Marianne Faithfull, la biografía de la superviviente: de exnovia descarriada a ser admirada por los más grandes del pop

Fue una de las chicas más conocidas del Londres de los años sesenta y luego desapareció durante una década oscura, para resurgir con un talento desbordante en el albor de los ochenta

Muere la cantante Marianne Faithfull a los 78 años

Durante una entrevista televisiva en la cual promocionaba Una autobiografía, Marianne Faithfull se enfrentaba, además de a los recuerdos de su tumultuosa vida, al estigma que la persiguió durante años. El presentador le preguntaba por la cantidad de situaciones promiscuas que se narraban en el libro y ella, sin alterarse pero con la expresión de quien no deja de sorprenderse de lo mismo una y otra vez, contestaba: “Era sexo casual y era muy divertido, querido. ¿Promiscuidad? Sí, la misma que la que podía tener un hombre, pero solamente se le llama promiscua a la mujer”.

Marianne Faithfull nunca se escondió, ni de los años en los que vivió enganchada a la heroína ni de la etapa en la que formó parte del círculo de los Stones, una experiencia que la fagocitó durante años. Costó tiempo y esfuerzo que el público dejara de verla como la exnovia descarriada de Mick Jagger y aceptara que había empezado a destilar su intensa experiencia vital en unos discos que, a partir de 1979 la situaban muy lejos de aquella cantante melódica y melancólica que en los sesenta sacudió el Swinging London.

El punk y todo lo que vino después amenazaron con sepultar a muchos de los tótems del rock de los sesenta. Pero también propiciaron la revalorización de figuras que aprovecharon para renacer artísticamente con otra piel sonora. Marianne Faithfull fue una de ellas, la única mujer que lo consiguió. Hizo un disco acorde con los nuevos tiempos, fusionando sintetizadores, guitarras y ritmos de reggae. Lo tituló Broken English (1979) y el disco se convirtió en un clásico instantáneo.

Ahí estaba su versión de The Ballad Of Lucy Jordan, que años después sería inmortalizada en Thelma & Louise. Pero también había otras canciones audaces, como Why’d Ya Do It, construida alrededor de un texto del poeta y dramaturgo John Heathcott-Williams, llena de lenguaje sexual explícito, algo inusual en aquellos días para una intérprete. Broken English, una lúcida rareza en medio de la new wave, fue el primer gran destello artístico de la Faithfull.

Tardaría casi diez años en dar otro paso firme, aunque esta vez encontró la voz –en el sentido literal y en el metafórico- que la hizo pasar definitivamente al olimpo de la música popular. Fue el productor Hal Willner el que le creó el marco musical perfecto para que eso ocurriera. Sobriedad musical que arropaba su voz áspera, eso fue lo que hizo de Strange Weather (1987), un disco triunfal. En él hacía suyos temas de Dylan y Tom Waits, e incluso revisitaba, desde una primorosa madurez, el tema de Jagger y Richards que la hizo célebre en 1965, As Tears Go By.

La publicación de su autobiografía en 1994 le ayudó para hacer balance y seguir adelante. Por aquella época grabó un disco con Angelo Badalamenti, A Secret Life, que contribuyó a seguir cimentando su prestigio artístico. No resultó tarea fácil porque la sinceridad se paga cara y se convierte en una diana fácil para la misoginia. Como lo contó todo en su libro, el pasado se empeñó en perseguirla.

Pero de la misma manera que el público del postpunk la acogió con los brazos abiertos, una nueva generación de talentos acudió a ella para arroparla. Damon Albarn, Beck, Jarvis Cocker, Etienne Daho, PJ Harvey… La lista de admiradores célebres fue creciendo con los años, fortaleciendo la importancia de un nombre que, en realidad, ya hablaba por sí mismo. Y al final, Marianne Faithfull consiguió lo que merecía: un respeto unánime que provenía de su trabajo y, a la vez, celebraba su condición de superviviente, de mujer que había conseguido imponer sus condiciones en un mundo dispuesto a recordarle siempre con quién se había acostado.

Sus discos seguían estando repletos de devotos colaboradores: Anohni, Rufus Wainwright, Sean Lennon, Lou Reed, y, sobre todo, Nick Cave y Warren Ellis. Para el primero, Faithfull fue casi un miembro más de su familia –es revelador verla en los créditos del documental One More Time With Feeling, jugando con los hijos del matrimonio Cave. Con el segundo, registró el que sería la última obra de su discografía.

En She Walks In Beauty (2021), Ellis compone fondos musicales sobre los cuales Faithfull recita versos de Byron, Keats o Wordsworth. Cuando lo registró, ya llevaba años con problemas de salud que comenzaron con una rotura de cadera. Un año antes había sobrevivido a la COVID, y aunque consiguió recuperarse, las secuelas de la enfermedad la hicieron aún más frágil. Fue una luchadora que se ganó a pulso el adjetivo de leyenda.

Broken English, Strange Weather, Before The Poison, Easy Come Easy Go son obras magistrales a través de las cuales nos contó quien era. Marianne Faithfull pertenece a una estirpe rara de pioneras femeninas (Patti Smith, Nico…), que forjaron obras que únicamente ellas podrían haber creado. Nunca ha habido nadie como Marianne Faithfull, que ahora camina bella, como la noche.

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