La empresa británica, impulsada por un fondo inversor estadounidense y adquirida en 2024 por otro fondo de capital riesgo inglés, se ha adueñado en apenas cinco años de las principales promotoras de macroeventos musicales del país
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Va siendo hora de familiarizarse con este nombre: Superstruct Entertainment Iberia. Superstruct para los amigos y los enemigos. Más de dos millones de personas habrán asistido en 2024 a algún festival español propiedad de esta empresa británica. Sónar, Viña Rock, Resurrection Fest, Monegros Desert Festival, Arenal Sound, O Son do Caminho, Madrid Salvaje, Brunch-In the Park, Morriña Fest, Granada Sound, las fiestas Love The 90’s y Love the Twenties o el FIB de Benicàssim son algunos de los más de treinta macroeventos que ha adquirido parcialmente o en su totalidad este gigante de la industria del entretenimiento musical erigido ya en el segundo mayor promotor de festivales del planeta. Además, la semana pasada se expandió hacia otra línea de negocio de la música de baile comprando Boiler Room, la icónica plataforma de retransmisión en streaming, creada en 2010, que estaba en manos de la tiquetera británica DICE.
En los últimos tres años, el crecimiento de Superstruct en España ha sido imparable. En 2022 adquirió The Music Republic y con ello, los diez festivales que organiza la empresa valenciana. Un año después extendía sus tentáculos hacia la promotora gallega Bring The Noise, la madrileña ShareMusic y las catalanas Centris, Ex-Centris y Brunch-In. Estos movimientos le permitieron sumar casi una veintena de macroeventos más de distintos géneros musicales así como uno de los mayores productores de vasos reutilizables del país. En noviembre Superstruct Iberia selló una nueva absorción: la de la productora andaluza de festivales y giras Riff Producciones. Y a la treintena larga de festivales que ya controla en España, hay que añadir media docena más de eventos organizados por promotoras españolas, pero ubicados en el extranjero. Es el caso de las ediciones internacionales del festival Sónar o las fiestas de Elrow y Brunch-In.
España es, con diferencia, el país donde Superstruct ha invertido más dinero y empeño. La empresa aglutina ya más de 80 festivales en todo el planeta, entre los que destacan el húngaro Sziget, el alemán Wacken Open Air y los nórdicos Parookaville y Oya. La inmensa mayoría de sus adquisiciones son europeas, continente donde está disputando la hegemonía festivalera al gigante estadounidense Live Nation, pero en ningún territorio tiene tanta implantación como en el español. Aunque durante años ha operado con discreción, hace seis meses Superstruct Iberia abrió un perfil de LinkedIn desde el que, más que prometer los mejores artistas del momento o el mayor disfrute musical para el público, insiste en su capacidad para desarrollar las campañas de marketing más fructíferas para las marcas. La imagen que proyecta es la de una empresa especializada en transformar los festivales en inmensos escaparates publicitarios. elDiario.es ha contactado con Superstruct, que en 2022 abrió oficinas en el barrio madrileño de Chamberí, pero la empresa ha declinado responder a nuestras preguntas.
Primero, la escena electrónica
Hasta 2018 no empezó a sonar el nombre de Superstruct en España. Fue a principios de julio y tras la adquisición de un porcentaje de Advanced Music, la empresa catalana que organiza el festival Sónar. El comprador era esta entonces desconocida empresa creada bajo el paraguas del fondo inversor estadounidense Providence Equity Partners. Superstruct había iniciado su implantación en el mapa festivalero español un año antes adquiriendo en abril de 2017 parte de Elrow Global, la empresa aragonesa que organiza el Monegros Desert Festival y decenas de fiestas Elrow repartidas por el planeta. La especialidad de Superstruct son los macroeventos de música electrónica y, a partir de ahí, sus tentáculos se han ido ampliando hacia grandes festivales de otros géneros musicales.
Actuación del dúo de música electrónica Orbital en el festival Creamfields Andalucía de 2012
No es casualidad. Al frente de Superstruct está el empresario británico James Burton, que se inició en el sector del ocio musical desde el club Cream de Liverpool. De aquella discoteca, fundada junto a otros dos socios en 1992, nacería seis años después el festival Creamfields. La expansión internacional de la marca Creamfields llegaría pronto a España. En 2004 se celebró en Almería la primera de las seis ediciones de Creamfields Andalucía, franquicia inicialmente gestionada por la empresa catalana Sinnamon, que por entonces también impulsaba el festival Summercase. El crecimiento de Creamfields fue tan descomunal que en 2012 Live Nation adquirió todo el negocio y colocó a James Burton al frente de la división de música electrónica de la multinacional del ocio musical.
Barton solo aguantó cinco años en Live Nation. En 2017 saltó de allí para liderar Superstruct, la división dedicada al entretenimiento musical del fondo inversor estadounidense Providence Equity Partners que nacía para convertirse en la principal competidora de Live Nation. Junto a Barton está el holandés Roderick Schlösser, un antiguo asesor financiero de Deutsche Bank. Como todo fondo inversor, Providence tiene intereses en múltiples sectores: desde la liga de fútbol americano hasta la discográfica Warner, pasando por el sector de las telecomunicaciones. En España se conoce a Providence por haber aportado 200 millones de euros al Real Madrid a cambio de participar de los ingresos de sus contratos de patrocinio; un caso destapado en las filtraciones Football leaks sobre prácticas de ingeniería fiscal para evadir impuestos en el mundo del fútbol.
Qué tendrá el mercado español
Superstruct no es, por supuesto, la única empresa extranjera con interés en el mercado musical español. En junio de 2018 Primavera Sound vendía el 29% de su empresa a The Yucaipa Companies, otro fondo inversor estadounidense que, a diferencia de Superstruct, no ha mostrado interés en otros festivales españoles, pero sí ha invertido en agencias de contratación de artistas como X-Ray Touring, Paradigm y Artist Group International. Por su parte, Live Nation mantiene el festival Mad Cool como su buque insignia, al tiempo que ha trasladado el BBF (antaño Barcelona Beach Festival) a Madrid y Galicia. Precisamente en la comunidad gallega, donde Live Nation está programando numerosos macroconciertos, nació en 2023 un nuevo macroevento: el O Gozo Festival.
El mapa festivalero español es cada año menos español, pero la reciente adquisición de Riff Producciones por parte de Superstruct Iberia marca un inquietante cambio. La promotora andaluza no destaca especialmente como organizadora de festivales, sino como productora de giras de grandes estrellas del pop español. El interés del conglomerado británico no puede estar en eventos de escala media como el Festival de Blues de Cazorla, el encuentro Músicos en la Naturaleza ubicado en la sierra de Gredos o en el cordobés I Like Festival, sino en las cifras que mueven los tours de Malú, Melendi y Manuel Carrasco. Es la primera vez que Superstruct incorpora a su catálogo una promotora pensando más en sus conciertos que en sus festivales. Solo el tiempo dirá si es la última.
La cantante Malú durante un concierto en el Palacio de Deportes de Madrid, en diciembre de 2024
En los últimos años se han consumado movimientos empresariales más discretos, pero que apuntan una vez más hacia un trasvase de empresas estatales del ocio musical a manos de firmas extranjeras. En octubre de 2018, la ticketera y productora de conciertos alemana CTS Eventim compraba un 63’5% de la promotora catalana Doctor Music, pionera del inimaginable filón festivalero cuando organizó allá por 1996 la primera edición del Doctor Music Festival. Más recientemente, el pasado noviembre, la veterana empresa catalana The Project, promotora de una decena de ciclos, festivales y de cientos de conciertos anuales, fue absorbida por Warner Music, multinacional que en 2008 ya había adquirido la promotora vasca Get In y que desde 2022 posee la promotora y agencia Taste The Floor especializada en músicas urbanas.
El comprador comprado
En este ir y venir de compra-ventas nadie está a salvo y el pasado junio se produjo un movimiento en sentido inverso: el fondo de capital riesgo KKR adquirió Superstruct. Kohlberg, Kravis, Roberts & Co. es el segundo mayor monstruo financiero del planeta, solo por detrás de Blackstone, con operaciones millonarias en sectores como el energético, el químico, el tecnológico, el educativo y el de los medios de información.
La cantante Aitana durante su concierto en Arenal Sound, en Burriana, Castellón, el pasado verano
KKR ha adquirido Superstruct por 1.300 millones de euros, cifra que deja en calderilla los 120 que Superstruct pagó por The Music Republic. Pero como en estas alturas financieras el viento puede cambiar de dirección de un día para otro, en octubre otro gigante financiero, el inglés CVC (accionista de empresas tan conocidas en España como Naturgy, Tendam (dueña de Cortefiel) o Deoleo, además de ser socio de LaLiga), se ha sumado a la fiesta invirtiendo una cantidad que no ha sido hecha pública para fortalecer Superstruct y así “acelerar su misión de crear las mejores experiencias de directo trabajando estrechamente con emprendedores, visionarios creativos y profesionales con mentalidad empresarial”. Por si acaso, Providence Equity Partners, el fondo inversor donde nació Superstruct, mantiene una opción de recompra por 250 millones de euros.
La dimensión de este tipo de operaciones a tan gran escala ha hecho intervenir a la Unión Europea para validar la operación de compra de Superstruct por parte de KKR una vez comprobó que no vulneraba la normativa antimonopolio. En el tablero global de los festivales Live Nation sigue siendo la empresa con más influencia (con cerca de 120 festivales), seguida cada vez de más cerca por Superstruct (con más de 80 eventos). Superstruct aún no ha comprado festivales en Estados Unidos, donde Live Nation reina con absoluta autoridad seguida de lejos por AEG; de sus 26 festivales, 21 son estadounidenses. Sin embargo, en Europa las fuerzas entre Superstruct y Live Nation están más equilibradas. La partida de Monopoly festivalero global está más reñida que nunca.