México se prepara para el regreso de Trump y sus amenazas de cierre de la frontera y deportaciones masivas

La interlocutora es ahora Claudia Sheinbaum, sucesora de Andrés Manuel López Obrador, con el que el presidente electo de EEUU se entendió en buenos términos durante su primer mandato. Pero la presidenta mexicana avisa: “Nos coordinamos, colaboramos, pero nunca nos subordinamos”

Llamar “América Mexicana” al territorio que ocupan EEUU y México: la respuesta de Claudia Sheinbaum a Donald Trump

“Pase lo que pase en Estados Unidos, nosotros seguimos camino”, dice Jason Jiménez. Este venezolano apenas supera la mayoría de edad y, junto a su pareja y a su bebé de un año, han pasado las Navidades y el año nuevo en un precario campamento de migrantes improvisado en una pequeña plaza del centro histórico de Ciudad de México. Las tiendas de campaña y estructuras de chapa y madera alojan a cientos de personas ante la saturación de los albergues para migrantes en la capital del país. La familia no se desanima y, pese a la amenaza del presidente electo de EEUU Donald Trump de llevar a cabo “la mayor deportación de la historia”, esperan cerrar 2025 del otro lado de la frontera. 

Trump tomará posesión de su cargo el 20 de enero en un segundo gobierno con el respaldo del Senado y de la Cámara de Representantes. Si bien su ocurrencia de comprar Groenlandia ha centrado la atención internacional de cara a su nuevo mandato, el tridente formado por migración-aranceles-fentanilo es el principal quebradero de cabeza de México, que comparte con EEUU una larga y agitada frontera y que es además su principal socio comercial. 

Un éxodo sin precedentes

La frontera entre México y Estados Unidos es el escenario de un éxodo sin precedentes. Hasta 2020, la mayor parte de detenidos por la Patrulla Fronteriza procedían de México o Centroamérica. Ahora, sin embargo, el 60% llega de otros países, con un fuerte incremento de los migrantes procedentes de Venezuela, Cuba, Colombia y Ecuador. 

Su interlocutora del lado mexicano es ahora Claudia Sheinbaum, sucesora de Andrés Manuel López Obrador, con el que Trump se entendió en buenos términos durante su primer mandato. A contrarreloj, México se prepara ahora para hacer frente a las iniciativas de Trump. “Nos coordinamos, colaboramos, pero nunca nos subordinamos”, ha señalado Sheinbaum. 

En relación con la migración, Trump amenaza con dos cuestiones clave: por un lado, las deportaciones masivas; por el otro, el cierre de frontera, que podría materializarse en el fin del programa CBP One, que permitió el ingreso legal a Estados Unidos de casi un millón de personas desde enero de 2023. 

Más de la mitad de los 11 millones de personas que viven en Estados Unidos en situación irregular son mexicanos. El 80% lleva más de una década en el país. Trump plantea redadas en vecindarios y lugares de trabajo y la “remoción expedita” saltándose el debido proceso de pasar por un juez. También pretende terminar con las llamadas “ciudades santuario”, aquellas que a nivel local no colaboran con los servicios migratorios. 

Hay muchos interrogantes sobre cómo se llevarán a cabo estas deportaciones y a quién afectarán. La más importante: si Washington expulsará a México a migrantes no mexicanos. En su primer mandato, Trump tuvo un gran éxito diplomático: logró que López Obrador aceptase que personas de otras nacionalidades, como Venezuela o Haití, siguieran su proceso de asilo en Estados Unidos desde territorio mexicano. Ese fue el programa denominado Quédate en México, que operó desde enero de 2019 y que fue paralizado por el gobierno de Joe Biden.

En la práctica, esto implicó una nueva lógica: Estados Unidos expulsa a México a personas de otros países y es su vecino del sur el que tiene que hacerse cargo. Ahora, Sheinbaum ha mostrado su rechazo a que las deportaciones incluyan a otros países, aunque ha terminado por aceptar que puede ocurrir. 

Más incertidumbre, más riesgo

El discurso xenófobo hace mella y se temen demostraciones de fuerza y operativos disuasorios o ejemplarizantes. Sin embargo, Trump necesita no solo apoyo en el interior sino también negociación con el exterior. “Es momento de que el gobierno mexicano y América Latina tomen las riendas de esta situación y que impongan sus condiciones a Estados Unidos. No podemos seguir siendo cómplices de esta violación de derechos humanos”, señala Carlos Alberto González, director de la revista sobre migración y movilidad Diarios del Terruño, de la Universidad Autónoma Metropolitana. González considera que muchas de las propuestas de Trump implican una negociación con México que le da capacidad de maniobra en este asunto. 

En Tapachula, un municipio en la frontera con Guatemala convertido en la capital del control migratorio mexicano, el centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova es uno de los primeros oasis que encuentran los migrantes al llegar a México. Para su director Enrique Vidal, independientemente de que se cumplan, las amenazas de Trump vuelven más vulnerables a los migrantes. “Un contexto de incertidumbre provoca dinámicas de especulación que favorecen el engaño y la extorsión, generan un falso sentido de prisa (por alcanzar la frontera) y aumenta las violencias, el costo y la exposición al riesgo”, enumera. 

Una incertidumbre que también complica el trabajo a las organizaciones que defienden a estos migrantes. El Gobierno de Sheinbaum se mantiene alerta y enarbolando un discurso soberanista. Sin embargo, su política migratoria más concreta ha quedado en vilo a la espera de que Estados Unidos mueva ficha. De darse las deportaciones, pondría el foco de protección y recursos en los propios mexicanos deportados en detrimento de los extranjeros que transitan o permanecen en México. 

A Vidal le gustaría que el gobierno aprovechara esta oportunidad “para cambiar radicalmente su política migratoria”. “Muchas más personas se van a plantear quedarse en México y se tienen que ampliar las vías de regularización migratoria para que tengan unas condiciones de vida más dignas aquí”, propone. “No es solo quitar los barrotes de las estaciones migratorias sino realmente terminar con la lógica carcelaria”, apunta. 

La bolsa o la vida

En la relación entre Estados Unidos y México, la migración es parte de un juego que incluye los aranceles y el tráfico de drogas. El fentanilo vertebra la relación de seguridad. Este adictivo opiáceo causa 100.000 muertes cada año en Estados Unidos y tiene su origen en los laboratorios clandestinos que posee en territorio mexicano el crimen organizado, que a su vez se surte de armas desde Estados Unidos. Armas de norte a sur, droga de sur a norte. Sheinbaum puso la mira en el fentanilo desde el primer día de su gobierno, con detenciones, redadas, decomisos y el ministro de Seguridad instalado en Sinaloa en plena guerra intestina entre dos facciones de ese cartel. 

Por otro lado, Trump amenazó con subir a un 25% los aranceles de los productos importados desde México y Canadá. Los tres países de Norteamérica son los principales socios comerciales entre ellos y cuentan con un tratado de libre comercio desde 1992. Una unión que Sheinbaum defiende como “la única opción para enfrentar con éxito el avance comercial y económico de los países asiáticos”.

Así “Trump apuntala amenazas que no llegan a negociaciones para forzar acciones”, explica González. Ya en 2019, ante el aumento de llamativas caravanas de migrantes que cruzaban México, Trump amenazó con subir los aranceles a ciertos productos y el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador respondió de forma inmediata militarizando con miles de soldados su frontera con Guatemala. México se encargó, y pagó, por ser frontera gringa, tal y como Trump había vaticinado.

Para Vidal, el problema sobre el terreno y en la opinión pública es que “se entra en una lógica muy utilitaria de la situación de las personas migrantes” y la política migratoria “se politiza diciendo que es el precio que hay que pagar en la relación con Estados Unidos”. 

Pero las tendencias de desplazamiento en la región suelen depender más de la situación en los países de origen que de lo que diga o haga el mandatario estadounidense de turno. Al fin y al cabo, la administración demócrata de Joe Biden superó el récord de deportaciones del primer gobierno de Trump. Por muchos muros o deportaciones que anuncien, las personas siguen migrando en busca del sueño americano. 

Por México cada vez pasa más gente y de más nacionalidades. A los centroamericanos se sumaron personas de Haití y Venezuela e incluso de otros continentes como Asia o África. “Al final, a nivel de las negociaciones sucede una cosa y a nivel de la realidad es otra. Por debajo de esa infraestructura al final todos pasan”, señala González.  

En el corazón de la Ciudad de México, Jason y su familia van a esperar a que las autoridades migratorias estadounidenses les den cita a través de la aplicación virtual para presentarse en la frontera norte. No tienen dinero para que un coyote les cruce de manera ilegal y para ellos “regresar no es una opción”. 

Publicaciones relacionadas