Los Romeo y Julieta españoles merece estar a la altura de la celebración anglosajona del 14 de febrero
San Valentín y la química del amor: esto es lo que le pasa a tu cerebro cuando te enamoras
Como cada febrero, Teruel se viste de escenario medieval para narrarnos una de las tragedias románticas más conocidas y reproducidas de España: la de los Amantes de Teruel, Juan Martínez de Marcilla e Isabel de Segura. Esta festividad, conocida como las Bodas de Isabel de Segura, es una de las más esperadas en todo Aragón, combinando tradición, cultura y una ambientación que verdaderamente consigue transportar a los visitantes a la Edad Media.
La celebración tiene como eje la representación teatral de los últimos días de los Amantes, una leyenda que habla de amor, destino y sacrificio, al más puro estilo shakespeariano en ‘Romeo y Julieta’. Este año, las Bodas de Isabel se celebrarán del 20 al 23 de febrero, llenando las calles de la ciudad con actividades que atraen tanto a locales como a turistas.
Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, este evento no solo rinde homenaje a la historia de los Amantes, sino que también pone en valor el patrimonio cultural y artístico de Teruel. Una fiesta ideal para reinventar nuestras costumbres románticas y alejarnos de las influencias anglosajonas que nos han invadido a través de la cultura de Hollywood, como San Valentín.
San Valentín no es una festividad propia
A pesar de la gran importancia del amor en las leyendas y confección de la cultura española, San Valentín no es una festividad con raíces asentadas en nuestro país. Los castillos, fortalezas y ciudades suelen tener un mito que parte de amores imposibles, familias enfrentadas o romances trágicos, pero el 14 de febrero no es nuestro día del amor.
De hecho, su origen se encuentra en la tradición anglosajona, donde se celebra el día del amor -y la amistad, aunque no tan conocido- este día del mes en honor al violento asesinato del mártir San Valentín, un sacerdote de la iglesia cristiana que, según la leyenda, casaba a las parejas de modo oculto durante la persecución romana a los paganos.
En España, el día de San Valentín ha sido adoptado principalmente por influencia comercial y cultural, pero no tiene un arraigo histórico propio. En cambio, tenemos leyendas autóctonas que narran historias de amor tan intensas como las del mártir, como es el caso de los Amantes de Teruel. En este sentido, la festividad de las Bodas de Isabel de Segura podría considerarse la verdadera celebración española del amor, ya que está basada en una historia que forma parte del acervo cultural del reino de Aragón y, por tanto, de los orígenes de lo que hoy día es España.
La historia de los Amantes de Teruel
La leyenda de los Amantes de Teruel se remonta al siglo XIII y narra la trágica historia de amor entre Juan Martínez de Marcilla e Isabel de Segura. Según el relato, Juan e Isabel eran dos jóvenes profundamente enamorados, pero la familia de Isabel, de alta posición social, se oponía a la unión debido a la falta de riquezas de Juan. Ante esta situación, el joven decidió partir a la guerra con la promesa de regresar en cinco años con la fortuna suficiente para casarse con Isabel.
Como cuenta Turismo de Aragón con la historia de la Fundación Amantes de Teruel, “peleando contra los moros, ganó pasados cinco años cien mil sueldos, por mar y por tierra. La doncella en este tiempo fue muy importunada por el padre para que tomase marido. Su respuesta era que había votado virginidad hasta que tuviese veinte años, diciendo que las mujeres no debían casar hasta que pudiesen y supiesen regir su casa. El padre como la amaba la quiso complacer”.
Pero al cumplirse el plazo y sin noticias de su amado, su padre la obligó a casarse con otro hombre. Justo después de la boda, Juan regresó a Teruel y, al enterarse de la noticia, desesperado, fue a ver a Isabel para pedirle un último beso. “El enamorado se puso tras el lecho de su amada ya desposada y le dijo: bésame que me muero y ella repuso: No quiera Dios que yo falte a mi marido. Por la pasión de Jesucristo os suplico que busquéis a otra, que de mí no hagáis cuenta, pues si a Dios no ha complacido, tampoco me complace a mí. Él dijo otra vez: bésame que me muero; repuso ella: No quiero”, y ahí mismo Juan Martíenz de Marcilla murió de pena.
En su funeral, Isabel, llena de remordimiento y amor, “no se preocupó de otra cosa más que de ir hacia el muerto. Le descubrió la cara apartando la mortaja, le besó tan fuerte que allí murió. Las gentes que venían que ella, que no era parienta, estaba así sobre el muerto, fueron para decirle que se quitase de allí pero vieron que estaba muerta”.
Fue así, según cuentan desde Turismo de Aragón, cómo conmovidos por su historia los habitantes de Teruel decidieron enterrarlos juntos en la iglesia de San Pedro, donde hoy descansan sus restos en el Mausoleo de los Amantes, uno de los lugares funerarios más bonitos y visitados de nuestro país.