compremos esta decisión del TC. La cuestión es que años después, en 2021, los independentistas catalanes presentaron recusación contra Conde-Pumpido y Narváez por las opiniones emitidas sobre la carga penal del procés y estos, supongo que asumiendo la altura del listón, se apartaron voluntariamente. Pero héteme aquí que llegó la recusación de Enrique Arnaldo y Concha Espejel, no sólo por su proximidad al PP sino porque se habían explayado, el primero sobre todo, en artículos y comparecencias. Por lógica, me dirán, deberían haber sido recusados. ¡Bingo, pues no! Un nuevo vaivén recogido en el auto 107/2021 no solo las rechazó por unanimidad sino que estableció una especie de blindaje y aplauso rendido a la llegada de magistrados politizados. “Es normal que los magistrados hayan opinado sobre asuntos que ahora tienen que resolver” dice la resolución, “esas opiniones y ese criterio son los que les han llevado hasta allí”. ¡Madre, madre, que es el haberte significado lo que te conduce al TC! “No es poco común ni puede extrañar que antes de integrarse en el TC sus miembros se hayan pronunciado voluntaria o obligatoriamente sobre materias jurídicas”. ¡Ah, mira, como Pérez Tremps!. Ya que, continúan, “va en la propia naturaleza de las cosas que un magistrado del TC haya sido designado precisamente por sus ideas y opiniones expresadas”. Que sí, que sí, que escribieron eso tal cual. Que hasta cinco progresistas firmaron eso. El listón a ras de suelo, o sea, ya no se puede bajar mas. 

Pues ya estaría… me dirán. ¡Qué ingenuos! Cierro el círculo. Llega lo de Macías y, claro, al nivel de ese listón, Macías por haber hecho un informe oficial y porque lo sepamos contrario a la amnistía no tiene por qué apartarse. A fin de cuentas, como dice el auto reseñado, ha sido nombrado por sus ideas y esto va en la naturaleza de las cosas. ¡Pues no, señor! El nuevo vaivén sube de nuevo el listón hasta casi el récord de Pérez Tremps. 

Yo estoy por el listón intermedio. Me parece que si se llega al Constitucional con una carrera jurídica detrás, bien como catedrático o como magistrado, es absolutamente imposible que no hayas expresado alguna vez en tu vida opiniones jurídicas sobre temas discutibles jurídicamente, o llevamos a recién egresados o a gente tan nula que nadie les haya pedido un artículo o una conferencia nunca. Pero tampoco es decente consagrar que activistas, vocingleros, juristas de bandería y otros que desgraciadamente acaban en las altas instituciones por culpa de los partidos y sus intereses, sean nombrados “precisamente por sus opiniones expresadas”. Así que sí, me parece que Macías está bien recusado y bien apartado pero ¿cómo no apartaron a Arnaldo, señores del alma? ¿Cómo no apartar a Laura Díez que fue algo cargo de Bolaños el negociador de la amnistía? 

O a setas o a Rolex y que lo que sea, sea para siempre. A ver si con el listón en el punto debido, los partidos se piensan bien lo de enviar a sus ministros y a sus palmeros, a sabiendas de que se tendrán que quedar fuera en las votaciones que les interesan y para las que me temo los envían. Eso o el prestigio del Constitucional sigue yéndose por el desagüe del fregadero. Sería penoso si no fuera peligroso.

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