El controvertido salon del juego online ICE, el mayor del mundo, desembarca en la capital catalana por primera vez y reúne a decenas de miles de profesionales del sector
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No son ni las 10:30 de la mañana de un lunes y Adrián, el barman del stand de una gran empresa de apuestas online, lleva ya servidos unos cuantos gin tonics. “Pensé que durante la mañana apenas tendría trabajo pero veo que estaba equivocado”, confesaba. “Aquí la gente no pierde el tiempo”.
Estamos en ICE, la feria de apuestas online más grande del mundo que se celebra por primera vez en Barcelona. La organización solo acredita a medios especializados y elDiario.es ha accedido al recinto gracias a la invitación de una de las más de 600 empresas que participan en el evento.
El lugar, por el que pasará la flor y nata del sector durante tres días, no es apto para personas con epilepsia. Hay neones de todos los colores, ruletas que sortean cosas y giran sin parar, ruidosas tragaperras, mesas de póker sobre las que se hacen reuniones, Dj’s pinchando música electrónica, bebidas y chucherías gratis para todos.
Se espera que hasta el miércoles pasen por el recinto más de 55.000 profesionales de más de 170 países distintos, en una cita obligada para los empleados del sector que hasta el año pasado se celebraba en Londres. Este congreso, cuyos stands cubren seis pabellones de la feria, será el tercero más grande que se celebrará en Barcelona este año.
La cita ha llegado a la capital catalana envuelta de polémica, después de que el Síndic de Greuges de Barcelona (el Defensor del Pueblo en la ciudad) reclamara al Ayuntamiento que cancelara el evento. La Federación Catalana de Drogodependencias, que agrupa 26 asociaciones, también cargó contra su celebración.
“Es una contradicción evidente que se despliegue una magnífica política para combatir la adicción al juego pero a la vez se albergue y cofinancie el evento mundial más grande dirigido a profesionales del juego, casinos y apuestas”, señaló el Síndic, que criticó que la concejal de Salud se enterara de la celebración de este certamen por la prensa.
Los profesionales de las apuestas son conscientes de la mala fama de su sector. Y algunos de ellos consideran que, precisamente, la clave del futuro está en revertir este “prejuicio” sobre el juego para atraer a las generaciones venideras.
“El 40% de la generación Z cree que las apuestas son inaceptables”, explica Valentina Bagniya, Directora de Marketing de Softswiss, una empresa bielorrusa de software para casas de apuestas radicada en Malta. “Esto es un problema para la industria”.
El sector del juego online todavía sigue creciendo impulsado por el rebufo de la pandemia, pero esta dirigente considera que si las empresas no hacen un “esfuerzo significativo” para cambiar su imagen los números podrían decaer en un futuro tal y como le está pasando a la industria del alcohol.
Bagniya señala como uno de los “key trends” del sector la potenciación del llamado “juego responsable” mediante la introducción de instrumentos que conviertan las apuestas en algo más seguro. “Tenemos que hacerlo más atractivo y atraer a los jóvenes para que no muera la industria”.
La mayoría de profesionales también señalaban el “social gambling” como una de las vías para atraer a los jóvenes. Esta modalidad consiste en apuestas con dinero falso que se puede comprar o ganar a través de diversos juegos, pero sin que se pueda canjear por dinero real.
¿Y qué ganan las empresas de apuestas con esto? “Logramos nuevos usuarios, conectamos con una nueva generación que no ve las apuestas como algo aceptable pero, en cambio, sí que está dispuesta a invertir su dinero en comprar bonuses dentro de un juego”, responde Bagniya. “Es un punto de entrada, puedes empezar con esto y si lo entiendes y te gusta puedes acabar en un casino online”.
Salta a la vista que hay dinero a espuertas en el sector. Hay regalos para todos, bebidas y comida, estands de gran lujo y con reclamos que no parecen baratos. Uno de los expositores de apuestas deportivas muestra camisetas reales utilizadas por Maradona, Pelé, Platini o Messi, entre otros costosos artículos de coleccionista.
En ese recinto comparecerán este martes los exmadridistas Luis Figo, Michel Salgado, Iker Casillas y Michael Owen, convertidos en embajadores de la marca. A apenas unos metros de ahí también ha aparecido este lunes —ante menos de 100 personas— la leyenda del ajedrez Magnus Carlssen, ahora también embajador de una casa de apuestas.
En las pantallas exteriores del recinto de Gran Vía aparece Luis Figo, que ya participó el año pasado en la feria de Londres.
Entre los mapas de los pabellones destacaba una sección: la “Sustainable Gambling Zone”, dedicada a las apuestas sostenibles. Después de que varios entrevistados señalaran aspecto del juego como una de las tendencias del sector, uno acude al lugar con expectación.
Pero ahí no hay ni música, ni neones, ni sorteos ni chuches. Tampoco gin tonics. Los grandes stands con barmans y azafatas se han convertido en pequeñas mesas altas de trabajo, una para cada expositor. Es una zona mucho más tranquila, también más aburrida.
Ninguno de los expositores de este lugar, relegado al final de los pabellones, ha pagado por estar aquí. Forman parte, por decirlo de alguna manera, de la compensación que hacen las empresas del juego por las supuestas consecuencias negativas de su actividad y les ceden este espacio. “Betwashing”, lo definen algunos.
En esta área de juego responsable hay incluso un stand de los Mossos y otro de la Policía. ¿Hay alguna otra feria en la que ocurra esto?
“Estamos aquí para promocionar nuestra tarea contra las apuestas ilegales y también para conocer las tendencias del sector o estar atentos a las novedades”, apunta Xavier Salvadó, jefe de la Unidad Central de Juego y Espectáculos de los Mossos.
También está por esta zona Pedro Romero, terapeuta y director de juego responsable de Betblocker, una herramienta que te permite autoexcluirte de todas las apps y páginas — tanto legales como ilegales— de apuestas cuando uno percibe que está desarrollando una adicción. Explica que se financian con donaciones de la industria y de otras organizaciones.
“Para mí esto es como las drogas”, explica. “Hay que educar a la gente a tomar decisiones, saber que jugar conlleva un riesgo y que si eres vulnerable o estás pasando un mal momento tienes más posibilidades de tener problemas”.