El exvicepresidente de la Junta de Castilla y León dimitió de sus cargos por un enfrentamiento con la dirección nacional, en especial con la que fue su directora de comunicación y hoy alto cargo de Vox, Montserrat Lluis
García-Gallardo abandona la política con críticas a la dirección de Vox: “Acabar con las oligarquías dentro de los partidos es una quimera”
García-Gallardo ha dejado la política de la misma manera en que llegó, por sorpresa y a destiempo. Si en enero del 2022 apareció como candidato a la Junta de Castilla y León sin que sus compañeros de partido conocieran su afiliación y existencia, impuesto por Santiago Abascal, su fin en la política activa ha llegado también por sorpresa aunque era ‘vox populi’ que había dejado de tener hace tiempo el favor de la dirección nacional del partido.
Fuentes de Vox señalan a elDiario.es que el enfrentamiento interno entre García-Gallardo y la actual vicesecretaria de Acción de Gobierno de Vox, Montserrat Lluis, ha sido determinante para la salida de sus cargos del que fue vicepresidente del Gobierno de Castilla y León durante dos años. Lluis pasó de ser una subordinada que intentaba controlar a Gallardo durante su etapa como ‘dircom’ de la parte de Vox en el gobierno de coalición en el PP, a su ‘jefa’ como responsable de coordinar las acciones del partido. Sus malas relaciones y el peso de Lluis en la calle Bambú, sede nacional de Vox, han sido determinantes en su abandono, señalan fuentes internas. Lluis ha declinado responder a elDiario.es sobre la salida de García-Gallardo de la política.
Cuando en la primavera del 2022 el PP pacta con Vox un nuevo gobierno bajo la presidencia de Alfonso Fernández Mañueco tras el adelanto electoral por la ruptura de los populares con Ciudadanos, García-Gallardo se convierte en vicepresidente único de Castilla y León, aunque sin apenas funciones. No quiso aceptar ninguna consejería, algo sus antecesores en el cargo sí habían hecho. De ser un abogado anónimo hijo de un conocido legalista de Burgos, Gallardo pasó a convertirse en vicepresidente al mando de la parte de Vox en el Gobierno, con tres consejerías: Cultura, Agricultura e Industria y Empleo.
Entonces llegó Montserrat Lluis como ‘Directora de Coordinación e Interacción Social’ a la Junta de Castilla y León, una suerte de directora de comunicación paralela al oficial, pero ocupándose en exclusiva de la parte de la extrema derecha en el gobierno autonómico. Lluis llegó a la política cuando acumulaba una larga experiencia en puestos de alta dirección en medios de comunicación como la COPE y su grupo editor o ABC. Fichada por la dirección nacional, una de sus primeras misiones era ‘controlar’ a García-Gallardo, abonado a la polémica desde que se conoció su nombre como candidato por tuits homófobos y contra el feminismo o el PP. Pero el resultado fue entre escaso y nulo, cada vez que el exvicepresidene hablaba, la polémica crecía.
Gallardo ha señalado en la entrevista que concedió a COPE tras abandonar la política que su primer enfrentamiento con la dirección nacional tuvo lugar cuando le apartaron de las negociaciones directas con Alfonso Fernández Mañueco (PP) tras la crisis por el protocolo antiaborto que presentó en enero de 2023. En él intentó imponer nuevas medidas sin tener las competencias en la materia provocando una queja de sociedades médicas y una amenaza del Gobierno de España por intentar vulnerar este derecho.
Fuentes de Vox apuntan que Gallardo no seguía las indicaciones del partido que transmitía la propia Lluis, para reorientar su acción política y alejarlo de la espiral de polémica. Su paso por la política ha sido una colección de bulos, de insultos y de generar controversia allá por donde pasaba. Sus ‘grandes éxitos’ pasan por hacer gestos de una felación a una procuradora socialista; por sus comentarios despectivos hacia una parlamentaria con discapacidad; acusar a las mujeres de ser unas “desalmadas” para quedarse la custodia de los hijos; insultar a su predecesor Francisco Igea en sede parlamentaria; mostrar su transfobia al aprobarse la ley Trans o vincular la falta de mano de obra con supuestas ‘paguitas’. Esto, además de un chorreo de insultos a cargos del PSOE como al presidente de Asturias; negarse a definir el franquismo como dictadura o llamar “señoritos” a los productores de cine en los Goya. O convertir su dimisión como vicepresidente de Castilla y León, impuesta por el partido, en un alegato xenófobo.
Esa dimisión del gobierno autonómico fue otro motivo de enfrentamiento con la dirección de Santiago Abascal. El propio Gallardo reconoció no estar de acuerdo en la ruptura de los pactos de gobierno con el PP en el verano del 2024, que supuso su salida del Gobierno hacia las Cortes de Castilla y León, aunque asumió la decisión tomada.
García-Gallardo en la manifestación contra la amnistía en Madrid, en noviembre de 2023
Montserrat Lluis ya se había ido del gobierno de Castilla y León un año antes de la ruptura del pacto entre PP y Vox. Salió del puesto “a petición propia”, que fuentes de Vox señalan como hartazgo por no haber sido capaz de controlar a Gallardo. Tras un intento fallido de acomodo en las listas electorales de las elecciones generales del verano del 2023, Lluis recaló en la dirección nacional de Santiago Abascal como vicesecretaria de Acción de Gobierno, encargada de coordinar a los cargos en los territorios. Se convirtió de facto en la jefa de García-Gallardo tras haber sido antes su subordinada. Y las tensiones no hicieron más que aumentar entre ambos, según señalan fuentes del partido.
La pérdida de la vicepresidencia provocó que García-Gallardo se quedara también sin coche oficial y sin asesores propios. Según fuentes de Vox, Gallardo intentó recolocar como asesor en las Cortes de Castilla y León a José María Barrio Gil-Fournier, con el que está emparentado por la rama paterna y que fue su principal cargo de confianza en su época de vicepresidente. La negativa de la sede nacional a esta petición no hizo sino aumentar la distancia ya existente entre el burgalés y la sede madrileña.
La salida de la política activa de García-Gallardo se hizo aprovechando la otra crisis abierta en el partido en Castilla y León, que expulsó a dos procuradores por Burgos y Salamanca, Ana Rosa Hernando y Javier Bernardo Teira, que habían reclamado más “democracia interna”. Vox le acusó de negarse a firmar las expulsiones, pero Gallardo desmintió al partido señalando en COPE que pese a no firmar su salida tenía sus propias motivaciones, sin ocultar su enfrentamiento abierto con la dirección nacional de Abascal. Habló de “chantaje”, “guerra sucia” y “zancadillas” en la formación de extrema derecha. Gallardo, de hecho, rechazó las primarias que reclamaban los expulsados, en coherencia con su propia llegada gracias al dedo de Abascal y que provocó roces con otros militantes como la propia Hernando.
En los últimos tiempos era un secreto a voces en el partido que García-Gallardo ya no era el favorito de la dirección de Santiago Abascal para seguir liderando la formación en la comunidad. Su nuevo hombre fuerte es Carlos Pollán, presidente de las Cortes autonómicas y principal cargo público. De perfil más dócil y menos estruendoso que Gallardo, Pollán sigue las instrucciones del partido al dedillo, como reconvertir la Fundación Castilla y León en un chiringuito al servicio de la ideología de Vox y provocar que la abandonen los partidos de izquierdas y sindicatos y que hasta el PP acabe montando otra fundación similar pero controlada desde el gobierno autonómico.
Este jueves Santiago Abascal ha pedido a sus militantes y cargos públicos “dejar de mirarse el ombligo”, en sus primeras declaraciones tras la crisis abierta por la salida de Gallardo. Sin mencionarle, Abascal censuró los intentos de “dañar” a Vox con las dimisiones de sus cargos señalando que son “instrumentos al servicio de un bien mayor”. García-Gallardo se ha convertido estos días de nuevo en un activo tuitero en la red social X aclarando los puntos que considera tergiversados sobre su salida de la política activa, “Hay que seguir apoyando a Vox. Es lo que voy a hacer yo, por el bien de España”.