Trump nos quiere solo respondiendo a cada afirmación absurda que hace, pero eso es una trampa en la que no debemos caer

La cruda realidad es que Trump obvia casi todos los grandes problemas a los que se enfrentan las familias trabajadoras de Estados Unidos

Las mentiras y medias verdades de Trump en su primer discurso como presidente de EEUU

Estuve en la investidura de Donald Trump el lunes pasado, y no hace falta decir que estoy en desacuerdo con casi todo lo que dijo.

Sin embargo, lo que realmente me sorprendió no fue lo que dijo, que no me sorprendió, ya que fue coherente con sus posicionamientos, sino lo que no dijo. La cruda realidad es que Donald Trump pronunció un discurso importante, el primero de su segunda presidencia, y obvió casi todas las cuestiones de calado a las que se enfrentan las familias trabajadoras de Estados Unidos.

¿No les parece una locura?

Nuestro sistema sanitario está roto, es disfuncional y tremendamente costoso. Seguimos siendo el único país rico que no garantiza la atención sanitaria universal. Trump no dijo ni una palabra sobre cómo va a abordar esta crisis sanitaria.

Pagamos, con diferencia, los precios más altos del mundo por los medicamentos con receta, a veces 10 veces más que los ciudadanos de otros países, y uno de cada cuatro estadounidenses no puede permitirse las recetas que le prescriben sus médicos. Trump no dijo ni una palabra sobre el elevado coste de los medicamentos con receta.

En Estados Unidos hay 800.000 personas sin hogar y millones de ciudadanos destinan entre el 50% y el 60% de sus limitados ingresos a la vivienda. Tenemos una grave crisis de vivienda, todo el mundo lo sabe. Y Trump, en su discurso de investidura, no le dedicó ni una palabra a este problema.

Hoy, en Estados Unidos, tenemos más desigualdad de ingresos y riqueza que nunca. Las tres personas más ricas del país acumulan más riqueza que el 50% más pobre. Pero Trump no dijo nada sobre la creciente brecha entre los más ricos y los demás. Tal vez sea porque esas tres personas, las tres más ricas de Estados Unidos, estaban sentadas detrás de él en la ceremonia de investidura. Y, debo añadir, esas tres personas, si pueden creerlo, han visto cómo su riqueza aumentaba en más de 233.000 millones de dólares (223.000 millones de euros) desde la victoria de Trump en noviembre. No es de extrañar que estuvieran sentados justo detrás de Trump. No podrían estar más satisfechos.


De derecha a izquierda: Elon Musk, Sundar Pichai, Jeff Bezos, su pareja Lauren Sánchez, Mark Zuckerberg y su esposa, Priscilla Chan, durante la toma de posesión de Trump.

Durante su discurso de investidura, Trump no dijo ni una palabra sobre cómo vamos a abordar la crisis planetaria provocada por el cambio climático. Los últimos 10 años han sido los más cálidos jamás registrados, y en todo el mundo se están produciendo alteraciones meteorológicas extremas y desastres naturales, desde California hasta India, pasando por Europa y Carolina del Norte. Ni una palabra sobre el cambio climático, excepto, por supuesto, para dejar claro que su intención es empeorar aún más esta terrible situación con el “drill, baby, drill” (perfora, querido, perfora, para encontrar petróleo). Increíble.

No dejarnos llevar por el pánico

En los próximos meses y años, nuestra tarea no consiste únicamente en responder a cada afirmación absurda que haga Trump. Eso es lo que el entorno de Trump quiere que hagamos. Quieren definir los parámetros del debate y que vivamos dentro de su marco. Es una trampa en la que no debemos caer.

Nuestro trabajo es no dejarnos arrastrar y mantenernos centrados en los problemas más importantes a los que se enfrentan las familias trabajadoras de Estados Unidos, aportar soluciones a esos problemas y exigir que Trump aporte respuestas.

Permítanme mencionar solo algunos de ellos:

Sí, la atención sanitaria es un derecho humano y debemos unirnos a todos los demás países importantes para garantizar la atención sanitaria a todas las personas a través de un programa de Medicare para todos, de pagador único.

Sí, debemos enfrentarnos a la codicia de las grandes farmacéuticas y reducir sustancialmente el coste de los medicamentos con receta en este país.

Sí, debemos construir millones de viviendas asequibles y de bajos ingresos.

Sí, debemos asegurarnos de que todos nuestros jóvenes tengan la posibilidad de acceder a la educación superior y para ello debemos hacer que las universidades públicas sean gratuitas.

Sí, debemos trabajar con la comunidad internacional para combatir el cambio climático reduciendo las emisiones de carbono y transformando nuestro sistema energético para pasar de los combustibles fósiles a la energía sostenible.

Sí, debemos aprobar leyes que eleven el salario mínimo federal de 7,25 dólares la hora, un salario absurdamente bajo, a un salario digno de 17 dólares la hora.

Sí, debemos aprobar la Ley de Protección del Derecho a Organizarse (Pro Act), y facilitar que los trabajadores se afilien a los sindicatos y que crezca el movimiento sindical.

Sí, para ayudar a cubrir las necesidades de las familias trabajadoras de Estados Unidos, debemos exigir que los más ricos, incluidos los multimillonarios que se sentaron el lunes justo detrás de Donald Trump, empiecen a pagar los impuestos que les corresponden.

Sí, debemos acabar con un sistema corrupto de financiación de campañas, que permite que un puñado de multimillonarios compre elecciones y nos lleve rápidamente a la oligarquía.

En resumen: a medida que nos adentramos en un segundo mandato de Trump, tenemos que mantener el foco. No podemos entrar en pánico. No importa cuántos decretos firme y declaraciones emita, nuestro objetivo sigue siendo el mismo. Tenemos que educar. Tenemos que organizarnos. Tenemos que reunir a las personas en torno a una agenda que funcione para todos, no solo para unos pocos.

Ahora más que nunca, tenemos que luchar para crear unos Estados Unidos basados en la justicia económica, social y medioambiental. Manos a la obra.

Traducción de Emma Reverter

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