Los sondeos vaticinan un crecimiento de la ultraderecha independentista que lidera Sílvia Orriols mientras su discurso contrario a la inmigración ha contagiado ya a una parte importante de los votantes de Junts
Los votantes de Junts superan a los del PP en el rechazo a la inmigración, según una encuesta
La última encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) detectó en noviembre una tendencia que es la que más se comenta en privado y menos en público en los ámbitos políticos: Aliança Catalana está subiendo y mucho. En el citado sondeo, los ultras independentistas, cuya cara más conocida es Sílvia Orriols, se disparaban hasta obtener siete escaños (ahora tienen dos). En ese escenario estarían en disposición de superar a los Comuns y la CUP.
En las autonómicas, Aliança Catalana logró un 3,8% de los votos, que se tradujeron en un diputado por Girona y otro por Lleida. Su perfil de elector se asemeja mucho al de Vox. Solo les diferencia la bandera, algo que ahora en Catalunya cotiza más bien a la baja. También según un estudio del CEO, mayoritariamente son hombres (solo un 26% son mujeres). La media de edad es de 49 años (la más baja solo por detrás de los que apoyan a la CUP, cuya media es de 39 años). El 96% han nacido en Catalunya. Y otro dato interesante: se informan principalmente por la televisión, pero llama la atención que junto a los votantes de Vox son los que más recurren a Tik Tok.
Como el resto de formaciones de extrema derecha europeas, si hay algo que define a Aliança es que se trata de un partido islamófobo. Sería con diferencia, la característica que más la define, por encima de su defensa de la unilateralidad como vía para lograr la independencia. Recaba sus apoyos sobre todo en poblaciones de menos de 10.000 habitantes y especialmente en las comarcas cercanas a Ripoll, su alcaldía emblemática, así como en algunos municipios de la zona más agrícola de Lleida.
Ripoll, como laboratorio de pruebas, demostró que los votantes que se dejó Junts los ganó Aliança Catalana. Orriols, tras quedarse sin presupuestos, perdió a finales de enero la cuestión de confianza y ahora el resto de formaciones, Junts, PSC, ERC, CUP y Som-hi Ripoll, están negociando una alternativa para sustituirla al frente del consistorio. Hace dos años fueron incapaces de ponerse de acuerdo para evitar que Orriols fuese alcaldesa y en este tiempo ella ha explotado su populismo xenófobo tanto en el Parlament como en el ayuntamiento. Los partidos de la oposición no lo tienen fácil y deberán aplicarse, pese a sus diferencias, para evitar que la líder de Aliança siga creciendo y no solo en su municipio.
Quien tiene más dificultades para mantener el cordón sanitario frente al partido de Orriols es Junts. Cálculos posteriores a las últimas elecciones autonómicas señalaron que la mitad de los votos de Aliança proceden del partido de Puigdemont. Más del 10% de los votantes de Junts del 2021 se habrían pasado en 2024 a la formación ultra.
El discurso xenófobo de Aliança, el mismo que el de otras formaciones ultras del resto de Europa, empezando por Vox, está influyendo en la mayoría de formaciones, especialmente en las ubicadas en el espacio de la derecha. La encuesta del Institut de Ciències Polítiques i Socials (ICIP) presentada este miércoles es reveladora porque ayuda a entender el empeño de la formación de Carles Puigdemont por reclamar al Gobierno el traspaso de las competencias de migración.
Según este sondeo, los votantes de Junts son los más contrarios a la inmigración tras los de Vox y Aliança. Son los electores que en un año han evolucionado hacia posiciones más radicales hasta el punto de que ya superan a los del PP.
Si en 2023 el 48,3% de los votantes de Junts se mostraron a favor de limitar la entrada de inmigrantes, en 2024 el porcentaje ha subido hasta el 67,4%, casi 20 puntos porcentuales. El 100% de los votantes de Aliança y el 85,7% de los de Vox defienden esta posición.
El expresident Artur Mas comparó hace unos días la llegada de los islamófobos independentistas al Parlament con la de la CUP y defendió que igual que se habló con la CUP habría que hacerlo con Aliança Catalana. “No se puede decir que hay votos buenos y malos. Con esto quiero decir que se tiene que diferenciar entre hablar con Aliança Catalana y hacer estrategias conjuntas con Aliança Catalana. Porque se tiene que hablar, pero no montar estrategias conjuntas”, argumentó.
Con no poca incomodidad por ser Mas quien es y por haber dicho lo que dijo, Jordi Turull intentó zanjar el debate rápidamente contestando que la política de pactos la fijan los órganos de dirección de Junts. De momento esa política excluye acuerdos con Aliança aunque es evidente que su irrupción está condicionando el discurso del partido de Puigdemont. Desde alcaldes que vinculan inseguridad a inmigración a ligar su apoyo a los Presupuestos a la cesión de competencias en gestión migratoria para Catalunya.
Pese a endurecer el discurso, la relación de Junts con Aliança dista mucho de ser la del PP con Vox. Los posconvergentes han optado por no aliarse con los ultras independentistas mientras el PP ha abierto las puertas de las instituciones al partido de Abascal. Son gobiernos más que inestables y en los que Vox sigue alimentando la antipolítica desde dentro, algo que, según los sondeos, le funciona. Que Aliança no acabe convirtiéndose en un fenómeno similar a Vox depende de todas las formaciones, especialmente de Junts, pero no solo de Junts.