El porcentaje de aguas subterráneas con niveles de nitratos por encima del umbral máximo permitido permanece invariable debido a la gran inercia de estos depósitos: «Tenemos que esperar décadas o, en algunos casos, un siglo para que se liberen de la contaminación», advierten los expertos
La Justicia europea condena a España por la contaminación del agua con restos de la agricultura y la ganadería
Una vez vertida, la contaminación permanece estancada en el agua bajo tierra durante mucho tiempo. Sacarla de allí es muy difícil, lento y costosísimo. El porcentaje de acuíferos en España con concentraciones excesivas de nitratos (por encima del máximo legal) en el periodo 2020-2023 se mantiene prácticamente igual que en el cuatrienio anterior, según el último informe de Contaminación del Agua por Nitratos Utilizados en la Agricultura del Ministerio de Transición Ecológica.
Y no es una proporción pequeña: más de un tercio de las aguas subterráneas analizadas por Transición Ecológica superan, de media, los 37,5 mg/l de nitratos que marca la ley como máximo permisible (de hecho, un cuarto rebasa el nivel de los 50 mg/l). La situación “permanece estable” respecto al anterior periodo de evaluación 2016-2019, describe el informe de situación que debe remitirse a la Comisión Europea.
“Las masas de agua subterránea tienen mucha inercia. No son como un río que, cuando se actúa sobre el foco de contaminación –como un vertido–, reaccionan rápidamente y mejora en un corto plazo”, explica la presidenta de la Fundación Nueva Cultura del Agua, Julia Martínez. Los acuíferos “son una gran acumulación de agua y para conseguir que se renueven y liberen de la contaminación tenemos que esperar décadas o, en algunos casos, un siglo”.
Las masas de agua subterránea tienen mucha inercia. Son una gran acumulación y para conseguir que se renueven y liberen de la contaminación tenemos que esperar décadas o, en algunos casos, un siglo
El diagnóstico elaborado por el Ministerio explica que el impacto de la contaminación por nitratos se nota especialmente en las masas de agua subterránea a lo largo de los ríos Ebro, Guadalquivir o “la serie que constituye el Jarama y el Tajo desde la confluencia de ambos”. También se destacan zonas de acuíferos extensos como los de la cuenca del Duero, la cabecera del Guadiana o la zona del Cinca y el Segre. Las zonas de costa afectadas se concentran en el arco mediterráneo y respecto a las insulares, en Mallorca y Gran Canaria, sus acuíferos también están impactados por esta contaminación.
El anterior informe sobre nitratos ya concluía que, para cumplir con la legalidad, era “necesario adoptar reducciones de los excedentes de nitrógeno más ambiciosas que las inicialmente consideradas, estimadas en un 25% con respecto a las actuales”. Ese excedente es la diferencia entre lo que se añade por parte del sistema agrícola (en forma de fertilizantes y desechos) y lo que sale (en forma de cultivos y forraje). El excedente “supone una posible fuga al medio ambiente”.
El último dato de exceso neto de nitrógeno (que termina en el medio natural, suelo o agua, de una manera u otra) dice que, desde 2014 –cuando se reinició un repunte en la aplicación de fertilizantes tras la crisis económica de 2008–, la media del excedente está en 750.000 toneladas. En los dos últimos años con datos, ese excedente ha bajado un 3% respecto a esa media.
La experta en gobernanza del agua Nuria Hernández Mora subraya que “hay una cascada de insuficiencias” que terminan derivando en esta situación. “Empiezan por las resistencias de las comunidades autónomas a la hora declarar [como es su competencia] zonas vulnerables a la contaminación”. Esas áreas son la superficie afectada por la polución de nitratos cuya escorrentía corre hacia esas masas de agua. “Se resisten porque declararlas acaba afectando al sector agrario”, remata Hernández Mora. Con todo, esa superficie ha tenido que crecer un 35% desde la última vez que se inventariaron, en buena medida por la obligación de dibujarlas para recibir fondos europeos.
“Luego se falla a la hora de aplicar las medidas obligatorias para corregir el problema de la entrada de nitratos al agua y la falta de personal y recursos para hacer un seguimiento”. Dicho de otra manera: “La probabilidad de que llegue una inspección a una explotación agraria es muy pequeña”, analiza Hernández Mora. En este sentido, el informe de Transición Ecológica informa de que el porcentaje promedio de explotaciones investigadas por las comunidades autónomas para el control de la contaminación de nitratos a escala nacional se sitúa en “ligeramente superior al 2%”.
Esos elementos relacionados con la contaminación por nitratos del agua fueron por los que el Tribunal de Justicia Europeo condenó a España en marzo del año pasado.
Agua del grifo imbebible
El vertido de nitratos al medio ambiente representa un evidente daño ecológico. Pero, además, el exceso de este compuesto en las aguas subterráneas está provocando que poblaciones cuyo abastecimiento depende de este tipo de masas vean contaminada su fuente de líquido.
En 2023 aumentaron un 50% los municipios que no pudieron beber el agua de sus grifos por estar contaminadas por nitratos, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad. Pasaron de 171 a 257 poblaciones que suman más de 220.000 personas censadas, refleja el análisis de esos datos que ha llevado a cabo Ecologistas en Acción. La organización detalla que los valores más altos de contaminación del agua de consumo se detectaron en poblaciones de Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunitat Valenciana, Catalunya y Andalucía. Se trata de poblaciones muy pequeñas lo que provoca, incide Hernández Mora, “que se invisibilice el problema”.
Julia Martínez subraya que la inercia de los acuíferos de la que hablaba, obliga a “aplicar medidas de prevención, antes de que se contamine el agua, no esperar a que los niveles rebasen el umbral legal. Impedir que esos niveles suban, aunque el acuífero esté en buenas condiciones, porque si la concentración sube de 5mg/l a 10mg/l, eso va a acabar pasando de 10 a 15 y terminará por superar el límite máximo”. Los enfoques reactivos “no sirven con las asas subterráneas. Son inútiles”, zanja.
Una de las posibles actuaciones que apunta es que las confederaciones hidrográficas establezcan un máximo de excedente de nitrógeno que puede verterse en determinadas zonas. “Un proceso de control de entradas de contaminación”, remacha Nuria Hernández Mora.
Esta doctora en Geografía recuerda también que “sacar la contaminación de una masa de agua subterránea es muy complicado, estamos hablando de décadas o siglos”. Y afirma: “Hay que cambiar la manera de pensar hacia la prevención porque remediarlo es complicado, lento y carísimo”.