Sumar y los demás aliados de izquierda coinciden con el PP para oponerse a que los beneficiados por el SMI paguen a Hacienda. El PSOE se queda tan solo que no hay que descartar que rectifique, porque el gran perjudicado sería el futuro del Gobierno
Por qué subir el umbral exento del IRPF afecta a todas las rentas y otras claves del impuesto sobre el salario mínimo
El PSOE y el PP van alternándose en la siempre poco agraciada tarea de hacernos la vida interesante a los periodistas. Como los conductores morbosos en carretera, nada causa más interés que contemplar los efectos de un accidente grave. Hace unas semanas, fue el PP el que embistió a gran velocidad contra una pared de ladrillos cuando rechazó el decreto ómnibus que incluía la subida de las pensiones para luego decir que votaría a favor. En esta ocasión, le ha tocado a los socialistas perder el control del vehículo, y eso que circulaban por una recta con buena visibilidad. El aumento del salario mínimo era uno de esos momentos que debían disfrutar junto a Sumar. Fueron lo bastante hábiles como para convertir un triunfo en el anuncio de una muy posible derrota.
Lo cierto es que esta semana pintaba bien para el Gobierno. Se votó el miércoles el decreto ómnibus en una versión similar a la que fue derrotada semanas atrás. Salió adelante gracias al pacto del PSOE y Junts ante el que el PP se vio sin más opciones que apoyarlo con sus votos. El impacto positivo había empezado a diluirse un día antes en el lugar más inesperado, la rueda de prensa del Consejo de Ministros, donde Pilar Alegría y Yolanda Díaz se pelearon cordialmente. Las miradas lo decían todo.
El PP, Sumar y Podemos han presentado sendas proposiciones de ley para elevar el mínimo exento y que no tributen los perceptores del SMI después de la subida a 1.184 euros mensuales. Ya se verá qué vota cada partido con cada propuesta, pero lo que está claro es que los argumentos del PP aparentan ser similares a los de esos partidos de izquierda, incluidos otros como ERC y EH Bildu.
Seremos testigos de unos cuantos malabarismos. Una parte de la izquierda tendrá que comprar el discurso fiscal de la derecha, que dice que el dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos. El PP pedirá beneficiar a unos trabajadores a los que negaba la última subida del SMI, como hizo en las anteriores. Queda la duda de si el PSOE preferirá morir en la colina del IRPF u optará por rectificar.
La división entre el PSOE y Sumar tuvo como consecuencia que los titulares apostaran por las diferencias entre ambos más que en el acuerdo sobre el aumento del salario mínimo. En este caso, no se puede culpar a sus autores. El Ministerio de Hacienda decidió filtrar el martes su decisión final sobre el IRPF sin esperar a que terminara la rueda de prensa y la portavoz Alegría acudió a la cita con los gráficos correspondientes. Díaz no se quedó atrás e insistió en no ceder en ese punto. Sumar necesita reivindicaciones que le distingan del PSOE y que además lleguen a buen puerto.
Los socialistas comentaron después que la vicepresidenta lo sabía todo, que en el informe de los expertos ya estaba todo claro. Pero no fueron los expertos los que decidieron subir el SMI, sino el Gobierno. Se trataba, por tanto, de una decisión política que dependía del Consejo de Ministros.
Si alguien esperaba que el PSOE defendiera en el hemiciclo la necesidad de que un grupo reducido de receptores del SMI tenga que pagar unos euros de más se quedó con las ganas. Pedro Sánchez no quiso entrar en el debate durante la sesión de control, más allá de presumir de que sus gobiernos han aumentado un 61% el salario mínimo en siete años. Quien lo tenía difícil para negarse a una explicación ni siquiera apareció en el Congreso. María Jesús Montero estaba enferma “con fiebre”, según su Ministerio. En el PP, su portavoz, Miguel Tellado, se lo tomó a cachondeo: “Supongo que sufre una indigestión después de haberse tragado todas sus palabras”.
Para salir del paso y porque no podía evitar que los periodistas le preguntaran, Patxi López, portavoz del grupo, defendió que no puede haber excepciones: “Todos los salarios tributan y, cuando un salario mínimo pasa del mínimo exento, pues se puede hablar, pero tributará, como todo lo que tributa en este país”. No hay que descartar que el PSOE descubra muy pronto que desde luego que puede haber excepciones. Habrá que esperar a que a Montero le baje la fiebre.
Quien tenía que aprovechar el regalo del Gobierno era Alberto Núñez Feijóo, que lleva un tiempo sin encajar un buen golpe parlamentario en la mandíbula de Sánchez. Esta vez, se lo pusieron tan fácil que no podía fallar. “Quedarse con la mitad de la subida ni es progresista ni es justicia social”, dijo. No es del todo cierto, porque se calcula que no estar libres de cotizar en el IRPF sólo supondría una merma económica al 20% de esos contribuyentes, los que son solteros sin hijos.
Feijóo estuvo más ingenioso cuando metió el cuchillo en las heridas de la izquierda: “Señora Díaz, a Pablo Iglesias esto no se lo habrían colado”. Hay que decir que de momento no se la han colado a Díaz. De hecho, Sumar puede encontrarse con que reciba el apoyo del PP en la votación de la proposición de ley con la que se amplíe la exención fiscal a todos los que reciben el SMI. La ministra de Hacienda quedaría totalmente desautorizada y eso es lo que debe valorar Moncloa en estos momentos.
Conversación de Yolanda Díaz con Félix Bolaños en el pleno del miércoles.
En el fragor de la batalla, no está claro cómo quedará el concepto de responsabilidad fiscal. El PP no tendrá ningún problema. En los últimos años, se ha inventado la idea de “infierno fiscal” en España y denunciado como intolerable que el Estado recaude más cuando aumenta la actividad económica (lo raro sería lo contrario).
En la izquierda, Sumar y otros defenderán que hay que proteger a las rentas más bajas, que son las que perciben el SMI, aunque en esta ocasión tendrán que olvidar un mensaje tradicional en la izquierda, el que dice que todos deben pagar impuestos con los que financiar el Estado del bienestar. Sin esos impuestos, no hay servicios sociales ni sanidad o educación públicas. El cambio al que se opone Hacienda afectaría a todos los tramos del IRPF y podría tener un impacto de 1.500 millones, según un cálculo de la Agencia Tributaria. En ese caso, estarían bien saber de dónde saldrá el dinero que se pierda.
Los aumentos del SMI desde los 736 euros al mes de la época de Rajoy han añadido hasta ahora 448 euros a los salarios más bajos. Con el último incremento, un 20% de ellos –en torno a medio millón de contribuyentes– tendrá que aportar 25 euros mensuales por IRPF sobre los 50 extra que les ha reportado la última subida. La otra duda es cómo quedarían los que ganan un poco más. Aquellos trabajadores que cobren 1.200 o 1.300 euros mensuales pensarán que salen perjudicados.
Más allá de las consideraciones fiscales, este debate obligará a retratarse al PSOE y a todos sus socios de la izquierda. Puede que se imponga el enfoque pragmático por muchos inconvenientes que tenga. Si toda la derecha va a votar a favor de esa exención fiscal, y eso incluye al PP, Vox, Junts y PNV, tendrá los votos necesarios para que salga adelante. En la batalla de la propaganda, no quedaría muy bien que toda la izquierda se coloque en el bando contrario.
Esos 25 euros darían mucho juego en los argumentarios de algunos partidos. Así es la política. A veces la mejor solución es la que no te deja desnudo ante los ataques del enemigo.