De ‘Cabeza borradora’ a ‘Mulholland Drive’, las mejores películas para recordar a David Lynch

Mundos de pesadilla, deconstrucciones del sueño americano y hasta historias tiernas y clásicas. El universo de David Lynch es inabarcable. Aquí una selección de obras para honrar al genio, fallecido a los 78 años

Muere el director de cine David Lynch, autor de obras maestras como ‘Terciopelo azul’ o ‘Twin Peaks’

Los directores de cine firmarían porque una de sus películas pasaran a la historia, porque formara parte del imaginario popular, porque alguna de sus escenas fuera recordada para siempre. Cuando uno observa la filmografía de David Lynch, fallecido este jueves a los 78 años, uno se da cuenta de que la gran parte de sus filmes son parte imborrable de la historia del cine. Todos ellos contienen al menos una escena, una secuencia que se queda pegada, que alimenta las pesadillas del espectador, que vuelve a su memoria de forma constante.

Es difícil elegir las mejores películas para recordar a un genio como él. Quizás habría que recomendar todas, porque hasta las fallidas como Dune o Inland Empire tienen fogonazos de genio, arrebatos de locura indescriptible en tiempos de un cine académico y acartonado. Aquí las mejores películas de un cineasta inolvidable e indescriptible.

‘Cabeza borradora’ (1977)

Pocos debuts tan arrebatadores. En Cabeza borradora ya hay mucho del universo lynchiano que luego se haría popular. Con un presupuesto bajísimo, el cineasta usó un blanco y negro asfixiante para contar la degradación mental de un protagonista encargado de cuidar a un extraño bebé que poco tiene que ver con la imagen angelical que el cine mostraba de los recién nacidos. Lynch ya mostró muchas de las señas estilísticas y temáticas que poblarían sus historias, como ese gusto por el surrealismo y lo que normalmente se señala como extraño.

‘El hombre elefante’ (1980)

Del bebé mutante de Cabeza borradora al hombre con una malformación que lo convierte en un monstruo a ojos del resto en la conmovedora El hombre elefante. Una de sus películas más emotivas y también una de las más convencionales a nivel formal. Es increíble que un director que había sido alabado, principalmente, por el aspecto onírico de su ópera prima, cambie de registro de una forma tan radical con una segunda obra. Fue su primera candidatura al Oscar al Mejor director y la única vez que una de sus películas optó al premio de la Academia al mejor filme del año, que perdió frente a Gente corriente.

‘Terciopelo Azul’ (1986)

¿Puede una película destrozar la imagen idílico del sueño americano en solo una escena? Sí, lo hizo David Lynch en el comienzo de Terciopelo azul, otra de sus obras maestras incontestables. Un inicio que es historia del cine. Con la canción Blue Velvet, interpretada por Bobby Vinton, muestra las imágenes soñadas del típico núcleo de viviendas de EEUU. Unas rosas rojas, unos niños cruzando por la calle, un señor regando… pero pronto algo deja de funcionar. El señor que riega cae fulminado provocando una especie de versión siniestra de una de las imágenes fundacionales del cine, El regador regado. La cámara entra dentro de la tierra y muestra insectos para cortar y presentar al personaje de Kyle MacLachlan -uno de sus actores fetiche- antes de encontrar la oreja mutilada y llena de hormigas que da comienzo a un filme inolvidable.

‘Una historia verdadera’ (1999)

Detrás de su imaginario siniestro, David Lynch escondía una ternura que hacía que fuera un director que despertara simpatías hasta entre sus detractores. Siempre amable, siempre irónico. Esa ternura también asomaba de vez en cuando en alguna de sus películas, y era en esas cuando hasta la crítica que le había destrozado con sus apuestas más surrealistas se rendía a sus pies. Ocurrió con Una historia verdadera, su filme más austero, que bebe del clasicismo para ofrecer un filme emotivo e inteligente que logra calar sin que nadie le meta el dedo en el ojo. Su protagonista, Richard Farnsworth, que interpreta a un hombre que recorre 500 kilómetros en cortacésped para ir a visitar a su hermano enfermo, estuvo nominado al Oscar, pero ni con su filme más ‘convencional’ Lynch logró las bendiciones de la Academia. 

‘Mulholland Drive’ (2001)

Si en Terciopelo Azul Lynch reventó el sueño americano, en Mulholland Drive realizó la misma operación con Hollywood, la industria que de alguna forma se lo inventó. Mulholland Drive es muchas cosas. Un misterio indescifrable, un juego de máscaras e identidades, un retrato a una ciudad… pero también una mirada inmisericorde a una industria que no cree en el arte y solo en el beneficio. Una obra maestra que ha conseguido en poco tiempo entrar en todas las listas de las mejores películas de la historia (está en el octavo puesto de la última realizada por Sight & Sound) y que dejó momentos como el del club Silencio, producto de la imaginación de una mente maravillosa e inigualable.

‘Twin Peaks’

No es una película (aunque también lo fue en ese filme que amplió el universo de la serie, Fuego camina conmigo (1992), pero quizás Twin Peaks es la obra por la que muchos recordarán a David Lynch. La serie que creó junto a Mark Frost revolucionó la televisión, demostró que los cineastas podían ofrecer mucho al mundo audiovisual desde cualquier formato antes del boom de las plataformas, y creó un misterio para el recuerdo, el de quién asesinó a Laura Palmer. Pero si alguien pensaba que Lynch haría un whodunit al uso que pensara de nuevo. Ahí estaba Bob, la señora del leño, y una serie de personajes que solo podían salir de su mente. Una serie pesadillesca y única que regresó con una temporada apoteósica en 2017. Los acordes que compuso Angelo Badalamenti nos acompañarán siempre.

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