Llevaba en el cargo desde 2013 y optaba a la reelección pero las bases y el aparato de Bizkaia habían lanzado la alternativa del portavoz en el Congreso
Aitor Esteban prepara el asalto a la presidencia del PNV con el apoyo de buena parte del aparato de Bizkaia
Andoni Ortuzar (Sanfuentes, 1962) ha tirado la toalla. Ante el movimiento de las bases y de buena parte del aparato de Bizkaia de aupar como alternativa a Aitor Esteban y de que en Gipuzkoa el más votado ha sido una tercera vía, Markel Olano, Ortuzar ha decidido renunciar a sus planes de continuar para un cuarto mandato y no pasará a la segunda vuelta, que se inicia esta semana. Ortuzar llevaba al frente del principal partido vasco desde enero de 2013.
“He decidido no pasar a la segunda vuelta del proceso electoral interno para la presidencia del Euzkadi Buru Batzar. Es una decisión largamente meditada. […] Los datos que han salido de las votaciones en nuestras organizaciones municipales ofrecen una fotografía que refleja perfectamente esta situación. Tengo que agradecer a la afiliación que me haya respaldado mayoritariamente como su candidato preferido, obteniendo tantos apoyos como la suma del resto de propuestas juntas. Sin embargo, también ha quedado patente que hay una parte menor pero significativa de nuestra militancia que promueve el cambio”, ha explicado Ortuzar en una carta dada a conocer en sus redes sociales y en la que recalca que, en la primera vuelta, fue el más votado.
Los datos extraoficiales apuntan a 110 ‘batzokis’ ganados por Ortuzar por 70 de Esteban y una treintena de Olano. En Bizkaia hubo empate técnico, en Gipuzkoa venció el guipuzcoano, es decir, Olano, y en Álava, Navarra e Iparralde se impuso el presidente del PNV. Sin embargo, una lectura más detallada mostraba un fuerte movimiento contra la continuidad de Ortuzar y el alineamiento de buena parte de los cargos institucionales más relevantes de Bizkaia con Esteban.
“Cuando el pasado sábado 18 de enero hacía pública la mencionada carta [para optar a continuar], mi decisión se producía tras un largo y contrastado debate interno sobre cuál era la mejor opción para el futuro inmediato del partido. Contra mi posición de partida inicial, favorable al cambio, me convencieron y me convencí de que debía ofrecerme para seguir un mandato más, si la militancia así lo quería. Vistos los resultados, y visto también el desarrollo de esta primera vuelta, creo, sin embargo, que debo reconsiderar mi posición y volver a mi primera convicción íntima, que era la de que debía dejar paso a la renovación”, agrega el líder del PNV.
“Habéis sido muchas y muchos los que estos días me habéis mostrado vuestra adhesión personal y animado vivamente a que siga adelante. Quiero agradeceros vuestro apoyo a quienes habéis confiado en mí y me habéis propuesto en primera vuelta para ser presidente del EBB, pero espero y os pido que entendáis mi decisión. Debo pensar ante todo en el partido y su futuro. Ha surgido otra candidatura con la suficiente ambición para asumir la presidencia del EBB. Por muy bien y civilizadamente que queramos hacer un proceso de segunda vuelta con dos candidaturas enfrentadas, el riesgo de división en el seno del Partido sería alto y una irresponsabilidad. Es momento de unidad, y es lo que creo que debo promover yo ahora”, explica sobre Esteban.
“Ha sido un grandísimo honor ser, primero, presidente del Bizkai Buru Batzar durante cinco años y, posteriormente, presidir estos doce últimos años el Euzkadi Buru Batzar. No me corresponde a mí valorar el desempeño en esta misión durante estos más de diecisiete complicados años, sí expresaros que lo he hecho lo mejor posible y con la dedicación más plena que he podido. Y que he sido feliz siendo lo que he sido, y que me he sentido y me siento muy querido por vosotras y vosotros, por las y los alderdikides de este gran partido que es EAJ-PNV. Os devuelvo el aplauso con el que siempre me habéis mostrado vuestro apoyo y cariño en Alderdi Egunak, Aberri Egunak y en los cientos de mítines en los que nos hemos juntado. Hamaika mila esker zuen laguntza eta babesagatik!”, remacha Ortuzar.
El PNV ha vivido un proceso convulso en las últimas semanas. En otoño se produjo la renovación territorial, no exenta de voces críticas. En enero se inició el proceso nacional, de dos vueltas. Ortuzar había especulado con su retirada -él mismo argumentó que era precisa una nueva generación cuando forzó la salida de Iñigo Urkullu como lehendakari- y se había alentado el relevo tranquilo con Esteban. Finalmente, las bases empezaron a votar de forma muy relevante en la primera vuelta al diputado a pesar de conocer la “disposición” de Ortuzar a seguir. Ha sido un movimiento imprevisto y sorpresivo al que se han sumado relevantes actores internos y que ha terminado por descabalgar al presidente del PNV.
En este partido, en la primera vuelta las bases proponen nombres. Hay que ganar en solamente tres ‘batzokis’ para pasar a la segunda vuelta. Ya el primer día Esteban logró ese mínimo. Y la bola fue creciendo. En la segunda vuelta los candidatos pueden aceptar o rechazar el mandato de las bases. Fuentes internas siempre dejaron claro que Esteban no iba a parar. De hecho, escribió un mensaje en X en una madrugada de fin de semana “agradeciendo” los apoyos. A Ortuzar solamente le quedaba la opción de ir al choque con quien ha sido su amigo durante años, con el que ha compartido trayectoria paralela. Ya acabó distanciado de Urkullu. Se da por hecho que con este gesto Esteban aceptará en su equipo nombres propuestos por el entorno de Ortuzar. Asimismo, el PNV de Gipuzkoa quiere también reforzar su peso tras exhibir la fortaleza de Olano.
Ortuzar se afilió al PNV en 1979, con la Constitución y el Estatuto recién aprobados. Él no pudo votarlos, porque aún era menor de edad. Antes, ya militaba en EGI, las juventudes nacionalistas. Es periodista “de profesión y de vocación”. En muchas entrevistas e intervenciones suele bromear con cómo titularía él sus discursos, siempre apoyados en un ‘prompter’. En los últimos años, particularmente desde que decidió prescindir de Urkullu como candidato a lehendakari, ha mostrado su preocupación por las “filtraciones” y ha acusado a determinados medios de comunicación de hacer una pinza para debilitar al PNV.
Ortuzar ejerció su profesión en ‘Deia’, el diario cercano al PNV. Después, tras la escisión de EA que premió a la generación que fue leal a la sigla, Ortuzar saltó al Gobierno vasco, primero en el área de Comunicación y más tarde como responsable de Acción Exterior, adscrito a la Presidencia de José Antonio Ardanza. Después, el partido lo ubicó como director general de EiTB, la radiotelevisión pública vasca. “Tuve que emplearme a fondo para dominar, medianamente bien, el euskera”, afirma sobre la que no es su lengua materna, aunque ahora la emplea con regularidad en sus intervenciones públicas.
Ortuzar, que tiene dos hijas, siempre ha hecho gala de seguir siendo afiliado de ELA, el sindicato que en su día fue afín al PNV y que ahora ejerce como contrapoder de izquierdas. El Athletic Club es religión para él, aunque también es aficionado del ciclismo y se considera “melómano medio”. Es amante “de la buena mesa” y del poteo -en la última campaña comparó su barriga con la de su embarazadísima compañera Maitane Ipiñazar-, propenso a las bromas y a los juegos de palabras. Llegó a hacer tradición el montar una fiesta de disfraces en Sabin Etxea cada Carnaval con las más variadas temáticas, forma parte de una generación de dirigentes del PNV vizcaíno que fue conocida como los ‘jobubis’, los jóvenes burukides de Bizkaia que nacieron en la década de 1960 y que despuntaron tras la escisión.
En ella estaba también su amigo Urkullu, del que acabó distanciado. “No sé qué tiene el aire acondicionado de Ajuria Enea”, ha bromeado en alguna ocasión sobre las tensiones que siempre ha acabado generando la bicefalia del PNV. Ortuzar, en el partido, fue ocupando las sillas que iba dejando vacantes su colega, de personalidad opuesta pero con el que conformó un tándem que llevó al partido a sus mayores cotas de poder institucional en décadas hasta que se distanciaron a finales de 2023. Fue presidente en Bizkaia, la organización territorial de mayor peso, cuando Urkullu fue designado para el EBB. Y cuando su amigo se convirtió en lehendakari tras la etapa de Patxi López él le sucedió en el despacho de la quinta planta de Sabin Etxea. A su lado, siempre, el poderoso, influyente y discreto Joseba Aurrekoetxea, otro dirigente de la misma generación que ha controlado negociaciones, campañas y nombramientos en estos años. Un dato: en el ‘batzoki’ de Aurrekoetxea nadie votó a Esteban ni a Olano.
La época de Ortuzar se cierra con sabor agridulce. En las autonómicas, la apuesta por Imanol Pradales salió bien y el PNV retuvo Ajuria Enea y salvó la victoria en votos frente al auge de EH Bildu. Pero en las municipales, forales, generales y europeas ha habido señales de alarma. Ortuzar se estrenó con unas europeas en 2014 y cuenta con orgullo su equipo que en esas elecciones -las únicas en que todos los territorios vascos votan a la vez- el PNV fue la fuerza más votada, aunque se le achaca debilidad en Navarra y en Iparralde. En las últimas, también europeas, los nacionalistas cayeron por vez primera en su historia a la tercera posición en Álava, Bizkaia y Gipuzkoa.
En medio, el PNV ha retomado el matrimonio de conveniencia con el PSE-EE para gobernar las principales instituciones con mayoría absoluta. En Navarra, donde el PNV está dentro de Geroa Bai, el partido lleva diez años con consejeros y seis dirigiendo el Parlamento foral. En Madrid, sin disimular su pugna con EH Bildu por ver quién trae más “lentejas” a Euskadi, los diputados y senadores juegan a ser influyentes y pasaron de ser socios de Mariano Rajoy a decantar la moción de censura que hizo de Pedro Sánchez presidente del Gobierno en el verano de 2018.
En estos años, ETA ha entregado las armas y se ha disuelto. El partido se ha enfrentado también al caso de corrupción que ha llevado a la cárcel a un grupo de exdirigentes encabezados por el alavés Alfredo de Miguel. El PNV no ha sido capaz de llevar a puerto su propuesta de reforma del Estatuto y las promesas soberanistas iniciales del tándem Urkullu-Ortuzar han quedado diluidas por el efecto del ‘procés’ catalán, en el que los peneuvistas se sumergieron para mediar entre sus antiguos hermanos posconvergentes y el PP. Si algo tuvo claro este PNV es que no quería acabar como CiU y, de momento, no ha sido así. El final de la etapa de Ortuzar llega con acuerdos firmados con Sánchez para, entre entre otras cosas, completar el Estatuto de 1979 al fin en 2025. Está encima de la mesa, sobre todo, la transferencia de la gestión económica de la Seguridad Social. Sin embargo, a Ortuzar le gusta la metáfora del depósito de la gasolina y, en ocasiones, ha acusado al PSOE de dejar al PNV en la reserva.