El pedagogo que revolucionó la educación en una España con seis millones de personas analfabetas

Manuel Bartolomé Cossío fue el «alma y cuerpo» de las Misiones Pedagógicas que impulsó el Gobierno de la Segunda República para llevar la educación y la cultura a los pueblos. Sus propuestas educativas están de plena actualidad más de cien años después y la figura de Cossío sigue sin estar suficientemente reconocida. El profesor y escritor Luis Alfonso Iglesias recupera su legado en un libro.

El busto del pedagogo Bartolomé Cossío vuelve al instituto de Haro después de más de 80 años

A principios del siglo XX, España sufría un fuerte analfabetismo, con unos 6 millones de personas que no sabían leer ni escribir y un millón de niños sin escolarizar y la necesidad de crear alrededor de 27.000 escuelas. Un problema que se agudizaba en el medio rural, donde el 70% de los hombres eran analfabetos y todavía más las mujeres. Ante este contexto, el Gobierno de la Segunda República crea un ambicioso proyecto en el que se incluyen las Misiones Pedagógicas con un objetivo: acercar la educación y la cultura a los pueblos.

Y se lo encargó al pedagogo riojano Manuel Bartolomé Cossío (Haro, 1857-Collado Mediano, 1935), que no solo fue el impulsor y presidente del patronato, sino que fue el alma del proyecto que revolucionó la educación con propuestas que son base de las normativas innovadores actuales. La trascendencia de Cossío no está, sin embargo, “suficientemente reconocida”, apunta Luis Alfonso Iglesias Huelga, que ha recuperado su legado en el libro Manuel Bartolomé Cossío El arte de educar.


Imagen de archivo de una de las misiones pedagógicas

Fue “un alegato casi desesperado” del historiador Carlos Muntión por recuperar la figura del pedagogo de Haro el que despertó el interés del autor Luis Alfonso Iglesias. “Me estimuló para a investigar sobre él con el fin de incluirlo en mi libro España, la ilustración pendiente”, cuenta. Y el libro monográfico sobre su figura surgió de conocer su trascendencia histórica, “expresada tanto en la dimensión de su figura como en la actualidad de sus propuestas. El próximo jueves 13 de febrero se presenta este libro Manuel Bartolomé Cossío El arte de Educar en el Ateneo Riojano a las 18.30 horas.

Cossío fue el primer catedrático de Pedagogía Superior, director del Museo Pedagógico Nacional y sucesor de Giner de los Ríos al frente de la Institución Libre de Enseñanza. Con este currículum, el encargo de dirigir las Misiones Pedagógicas le llega al final de su vida como “la posibilidad de cumplir un viejo sueño que figuraba entre las urgencias pedagógicas por él planteadas”, apunta Iglesias. El objetivo era llevar al medio campesino misiones ambulantes con el fin de acercar la educación y la cultura a los pueblos a través de maestros y maestras, estudiantes, intelectuales, funcionarios, artistas a los que Juan Ramón Jiménez denominó “Marineros del Entusiasmo”.

El proyecto recorrió, no sin dificultades, alrededor de 7.000 pueblos en sus más de cinco años de existencia con figuras que se sumaron como Federico García Lorca, María Zambrano, Miguel Hernández, Carmen Conde, María Moliner y muchos nombres de la vida cultural española. “Solo en el primer año se crearon más de 7.000 escuelas, a la vez que se propiciaba el ritmo constante de creación de bibliotecas en cualquiera de sus formas, permanentes o ambulantes”, recoge el profesor Luis Alfonso Iglesias, autor del libro sobre Cossío.

Que alguien pudiese por vez primera conocer el cine o ver un cuadro nos indica el valor emocional y vital que supusieron las Misiones Pedagógicas

Luis Alfonso Iglesias Huelga
Escritor del libro sobre Manuel Bartolomé Cossío

En La Rioja, entre 1934 y 1936, se desarrollaron siete Misiones Pedagógicas que llevaron la esperanza de la cultura y la educación a 52 pueblos riojanos, según repasaba un número de la revista Piedra de Rayo en 2018. “Que alguien pudiese por vez primera conocer el cine o ver un cuadro nos indica el valor emocional y vital que supusieron las Misiones para muchas personas”, pone en valor Iglesias.

Las Misiones Pedagógicas nacen de la mano de la Institución Libre de Enseñanza, que desde 1876 hasta la Guerra Civil de 1936 “se convirtió en el centro de gravedad de toda una época de la cultura española y en un cauce para la introducción en España de las más avanzadas teorías pedagógicas y científicas que se estaban desarrollando fuera de las fronteras españolas”. Por ejemplo, Luis Alfonso Igleisias destaca muchas corrientes educativas actuales que ya era propuestas de Cossío: la coeducación, la negativa al adoctrinamiento religioso en los centros de enseñanza, la importancia de los idiomas y del contacto entre la vida y el aula, la conexión efectiva entre todas las etapas de la enseñanza, la revalorización de la Formación Profesional, la defensa del aprendizaje cooperativo y del análisis crítico del conocimiento para poder ser transformado, el uso creativo del conocimiento frente a la memorización meramente acumuladora o la necesidad de un acuerdo estatal sobre educación. Muchas de ellas, por cierto, no conseguidas todavía.


Portada del libro Manuel Bartolomé Cossío El arte de educar

“Para Cossío, la educación era un acto de amor”, resume el investigador sobre su legado. Sus tesis defendían que “la educación tiene que mostrar el camino hacia la vida en plenitud arrancando los estereotipos sociales para que el alumno pueda, en definitiva, aprender a ser libre”. Por tanto, huía de la enseñanza memorística, la monotonía en el aprendizaje, la atadura de los temarios y los libros de texto o “el adiestramiento a través de los exámenes concebidos como un fin en sí mismos”.

Manuel Bartolomé Cossío había fallecido unos meses antes, pero el golpe militar de 1936 y los cuarenta años de dictadura franquista que le siguieron dio marcha atrás a todos la renovación y el avance educativo que habían conseguido las Misiones Pedagógicas, además de asesinar a los docentes. La modernización de la educación que se había alcanzado se transformó, según apunta Luis Alfonso Iglesias, en “un sistema basado en el adoctrinamiento y el dogmatismo que supuso, de hecho, la negación del propio significado de la palabra educación”.

Frivolizar con el pasado es el camino más corto para que el pasado retorne en su versión más trágica»

Luis Alfonso Iglesias Huelga
Escritor del libro sobre Manuel Bartolomé Cossío

Lo borró tanto que incluso se llevó el nombre de Bartolomé Cossío del instituto de Haro, uno de los escasos reconocimientos que tiene uno de los pedagogos más importantes de la historia. En 1936 se había creado con su nombre el instituto, hasta que en la Guerra Civil acabó con estas instituciones y el edificio pasó a denominarse Instituto Marqués de la Ensenada. Con posterioridad, Haro tuvo dos institutos con los nombres de Bartolomé Cossío y Marqués de la Ensenada hasta que en 2012, siendo consejero de Educación el actual presidente de La Rioja y también jarrero, Gonzalo Capellán, se unificaron ambos centros creándose el IES Ciudad de Haro. El Gobierno del PSOE devolvió el nombre de Cossío al centro de secundaria en 2023.

Para Luis Alfonso Iglesias el reconocimiento de Cossío es una deuda pendiente y cree que el 90 aniversario de su fallecimiento, que se cumple este año, es la oportunidad para recuperar su legado. Y es que la memoria es, para este profesor, el principal escudo “en estos tiempos de memoria líquida en el que parece que algunos añoran, incompresiblemente, tiempos tenebrosos”. En este sentido, teme la actualidad y advierte: “Frivolizar con el pasado es el camino más corto para que el pasado retorne en su versión más trágica”, por lo que apuesta por el papel de la educación “de enseñar el pasado con una mirada crítica, sin temor ni temblor. Porque contra las mentiras, los bulos y las injusticias podemos oponer la sensibilidad del arte y el potencial crítico de la inteligencia”. Ya lo decía Cossío: “Decir bellas palabras y ejecutar nobles hechos”

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