El candidato de Trump para supervisar las principales agencias de salud de EE UU es un activista antivacunas. Los expertos alertan de que su liderazgo puede suponer el regreso de enfermedades controladas durante décadas
El Senado confirma al antivacunas Robert F. Kennedy Jr para dirigir del Departamento de Sanidad de Trump
Robert F. Kennedy Jr. ha sido confirmado por el Senado de Estados Unidos como secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) este jueves, con una votación de 52 a 48. Todos los senadores demócratas y el republicano Mitch McConnell votaron en contra de su nombramiento.
Kennedy, de 71 años, es un abogado ambientalista conocido por su escepticismo hacia las vacunas. Durante el proceso de confirmación, aseguró a los senadores que protegería los programas de vacunación existentes, lo que le ayudó a superar la oposición de senadores republicanos.
Como secretario del HHS, Kennedy supervisará agencias clave como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), gestionando un presupuesto de más de 3 billones de dólares destinado a programas de salud como Medicare y Medicaid, que atienden a más de 140 millones de estadounidenses.
Robert F. Kennedy Jr., el hombre elegido por el presidente Donald Trump como secretario de Sanidad, saltó a la fama nacional como uno de los activistas antivacunas más perseverantes e influyentes del país. Como secretario de Sanidad, el abogado medioambientalista, que carece de experiencia en el sector, supervisará las principales agencias de salud del país.
Kennedy respaldó la campaña de Trump tras abandonar su propia candidatura a la presidencia en agosto. Es hijo del exfiscal general y candidato presidencial Robert F. Kennedy, y sobrino del presidente John F. Kennedy. La hija de este último, Caroline Kennedy, ha dicho públicamente que su primo “no es apto” para el cargo y no ha dudado en afirmar que es un “depredador”.
Formado como abogado medioambientalista, Robert Kennedy, conocido en EEUU con las siglas RFK Jr, se ha hecho famoso por difundir teorías conspirativas, bulos y falsedades, así como por cuestionar la investigación científica. A menudo se ha presentado como alguien mejor cualificado que los científicos para entender las enfermedades y la epidemiología.
De hecho, más de 75 premios Nobel han pedido al Senado de Estados Unidos que no lo confirme para este cargo.
Kennedy ha difundido las afirmaciones infundadas de que el autismo infantil está vinculado con las vacunas, ha promovido la falsa idea de que el VIH no es la causa del sida y también ha relacionado, sin fundamento, ciertos antidepresivos con el aumento de los tiroteos en las escuelas y el uso de un herbicida con el aumento de jóvenes que se declaran transexuales.
Un estudio de 2019 reveló que la organización de Kennedy era una de las dos principales financiadoras de anuncios antivacunas en Facebook. En 2021, el Center for Countering Digital Hate (Centro para contrarrestar el odio digital) lo nombró uno de los 12 principales difusores de desinformación en Internet sobre la vacuna contra la COVID-19.
En particular, Kennedy’s Children’s Health Defense, el grupo antivacunas sin ánimo de lucro que dirigía hasta convertirse en candidato presidencial, inundó Samoa con desinformación sobre vacunas antes de un devastador brote de sarampión en 2019. El ahora nuevo secretario de Salud de Estados Unidos, envió una carta al primer ministro de Samoa en la que indicaba que la vacuna contra el sarampión podría ser la causa del brote.
Años antes se había estrenado en Samoa Vaxxed, un documental antivacunas realizado por personas del círculo de Kennedy.
Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota, ha señalado que incluso si no se modifican las políticas públicas tras su confirmación, que las autoridades con el sello del gobierno federal se manifiesten en contra de las vacunas “desalienta a las personas que de otro modo podrían vacunarse, y en la práctica es tan perjudicial como no tener ninguna vacuna”.
Las consecuencias no son teóricas sino que ya se pueden cuantificar. Sin ir más lejos, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU publicaron un informe a final del año pasado según el cual menos de uno de cada seis trabajadores sanitarios había recibido las vacunas contra la COVID-19 actualizadas para la temporada de virus respiratorios 2023-24, y menos de la mitad se había vacunado contra la gripe.
La vacunación infantil también ha descendido desde la pandemia. Los investigadores señalan que las principales razones son las dudas sobre la vacunación y la desinformación.
“Olvidamos cómo era este país hace 50 años: cuántos niños morían cada año de polio, tos ferina, sarampión”, ha subrayado Osterholm: “Vamos a asistir al regreso de enfermedades que hemos controlado durante décadas”.
Robert Kennedy también ha recomendado eliminar el flúor del agua potable, aunque los niveles de flúor son obligatorios para los gobiernos estatales y locales. Ha luchado contra los alimentos ultraprocesados (el único punto en el que coincide con políticos de todo el espectro, como Bernie Sanders) y el uso de herbicidas como el Roundup, y critica desde hace tiempo las grandes explotaciones comerciales y las operaciones para la alimentación de animales que dominan la industria.
Asimismo, quiere acabar con la “puerta giratoria” de empleados que tienen antecedentes laborales en empresas farmacéuticas o que abandonan la administración pública para trabajar en el sector. También quiere despedir a 600 empleados de los Institutos Nacionales de Salud, que supervisan la investigación sobre vacunas, y contratar a 600 nuevos trabajadores.
Traducción de Emma Reverter