Un análisis determina que los tóxicos presentes en la cubierta restaurada de ‘El Lirio’ superan por mucho los baremos genéricos de referencia establecidos por la Comunidad Autónoma en el año 2007. Se ha invertido en la obra más de seis millones de euros públicos
El Gobierno de la Región de Murcia y la mercantil pública Tragsa culminaron en 2024 las obras de recuperación y sellado de ‘El Lirio’, el depósito minero más peligroso de toda la Comunidad, vertiendo sobre la capa superficial del renovado terreno miles de toneladas de una supuesta “tierra vegetal de primera calidad” que, en realidad, es una tierra contaminada por metales pesados y repleta de, entre otros residuos, escorias de la antigua fundición del plomo. Se trata de un hecho que ha confirmado elDiario.es a raíz de la sospecha del edafólogo José Matías Peñas tras la extracción de unos acopios de tierra también cargada de contaminantes en la corta de Los Blancos que coincidió temporalmente con los trabajos de restauración ambiental ejecutados en el depósito.
Por dicha tierra contaminada vertida en ‘El Lirio’, que carece de cualquier valor comercial, que presenta, entre otros elementos tóxicos, 400 miligramos por kilogramo (mg/kg) de plomo, 743 de zinc o 46,4 de arsénico, y cuya procedencia exacta no ha especificado a este periódico ni el Ejecutivo autonómico ni Tragsa, se pagó, según la documentación oficial a la que ha tenido acceso, un total de 313.950 euros de dinero público a la constructora González Soto S.A.
El montante liberado para efectuar la totalidad de las obras acometidas en la instalación minera, que está situada en el término municipal de Cartagena y en plena cuenca vertiente del Mar Menor, es de 6,2 millones de euros, de los cuales cuatro pertenecen a una subvención otorgada por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) y, el resto, a la Administración murciana, promotora del proyecto.