Efectivos de todo el país se han unido para trazar estrategias conjuntas de cara a evitar su participación en desalojos forzosos: «Solo deberíamos actuar cuando una persona corre peligro”
Un desahucio por la ventana: una aristócrata logra echar a Mariano del piso en el que lleva viviendo medio siglo
En julio de 2024, los bomberos de Madrid formaron parte del desalojo que Zohra sufrió en Lavapiés. Este 22 de enero, requeridos también por la Policía Nacional, los bomberos participaron en el desahucio de Mariano, en Vallecas. Apenas unos días antes nació la Plataforma de Bomberxs contra los desahucios, un movimiento estatal formado por profesionales del sector que intenta concienciar a sus compañeros de que entre sus cometidos no figura este tipo de prácticas. Sostienen que la vivienda es un derecho y como tal hay que defenderlo.
Mario Aspano es bombero en el Ayuntamiento de Barcelona y se presenta tajante en su postulado: “Nosotros no deberíamos practicar desahucios porque no entra en nuestra cartera de servicios. Solo deberíamos actuar cuando una persona corre peligro”. Normalmente, las intervenciones vienen marcadas por peticiones derivadas de los Mossos d’Esquadra en su caso, o Policía Nacional, o por una orden judicial. “Esa suele ser la excusa, porque hemos comprobado en algunas ocasiones la orden judicial es falsa. Se la inventa la Policía para que actuemos”, denuncia el también delegado sindical de CGT.
Otra situación para la que son requeridos se suele dar cuando una persona está en riesgo de suicidio y amenaza con tirarse al vacío, o está colgada en altura. Eso es lo que ocurrió en los dos ejemplos que han marcado las últimas actuaciones de Bomberos Madrid en una situación de desalojo forzoso, en donde los activistas se colgaron para evitar el dramático final que se avecinaba para los inquilinos. “Ni siquiera en esos momentos había personas que necesitaran nuestra ayuda, porque técnicamente los activistas estaban seguros, no corrían ningún peligro”, añade Aspano.
“Cada uno debería actuar dentro de sus posibilidades, pero siempre teniendo en cuenta que estamos para proteger a la ciudadanía”, señala Íñigo Campos, bombero en Madrid. Cuando vio que sus compañeros de la capital habían ayudado a echar a la calle al vecino de Vallecas, fue lo primero que pensó, confiesa. “Ojalá tuvieran el acierto suficiente para no actuar de esa manera tan perjudicial, porque nosotros rescatamos a la gente, no la echamos de sus casas”, zanja.
Qué hacen los Bomberos en un desahucio
Él mismo explica que siempre que se requiere la presencia de bomberos, ellos acuden. Una vez en el lugar, parte de su trabajo consiste en valorar la peligrosidad del siniestro. “Si la dotación en su conjunto considera que la intervención no está dentro de nuestras funciones, no habría mayor problema en retirarse sin intervenir”, defiende Campos.
El bombero de Madrid agrega que sus servicios pueden ser requeridos tanto por sus medios materiales como por sus conocimientos. “Pueden pedirnos algún vehículo de trabajo en altura, como una escala. No dejan de ser materiales de toda la ciudadanía, y ahí poco podemos hacer más que ponerlos a su disposición”, desarrolla.
Conocimientos y formación para rescates y salvamentos terminan aplicados a detenciones de activistas o su persecución
El mismo Campos ilustra otras situaciones en las que los bomberos deben prestar sus servicios a día de hoy: “Te pueden decir que un activista se ha colgado y está en riesgo, aunque eso no sea verdad porque realizan su labor con criterios de seguridad muy coherentes, o que protejas la posible caída con colchones, o que seas tú el que derribes la puerta de la casa, aunque no haya ninguna emergencia ni persona en peligro detrás de ella”. En definitiva, aclara que “sus conocimientos y formación para rescates y salvamentos terminan aplicados a detenciones de activistas o su persecución”.
Represalias disciplinarias y legales
El problema se acrecienta a la hora de tener que obedecer una orden. “Los directivos del Cuerpo quieren mantener el perfil social que siempre ha caracterizado a los Bomberos, pero acatan órdenes sin cuestionarlas”, apunta Aspano desde Barcelona. Ahí entra en juego la escala de mando, a quien contradecir podría llegar a suponer una sanción.
Llegado el momento de negarse a actuar, estos funcionarios podrían enfrentarse a diversas sanciones recogidas tanto en su reglamento interno como en el Estatuto del Empleado Público. Además, en un desahucio podría llegar a jugar un papel clave la conocida como Ley Mordaza, “una ley que nunca debería haber existido que ata de manos a la protesta social, tanto a ciudadanos como a funcionarios de servicio”, opina Campos. En sus palabras, esta ley les considera “una herramienta al servicio de la Administración, por lo que decidir no actuar ante un desahucio podría llegar a convertirse en un delito de desacato a la autoridad”.
Quizá no nos podemos negar por temas morales, éticos o por conciencia de clase, pero es que también nos ponemos en riesgo: nuestros cascos están pensados para resistir altas temperaturas y deflagración, pero no para evitar que una piedra nos abra la cabeza
Ya en 2013 sindicatos de diferentes partes del Estado español se negaron a participar en desahucios. Uno de los represaliados fue Roberto Rivas, bombero de A Coruña que terminó condenado a pagar una multa de 600 euros por ello. No quiso formar parte del desalojo de una anciana de 85 años.
Aspano incide en que su margen de movimiento es reducido porque no existe una ley que proteja su objeción de conciencia. “Hay médicos que pueden no practicar abortos, pero un bombero tendría represalias si no ayuda a echar a una persona a la calle”, recalca. Esa será una de las vías que estudiarán desde la Plataforma, el amparo de la objeción de conciencia, pero no solo. “Una cosa es negarte abiertamente a hacer algo y otra no poder hacerlo porque estás indispuesto. Queremos trazar estrategias comunes para tener cubiertas las espaldas y a la vez no ser cómplices de este tipo de actuaciones”, expresa.
Un factor que también atajarán desde la Plataforma estará íntimamente ligado a la prevención de riesgos laborales. “Quizá no nos podemos negar por temas morales, éticos o por conciencia de clase, pero es que también nos ponemos en riesgo cuando actuamos en esas situaciones”, introduce. Afirma que los bomberos no tienen la formación ni el material adecuado para participar en los desalojos, y lo ejemplifica: “Nuestros cascos están pensados para resistir altas temperaturas y deflagración, pero no para evitar que una piedra nos abra la cabeza”.
Aspano denomina un desalojo forzoso con reacción vecinal y popular como una “situación de alto riesgo en la que se podrían llegar a dar agresiones”. Además, tampoco tienen protecciones anticorte, ni mucho menos chalecos antibalas, como la Policía. Tampoco es lo que reivindican. Simplemente, no quieren que sus conocimientos sean utilizados para practicar desahucios. Por otra parte, la operativa de los Bomberos les obliga a identificarse abiertamente con su apellido pegado con velcro al traje. “Vamos a cara descubierta y con nuestro apellido pueden ver mucha información en internet que nos expone”, se queja.
Solidaridad y apoyo mutuo
Aspano señala que desde la Plataforma, impulsada desde Madrid y Barcelona, aunque con miembros de zonas como Huesca, Córdoba, Granada y Euskadi, ya ofrecen una asesoría legal para cualquier compañero que la necesite. Asimismo, prevén iniciar una caja de resistencia por si algún bombero sufre cualquier tipo de consecuencias por negarse a practicar un desahucio. “Queremos que la solidaridad y el apoyo mutuo respalden a los compañeros”, subraya.
Campos remarca que la plataforma ha nacido como una forma de “armarse y posicionarse desde el gremio ante esta situación tan lamentable que tanto golpea a la sociedad”. No niega que se trata de un posicionamiento político en el que se mezcla su sentir individual como ciudadano y sus valores como bombero.
Fotografía del desahucio de Mariano en Vallecas.
Desde el Sindicato de Inquilinas de Madrid tildan de “necesaria” la formación de este tipo de plataformas. “Apoyamos la sindicalización de todas las profesiones, especialmente la de bomberos, que históricamente ha estado del lado del movimiento a favor de la vivienda”, comenta Pablo Pérez, su portavoz.
El desahucio de Zohra el pasado julio en Lavapiés se llegó a efectuar a pesar del despliegue popular organizado desde el Sindicato de Inquilinas. “Ahí vimos cómo los bomberos no dudaron en acompañar a la Policía, incluso hicieron comentarios vejatorios contra compañeras del Sindicato cuestionando nuestra labor”, denuncia Pérez. Desde esta organización consideran que “si la vivienda debería ser un derecho como la educación y la sanidad, los trabajadores públicos deberían asegurarse de que se cumple y no se infringe solo para que unos pocos saquen beneficio de él”, en palabras del portavoz.
Contra la criminalización de los inquilinos pobres
Los desahucios en España vivieron su punto álgido tras la crisis de 2008. En aquel momento, los bomberos fueron considerados por la sociedad como un sector que reivindicaba la defensa de los servicios públicos y un servicio al ciudadano que no pasaba por expulsarles de sus viviendas. “En dos años ha cambiado mucho el espíritu de las directivas de Bomberos, sobre todo en Madrid y Barcelona”, asegura el bombero catalán.
Desde su punto de vista, el discurso dominante que criminaliza a los inquilinos pobres que no pueden hacer frente al alquiler frente a fondos y grandes tenedores ha calado tanto que “la ofensiva desde la mafia inmobiliaria contra las clases populares hace que se normalice el destinar recursos públicos para salvaguardar los intereses privados”.
“Nuestro trabajo aquí, en la Plataforma, es agitar la conciencia de clase. Antes que funcionarios a las órdenes de un jefe somos trabajadores y ciudadanos”, añade el propio Aspano. Su compañero lo reitera desde Madrid: “Nosotros somos un cuerpo de protección civil, no una fuerza de seguridad como la Policía. Somos herederos de aquellos compañeros comprometidos que hace años ya se negaron a formar parte de los desahucios. Ahora solo queremos avivar esa llama para crear una mayor conciencia entre los compañeros”.