Una noche de vigilia ante el tercer intento de desahucio de una aristócrata contra Mariano: «No quiere el piso para su nieto»

Un grupo de vecinas acompaña a Mariano en la noche previa al tercer intento de desahucio, pese a un informe de servicios sociales que corrobora su situación de vulnerabilidad

Mariano resiste al segundo intento de desahucio de una aristócrata: “Al menos en verano puedes dormir en el parque”

El primer intento de desahucio de Mariano fue el 23 de mayo de 2024. El 19 de diciembre la presión vecinal impidió el segundo. Y este miércoles se enfrenta al tercero. En estas semanas, la situación de este hombre de 56 años no ha cambiado mucho. Las condiciones que motivaron un informe de vulnerabilidad de servicios sociales hace ocho meses siguen vigentes y su salud sigue dándole disgustos. Tantos, que este martes su doctora sumó a su medicación habitual un pinchazo de diazepam y otra calmante para evitar que su tensión se dispare. En diciembre requirió asistencia médica por un desmayo durante la intentona de lanzamiento del que lleva siendo su hogar durante medio siglo.

“Desde esta mañana estoy llorando por la tensión, pero es una vía de escape del cuerpo para el estrés”, explica apoyado en la encimera de la cocina. De fondo, se escucha un pequeño barullo. En el salón, un grupo de vecinas y compañeras de la PAH de Vallekas, que van llegando a cuentagotas, han decidido pasar la noche con él. “Queremos acompañarle, para que no esté solo”, explica Celia.

El piso en el que vive Mariano es propiedad de Carmen Elzaburu, una aristócrata de 94 años que, según los datos recabados por la PAH de Vallecas, es dueña de al menos 13 viviendas, cuatro cotos de caza y el club Puerta de Hierro, en una de las zonas más caras de la capital. La mujer compró el inmueble, catalogado inicialmente como vivienda de protección oficial, en diciembre de 1971, según el registro de la propiedad de Madrid, y lo alquiló poco después.

“La jueza no considera a la familia Elzaburu como gran tenedora”, señala Auri, que durante la mañana del martes acudió con otras compañeras a un acto que organizaba una de las empresas en Segovia. “Nos dijeron que nos fuéramos a Vallecas”, recuerda, “como si fuera una ratonera”. “El de Mariano es el caso explícito de que la ley de vivienda no funciona, que es insuficiente”, indica, porque aunque la norma establece que debe haber mecanismos de mediación, que el Estado debe priorizar la atención a personas vulnerables sometidas a procesos de desahucios o que debe garantizárseles el acceso a una vivienda digna, aquí no se cumple.

La propiedad quiere desahuciar a Mariano por unos impagos que él quiere resolver. “Sé que tengo recibos de agua pendientes”, explicaba en diciembre, con varios emails en los que reclamaba saber la cuantía para abonarla cuanto antes. Desde los movimientos sociales en defensa del derecho a la vivienda llevan tiempo apuntando a estas prácticas, para generar deudas forzosas que justifiquen procesos judiciales que acaben en desahucios. “Se genera una deuda de 50 euros y van a saco, porque es un piso muy goloso, pero no lo quiere para que vivan aquí sus nietos”, explica Olmo, que también acompaña esta noche a Mariano.

Aunque la red de apoyo tejida en torno a Mariano le permite mantenerse en pie, los ánimos no son unánimes. Algunas compañeras no saben qué pasará este miércoles, cuando llegue la policía. Otras, son más optimistas. Y algunos temen que esta sea la definitiva. “A partir del segundo intento, suelen venir a por todas”, lamenta Olmo. Por eso el acompañamiento en las horas previas es fundamental. “Un desahucio es un momento muy tenso para la persona”, recuerda Celia. “Siempre es muy violento”, apunta Auri.

La vivienda, ubicada en la zona de Puente de Vallecas, es uno de los millones de ejemplos de inmuebles construidos bajo esa catalogación e impulsados con suelo o recursos públicos, que han acabado en el mercado libre. Esta es una de las políticas inmobiliarias que han permitido a miles de familias tener una vivienda en propiedad, pero han servido también para esquilmar el parque público, situado en España en torno al 2,5%, muy por debajo de la media europea, en el 9,3%.

En los alrededores, pueden encontrarse carteles que los compañeros de la PAH han ido pegando por el barrio. “Vallekas no es su coto de caza. Fuera señoritos de nuestros barrios”, se lee junto a la foto de Mariano y un llamamiento a intentar frenar el desahucio. “El apoyo que estoy teniendo hoy viene de hace mucho tiempo, estoy teniendo mucho apoyo de los vecinos. No han quitado los carteles ni en el colegio”, celebra él. Las compañeras recuerdan que ese sostén es recíproco. “Vino (a la PAH) hace un año y ha estado en muchos desahucios, haciendo acompañamientos a otras compañeras, tiene a otro vecino acogido… es un pilar importante”, señala Olmo.

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