La actriz, que ganó en Seminci por su papel en el filme de Mar Coll, opta al premio Goya a la Mejor actriz revelación por su interpretación de una madre arrepentida
Richard Gere recibirá el Goya Internacional 2025
Vídeo de la entrevista completa
Hay interpretaciones que son como agujeros negros. Un foco de atención que atrapa la mirada. Uno no puede dejar de mirar, sorprendido, conmocionado. Es difícil que ocurra, especialmente en una industria que suele apostar una y otra vez por los mismos rostros. Pero de vez en cuando ocurre el milagro. Actrices que no imitan a otras, que son diferentes e imprevisibles. Este año eso ha ocurrido con Laura Weissmahr, cuya interpretación en Salve María ―la película de Mar Coll coescrita junto a Valentina Viso que acaba de ganar el premio Feroz a la mejor película dramática― ha hecho que todos los que la veían hicieran la misma pregunta, ¿quién es esa actriz?
Cuenta con gracia que fueron sus ojeras lo que hicieron que Mar Coll se fijara en ella, pero hay algo más. Mucho más. Una interpretación que convierte el físico en un arma dramática. Un papel casi sin diálogos basado en los silencios, en las miradas y en la postura corporal. Un trabajo que ha logrado el premio a la Mejor actriz en Seminci y que está nominado al Goya a la Mejor actriz revelación. En persona, Laura Weissmahr es todo lo contrario a su personaje. Es un torrente de palabras, de energía y de ilusión por todo lo que está por venir.
Creo que fueron dos ojeras lo que le dieron, de alguna forma, el papel de Salve María.
Sí, fueron dos ojeras. A ver, yo estaba haciendo una obra de teatro con Marcel Borràs y Nao Albet en el Centro Dramático Nacional, en la plaza de Lavapiés de Madrid, y Mar estaba trabajando con Marcel en ese momento y vino a ver la obra. Yo no estaba originalmente en la lista de la directora de casting. Ella no se fijó en la obra, pero luego nos fuimos a cenar y yo no sabía quién era ella, sinceramente. Sabía que estaba dirigiendo Esto no es Suecia, con Aina Clotet, pero no sabía nada más. Ella sí que me miraba mucho y había como una especie de observación. Al día siguiente me llegó la separata que ponía: “María, con dos ojeras que le llegan hasta el suelo y un moño mal hecho”.
El personaje es una madre que acaba de tener un hijo y no se vincula a él, y yo me acuerdo de decirle a mi novio, “¿tú crees que esto a mí me pega?”. Y me dijo, “te pega mogollón”. Yo al principio no lo veía nada, porque también en la separata ponía que era un personaje más mayor. Sí que es verdad que tuve esta suerte de que coincidimos y de que vio algo en mí. Pero luego, cuando hicimos el casting, hubo muchísima química, una conexión muy guay. Nunca me habían dirigido así.
Me he dado cuenta de que le preguntan siempre cómo se vinculaba con el papel, ya que no es madre, algo que creo que no le preguntaríamos nunca a un actor, si es padre o no lo es.
Es muy fuerte. Justo ayer lo hablaba con unas amigas que me preguntaban si tras este personaje había cambiado mi visión sobre la maternidad. Me parece una pregunta muy personal, porque yo qué sé. Es un personaje, es un curro y ya está. Y es verdad que a los hombres nunca se les pregunta. Yo no creo que a Oriol Pla [que interpreta a su pareja en el filme] jamás se le haya preguntado. Yo no soy madre y al principio me dio un poco de síndrome de la impostora, aunque luego haces una construcción del personaje. Lo que me ha ayudado es que Valentina y Mar sí son madres y me han guiado en cosas sobre las que quizás yo estaba en una nube. Ellas me decían: “Tranqui, yo tampoco sabía cambiar un pañal”. Tenía miedo de parecer demasiado novata.
Me imagino que para un papel como este, el regreso de Mar Coll al largometraje, hubo un casting intenso y eligieron a alguien que no tenía experiencia como protagonista en el cine. No es normal que se apueste por una cara desconocida, ¿cree que el cine español peca de eso, de poco riesgo?
Me parece muy buena pregunta. Yo no sé muy bien otras industrias, pero en general cuesta que se apueste por nuevas caras. Sí lo ves, sobre todo, en el cine de autor, igual porque manejan presupuestos pequeños. Yo llevo muchos años luchando por tener una oportunidad así. Tengo la suerte de que incluso un poco antes de tener representante a mí me llegaban castings relativamente importantes. Pero la razón por la que no llego a los personajes grandes es porque no soy conocida. Esto sí que lo he vivido así. Yo puedo hablar por mi experiencia, no puedo hablar por toda la industria. Y como espectadora me encanta ver caras nuevas. Disfruté mucho de la interpretación de Cristalino en Segundo premio, por ejemplo.
¿Sentía mucha presión al ser el primer protagonista, el papel por el que la iban a ver?
Es fuerte porque yo estaba hambrienta y tenía muchas ganas. Llevaba casi 15 años diciendo, “esto es lo que quiero”, pero luego el día que me dan el papel fue el día que más nerviosa me puse. Cuando vi a Oriol Pla y otros actores me puse tan nerviosa que me salió una pupa. Yo pensaba que iban a ver que era una impostora y que iban a quitarme el papel, que me había delatado. Me acuerdo que llegaba a casa llorando y ahí empezaron las inseguridades. Sobre todo antes de rodar. La anticipación la llevo muy mal. El primer día de rodaje, ya cuando empezamos con la acción fue perfecto, porque ahí estaba presente y se me fue pasando. Porque ahí ya te tienes que meter y yo me metí. Tuve la suerte de conseguir meterme tanto que no había espacio para la inseguridad.
Salve María vivió cómo Instagram y varias redes censuraban el cartel porque salía un pecho desnudo.
A mí, primero, me parece un coñazo Instagram con esta movida de censurar. Estábamos en 2024, qué aburrimiento. Es un pecho supuestamente de un cuerpo cis femenino, pero luego tú pones un pecho de cualquier amiga mía que está transicionando y ese pecho no se censura. ¿Quién lo decide?, ¿qué algoritmo está poniendo estas bases primero? Y segundo, es un pecho lactante. El pecho lactante se suponía que nunca había sido sexualizado. Y se supone que, de hecho, en Instagram, si yo no me equivoco, hay unas bases que dicen que puede salir un pecho si estás dando la leche. De hecho pueden salir partos en Instagram porque hubo una activista que luchó a favor de ello. Yo cuando vi el póster por primera vez, lo primero que pensé es que lo iban a censurar en Instagram. Y luego se ha hecho un poco noticia de ello. Pero si te digo la verdad, me aburre un poco esa noticia porque pienso que era obvio. ¿Qué más da? Si es el pan de cada día para muchas de nosotras. Ya sabemos lo que va a pasar. Yo casi preferiría que no se ligara eso a la película, porque la película no fue censurada.
Salve María habla de un tema tabú, las madres que se arrepienten, ¿se ha roto la idealización de la maternidad o sigue presente?
Yo creo que sigue. Hay más conciencia sobre ello. No solo en el mundo del arte, sino que hablo con amigas mías que acaban de ser madres y la imagen es muy variada, desde aquellas a las que les ha ido muy bien a las que lo han pasado fatal. Gracias a esta película yo he tenido muchas conversaciones sobre ello, y lo que más me ha gustado es que incluso las mujeres que conozco que han tenido maternidades más positivas, al menos los primeros años que se supone que son los más difíciles, se han sentido identificadas con muchísimas cosas que pasan en la película.
El personaje de Oriol Pla es eso que se llama un falso aliado. Es un personaje muy real, el hombre que cree que hace las cosas bien y no las hace bien.
Yo creo que los estándares están muy bajos. Se supone que el personaje sí es como el aliado. Un hombre moderno y feminista, pero es que se espera muy poco de ellos. No sé hasta qué punto éramos conscientes de que se iba a rajar tanto de ese personaje, porque queríamos que el punto de vista fuera el de María y que no hubiera una razón por la que tú puedas decir que el culpable de esto es el personaje que interpreta Oriol. Si ella tuviera un novio más atento seguramente le pasaría lo mismo.
¿Cómo se vive el día de la nominación a un Goya? Evidentemente, hay quinielas, rumores… pero luego hay que sufrirlo.
Cuando empecé este proyecto no me lo hubiera imaginado nunca. Pero es verdad que antes de las nominaciones la gente te dice, seguro que te nominan, y eso te genera una especie de necesidad de querer contentar a toda esa gente que te está diciendo eso. Yo pensaba, si no lo consigo les voy a decepcionar a todos. Así que me puse muy nerviosa las semanas antes. Luego, cuando salió, ya perfecto. La verdad, y esto lo voy a decir siempre, es que para mí el premio es haber hecho esta película, porque una cosa es que todas tus amigas y la gente a tu alrededor crea en ti, pero poder demostrártelo a ti misma es muy liberador. Estoy en un momento en el que digo, “jo, qué bien, no eres tan fraude como pensabas que eras”. Así que mi terapeuta está muy contenta y yo estoy muy contenta. Esto es un extra y un honor absoluto. Los reconocimientos son maravillosos, pero creo que para no perder la cabeza tienes que enfocarlo desde aquí, y eso intento hacer.
¿Era la típica niña que ya soñaba con un Goya?
A veces. Lo que pasa es que yo nunca me lo he permitido del todo. El síndrome de la impostora me ha hecho mucho daño. Y mi cinismo, también. Llevo dos o tres años que poco a poco me permito hacerlo más. Te juro que, desde que empecé a rodar la peli, en mi cabeza me lo imaginaba. Me imaginaba discursos. De repente se me plantaron estos sueños en la cabeza, pero antes, quizás porque no había un proyecto tangible, no me permitía soñar. Y eso es muy jodido. Por eso estoy disfrutando mucho el hacerlo. Antes estaba la fabulación, la fantasía… y ahora es muy fuerte que se pueda hacer verdad. La fabulación te la permites porque crees que lo que puede ocurrir está lejos, porque si no ya es preparación y no fabulación.
¿Y las alfombras rojas? Se habla mucho de romper con eso, pero luego se mantiene esa tradición.
Yo he hecho un aprendizaje en este poco tiempo que llevo haciendo todo esto. Al principio, intentaba hacer algo que no era yo. Intentaba imitar. Yo tengo referentes que son muy elocuentes, responsables e inteligentes cuando hablan, y yo esto no sé hacerlo. No sé pensar antes de hablar. Soy muy caótica y ahora me he atrevido. Por el lado de la moda, es que yo ya me disfrazo para ir por la calle. Me encanta. No veo una obligación hacerlo solo cuando hay una alfombra roja. Me gusta mucho el drag, entonces ya lo hago y me viene fácil porque me gusta. La putada es para la gente que no le gusta, porque todos somos muy diferentes. Además, hay una crítica si no cumples unos requisitos que… ¿cuáles son? Porque cuando uno se disfraza, cada uno tiene una definición diferente de lo que es el disfraz.
Tiene algo de actuación, entonces.
Sí, me ayuda mucho. La ropa es mi personaje. A mí me gusta mucho como arma. El otro día estuve en la fiesta de nominados, y llevaba un look que me había hecho yo con ropa de segunda mano que me gusta mucho. Eso te da un power y te distancia un poco de ti, te sientes como que no estás tan expuesto. Y luego está la política detrás de eso.
¿Piensa en la política que hay detrás de un traje, de una alfombra roja?
Es que todo es político. La moda es política 100% y obviamente es diferente si tú te pones un traje de Inditex a si te lo compras de segunda mano o si lo compras en otro lado. Hay ciertos valores que a la hora de vestir hay que tener. Igual que a la hora de comer, a la hora de comportarse o caminar por la calle. Estoy súper en contra del fast fashion. Si las alfombras rojas van a conseguir más fast fashion, pues entonces quitémoslas.
Si me vas a venir vestida del Shein, pues entonces lo siento, cariño. Y esto no tiene nada que ver con dinero, porque yo te digo que sin dinero lo puedes hacer. Yo toda la vida me he hecho lookazos sin dinero. Esto lo digo porque es algo que me parece superimportante.
Vídeo de la entrevista completa
Vídeo: Lourdes Jiménez y Nando Ochando