Los focos apuntan al juez Carretero 30 años después: el interrogatorio machista en el caso Errejón es su última polémica

El tono y las formas del juez, que ya imputó a Dani Mateo por limpiarse con la bandera, no sorprenden a quienes conocen su juzgado. Abogados consultados dudan si pesa más su ideología conservadora o los tics machistas que han llevado al Consejo del Poder Judicial a abrir una investigación

Retrato de la revictimización ‘en directo’: qué desvela el interrogatorio del juez a Mouliaá sobre la violencia sexual

Las preguntas del juez Adolfo Carretero a Elisa Mouliaá, la mujer que ha denunciado a Íñigo Errejón por agresión sexual, sitúan al magistrado en la categoría de juez conocido –y ampliamente repudiado– para sorpresa de ninguno de los abogados o investigados que han pasado por el Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid. 

El vídeo de la declaración de Mouliaá aflora la impunidad con la que Carretero y otros magistrados se manejan en los juzgados a los que no apuntan habitualmente los focos de la atención mediática. Los que se encuentran en la madrileña Plaza de Castilla son el máximo exponente de una justicia desbordada, sin medios y avejentada, donde interrogatorios como los de Carretero escapan a cualquier fiscalización del Poder Judicial. Casi siempre. 

Con más de veinte años de diferencia en la edad, dos abogados de Madrid que se han cruzado en vistas con el juez Adolfo Carretero, repiten casi textualmente la misma descripción y dudan si pesan más en él la ideología conservadora o algunos tics machistas.

“Ambos, como el resto de letrados consultados para elaborar este perfil, resumen en un ”se veía venir“ lo que pensaron cuando la denuncia de Mouliaá recayó, por reparto, en el juzgado de Carretero.

“¿Y no sería que usted sí quería algo con ese señor y al no corresponderle, le denuncia?”, le dijo en un momento de la toma de declaración el juez a la presunta víctima. Las preguntas y el tono de Carretero, conocidos cuando los medios de comunicación difundieron el vídeo de la declaración, han motivado más de 900 quejas y denuncias ante el Consejo General del Poder Judicial, que ha decidido iniciar una investigación previa que podrá derivar en un expediente. 

Quien siguiera el mediático caso de las comisiones por la venta de mascarillas al Ayuntamiento de Madrid por parte de Luis Medina y Alberto Luceño ya podía temerse algo así en la toma de declaración a Mouliaá y Errejón por parte de Carretero. En aquel momento, sobre un asunto muy diferente, ya trascendieron los modos del juez en sus interrogatorios a los investigados. El juez cortaba constantemente a Luis Medina, introducía conclusiones y repetía en voz alta las respuestas del acusado, evidenciando que dudaba de su veracidad. 

Los episodios en el juzgado de Carretero, apunta un letrado que lo conoce bien, se parecen más a “una encerrona policial” en comisaría que a la toma de declaración en un juzgado. Otro abogado madrileño se explaya: “Es un clásico de nuestra profesión. Un hombre histriónico, casi de caricatura. Interroga con mucha agresividad y el trato con los investigados es deplorable. A los abogados les trata mejor. Eso sí, con los policías se muestra cómplice”.

Este mismo abogado, que es muy crítico con las formas de Carretero, establece algunas diferencias entre su forma de interrogar y el contenido de sus resoluciones judiciales como instructor de casos. “Son muy sesgadas contra el investigado, pero no son tan extravagantes como lo es él en persona”, cuenta a elDiario.es.

Quienes han tratado a Carretero fuera del juzgado aluden a un hombre “muy culto”, pese a las formas, al que no se le escuchan posturas extremistas en política. “Su forma de interrogar es parte de su peculiar forma de entender la labor de juez instructor”, considera este abogado. 

Como tantos otros de su generación, Adolfo Carretero procede de una familia de jueces, donde hubo tantos que incluso salió uno “rojo”. Antonio Carretero se llamaba. El padre de Adolfo Carretero y hermano del anterior alcanzó el Tribunal Supremo y fue vicepresidente del primer Consejo General del Poder Judicial. El abuelo de la familia fue guardia civil y se mantuvo fiel a la República. El protagonista de esta información tiene un hermano, Agustín, también juez, que ejerció como alto cargo en la Comunidad de Madrid con los gobiernos de Esperanza Aguirre e Ignacio González. 

Nacido en Valencia, de 66 años, Adolfo Carretero ejerció primero de abogado y profesor y fue con 34 años cuando en 1992 accedió por concurso de méritos, el llamado cuarto turno, a la carrera judicial. Antes de llevar un juzgado de instrucción en Madrid, Carretero hizo lo propio en Valdepeñas (Ciudad Real), Coslada y Fuenlabrada, ambas localidades madrileñas. En 2011 llegó a Plaza de Castilla, por lo que lleva más de treinta años en lo que muchos llaman, con pesar, “la justicia de verdad”, alejada del brillo de la Audiencia Nacional o el Tribunal Supremo. Pero también de los focos de los medios. 

La periodista Pilar Velasco, ahora directora de democrata.info, estuvo imputada un año en el juzgado de Carretero por publicar en la Cadena Ser un vídeo de Ignacio González portando unas bolsas en un hotel de Cartagena de Indias, en Colombia, muchos años antes de que estallara el caso de corrupción Lezo que llevó a la mano derecha de Aguirre a la cárcel en un sumario que todavía se investiga. El juez primero le tomó declaración varias veces como testigo y después imputó a la periodista. En ese procedimiento llegó a enviar a la Policía a la sede de la emisora de radio para intentar conseguir los documentos que dieron pie a la información. El juez terminó archivando la causa solo porque así le obligó la instancia superior, la Audiencia de Madrid.

Precisamente esa resolución ordenándole archivar iba acompañada de un voto particular del magistrado Juan José Ortega que ya aludía a los interrogatorios de Adolfo Carretero. “En mi opinión, constituye un serio motivo de preocupación que la imputación de la periodista haya servido para propiciar un interrogatorio que, por la forma en que ha sido conducido, la ha expuesto a verse forzada a revelar sus fuentes informativas, una de las más importantes garantías con que cuenta una prensa libre en una sociedad democrática”, dejó por escrito el juez Ortega.

“Con el humor se puede delinquir”

La polémica ha acompañado al magistrado en otras decisiones como la de imputar al humorista Dani Mateo por un sketch en El Intermedio de La Sexta en el que se sonaba los mocos en una bandera de España. Un sindicato policial sin apenas representación denunció al humorista y Carretero lo mantuvo varios meses imputado por un delito de ultraje a los símbolos del Estado y otro de odio. En su auto de archivo, Carretero mantuvo que “con el humor también se puede ultrajar e injuriar a personas y símbolos”.

Donde no apreció en momento alguno delito de odio el magistrado fue en el caso contra un individuo que llamó “moro de mierda” y “maricón” a su víctima mientras le agredía. Carretero contextualizó los insultos en el transcurso de “una disputa” y descartó discriminación porque el agresor “no conocía la orientación sexual del agredido”.

La polémica por su interrogatorio a Elisa Mouliaá ha llevado a Carretero a solicitar amparo al Consejo General del Poder Judicial pese a que el órgano de gobierno de los jueces, ya anunció una investigación preliminar por sus preguntas a la denunciante. En conversación con TVE, el juez ha dicho: “Algunas preguntas eran muy fuertes porque la denuncia es de agresión sexual. No nos engañemos, hay que ver si hay fuerza y dónde se toca”. Tres días después de su interrogatorio y tras ver a medio país señalando sus excesos, este viernes el juez Carretero lamentó, en una entrevista en La Sexta, ser “víctima de un linchamiento propio de la Inquisición”. En esa misma entrevista, el juez admitió: “Si sé que esto va a salir, bajaría el tono, pero mantendría las preguntas”.

No puede entenderse como un ejercicio de autocrítica, cuando el propósito de enmienda obedece solo a la trascendencia pública que ha tenido uno de sus miles de interrogatorios, el que ha salido a la luz.

La duda es qué pasará con esos otros interrogatorios que se quedarán en el juzgado. Abogados que han pasado por el número 41 de instrucción de Madrid lo tienen claro: “No va a cambiar. Dejará el juzgado siendo así”.

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