Precariedad, abusos y conciliación, los retos a los que se enfrentan las Indiana Jones españolas olvidadas por la historia

La Universidad Autónoma de Barcelona proyecta el documental ‘Off the Archeological Record’ que visibiliza a las arqueólogas y la desigualdad a la que se enfrentan en su profesión

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“Desde que soy madre, mucha gente piensa que ya no soy arqueóloga. La maternidad me ha invisibilizado”. Elena Aznar es una de las protagonistas de Off The Archeologica Record, el documental dirigido por Katia Calmet Valle que visibiliza a las ‘Indiana Jones’ españolas, que explican en qué consiste su oficio, las dificultades a las que se han enfrentado a lo largo de la historia por el hecho de ser mujeres, los techos de cristal, la precariedad, y los abusos laborales y sexuales a los que han estado –y por desgracia están– sometidas.

La película partió de la investigación doctoral de Paloma Zarzuela Gutiérrez que, más allá de acudir a los archivos, recopilar cartas y documentación, comenzó a entrevistar a varias compañeras para poder recoger sus trayectorias. La también guionista del documental estaba trabajando en el CEPAP (Centro de Estudios del Patrimonio Arqueológico de la Prehistoria), donde coincidió con Katia Calmet Valle, que tenía formación audiovisual. La jefa de ambas, Paloma González Marcén, fue la que les sugirió que unieran fuerzas para que le dieran una segunda vida a la tesis más allá de los posibles artículos y libros, trasladándola igualmente a la pantalla. La película se proyecta este jueves 16 de enero en la Universidad Autónoma de Barcelona, en un acto que contará con dos mesas redondas en las que intervendrán las protagonistas del largometraje, además de sus artífices.

“En el laboratorio le damos mucha importancia a la arqueología pública, el hacer la transferencia de la investigación a la sociedad, a la divulgación”, explica Paloma Zarzuela a este periódico. No en vano, su prioridad es desarrollar proyectos que “tengan impacto en la gente, los colegios, las escuelas”, comenta. Y con ello, conseguir visibilizar en qué consiste exactamente su profesión, que va más allá de la imagen instaurada en el imaginario de las excavaciones.

Uno de los espacios más relevantes son los museos. Trabajar en el Museo Arqueológico Nacional era precisamente el sueño de Susana de Luis Mariño, una de las entrevistadas, que logró conseguir su propósito: “Con cinco años ya decía que quería ser arqueóloga”.

“Hemos intentado reunir a profesionales de distintas generaciones y ámbitos, para mostrar que la arqueología también se hace desde la administración, cuyo trabajo no es tan visible”, subraya Paloma Zarzuela, que aplaude que, cada vez más, se está explicando la arqueología desde otros puntos de vista. Ejemplos de ello son los divulgadores Miguel Herrán (@PutoMikel) y sus publicaciones en redes sociales e intervenciones en El Intermedio (laSexta) y Marga Sánchez Romero (@ArqueoInquieta), también desde sus perfiles públicos y El condensador de Fluzo (La 2).

La investigadora y guionista advierte de que precisamente dentro de los museos “hay mucho trabajo invisibilizado”. “Al hablar del pasado, siempre hablamos de los padres de la arqueología, de los catedráticos, directores de museos. Las mujeres difícilmente pudieron llegar a dirigir estas instituciones. Para poder encontrarlas y situarlas en la historia no hay que buscarlas en los sitios oficiales o de más prestigio”, lamenta. Una de ellas fue Encarnación Cabré, la considerada como la primera mujer en ejercer la arqueología en España, cuya familia lleva esperando desde 2019 a que el Museo Arqueológico Nacional ponga su nombre a su jardín como homenaje, como así se aprobó en el Congreso.


Susana de Luis Mariño, en el Museo Arqueológico Nacional

Paloma Zarzuela explica que, al ser hija de arqueólogo, esta pionera estuvo desde muy joven vinculada a la profesión: “Hacía dibujos de las piezas que se encontraban, resúmenes, todo lo necesario para que el conocimiento arqueológico avance. Sin eso, su padre no podría haber hecho determinados estudios”. “Cuando se encuentran objetos muy llamativos, quien se lleva el mérito es quien lo ha encontrado, no quien lo ha restaurado. Y es muy importante limpiarlo, guardarlo y conservarlo”, añade.

Brecha de género y vestuarios desiguales

La investigadora y guionista Paloma Zarzuela expone que, al avanzar en el desarrollo del documental y escuchar a las trabajadoras, fueron siendo conscientes de que la arqueología llegó a tornarse en una “excusa” para abordar cuestiones que “afectan a las mujeres de cualquier ámbito profesional”. De ahí a que reivindique que no es una “película de nicho”, ya que representa situaciones que afectan a la totalidad de la sociedad. Entre ellas, la brecha de género.

Uno de los estudios recogidos en la película, que midió el personal docente e investigador sobre prehistoria y arqueología de 2019, revela que de los 398 trabajadores, 131 fueron mujeres y 267 hombres (un 33% de trabajadoras frente al 67% de trabajadores). En cuanto a las titulaciones, a medida que asciende el cargo, desde grado a catedráticos, el porcentaje de mujeres se reduce. Una situación que Paloma Zarzuela confía en que se va a ir revirtiendo, a raíz de la experiencia dentro de la propia universidad, donde asegura que cada vez hay más estudiantes femeninas en las aulas.

En cuanto al tipo de trabajo que realizan, coinciden en que ellos son los que más trabajan en el campo, en las excavaciones. Coyuntura que relacionan directamente con “los cuidados”: “Arqueología y conciliación no existe”. De hecho, la maternidad subyace como uno de los grandes problemas a los que se enfrentan estas mujeres. “Ser madres retrasa en nuestra carrera profesional”, critica Susana de Luis Mariño.


Captura de una arqueóloga del documental, junto a su hija

Las compañeras reivindican que contar con unos salarios más altos ayudaría a la hora de poder conciliar, así como desarrollar políticas que permitan que las personas embarazadas no tengan que desaparecer, ipso facto, de las excavaciones. La arqueóloga Maribel Mancilla Cabello propone que directamente se contemplen partidas en los presupuestos de los proyectos.

Arqueólogos y arqueólogas se enfrentan de maneras diferentes a sus oficios, también en su relación con su propio vestuario. En el documental citan como ejemplo de conducta a Juan Maluquer (1915-1988), un reconocido historiador y arqueólogo que no quería, directamente, que hubiera mujeres en las exploraciones, porque “él se vestía con pantalones cortos y no quería que le vieran”.

En la contra, ellas explican que hubo ocasiones es las que acudieron a las mismas con falda, pese a la incomodidad. Y cómo en estas, la tendencia era que ellas se dedicaran a labores de limpieza: “El estudio de los materiales lo hacían los hombres”. “Con el tiempo me he dado cuenta de que hacía mucha labor de secretariado”, comparte la conservadora de patrimonio histórico Francisca Hornos Mata.

“Todavía me pienso qué ponerme según donde vaya. Si a lo mejor he quedado con un señor opto por pantalón y americana, porque siento que tengo que imponer. Siendo mujer y joven, está la sensación de que tu autoridad va a ser rebajada”, declara en la película desde el Museo Arqueológico Nacional Susana de Luis Mariño.

“Puedo ir a tu habitación a cuidarte”

Paloma Zarzuela reconoce que la parte “más delicada” –y queda constatado en el visionado– del documental es la que aborda los abusos laborales y sexuales presentes en la arqueología. “Parece que no te quieres dejar ayudar” y “puedo ir a tu habitación a cuidarte” son dos de los mensajes de una conversación recreada en la película a raíz de testimonios recogidos en el Informe sobre acoso sexual en la arqueología en España de 2020.


Imagen de varias pioneras arqueólogas españolas en una excavación

Maribel Mancilla Cabello aplaude que cada vez haya más casos que salen a la luz, pero que “no hay cambios estructurales. Aunque haya testimonios, las instituciones tienen que ser más expeditivas. El mundo académico tiene que tener políticas mucho más proactivas, que haya consecuencias”.

Paloma Zarzuela indica que este era un tema del que no podían prescindir dentro del largometraje, pero que no querían reducirlo a ello: “Esto es la punta del iceberg”. “Cuando vas a una excavación puedes pasar quince días fuera de casa. Y sí, puedes hacer un equipo guay y que sea divertido, pero esta convivencia también da pie a que puedan borrarse límites en según qué momento. Ese tener que compartir espacio incluso por las noches”. Pese a la gravedad de la situación, la guionista e investigadora celebra que “se están empezando a crear protocolos para activar según qué situaciones se den” y que en España se esté haciendo un trabajo “pionero” en esta línea.

Esta es una de las luchas que están llevando a cabo por la Red Pastwomen, productora del documental junto a la Universidad Autónoma de Catalunya, desde donde reclaman: “Nos quedan bastantes techos de cristal que romper. No nos podemos relajar porque las cosas involucionan en seguida y seguir fortaleciendo los lazos de sororidad”.

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