El renacer de los clubes de barrio en la era del fútbol negocio: «La gente no soporta la mercantilización de este deporte»

El derbi barcelonés entre CE Europa y UE Sant Andreu, dos clubes de barrio que han multiplicado su masa social en pocos años, ejemplifica el auge del fútbol popular como refugio frente al negocio del balón

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Cuando la palabra fútbol llega a una sobremesa, es casi inevitable pensar en equipos como el Barça o el Real Madrid. Pero, ¿y si para algunos aficionados estos dos fueran unos segundones? ¿Y el gran derbi catalán no es para ellos el Barça-Espanyol, sino el que enfrenta este domingo al CE Europa con la UE Sant Andreu en la categoría Segunda RFEF? ¿Y si la verdadera primera división fuera la del fútbol popular?

Los clubs de barrio en Barcelona viven un auténtico boom de aficionados en los últimos años. Los más de 6.000 seguidores que llenarán este domingo el estadio del CE Europa suponen una cifra inaudita hasta hace poco y que responde a varios factores. Según los responsables de estos equipos y los expertos, se debe a unos grandes clubes cada vez más inaccesibles y entregados a la lógica mercantil, pero también a una ciudad gentrificada en la que es cada vez más difícil conservar esencias como las que alberga el césped de un campo de barrio.

Carles Viñas, historiador que ha investigado ampliamente el fenómeno del fútbol popular, lo contrapone al fútbol de élite o altamente profesionalizado y explica que es un deporte que aún conserva un espíritu amateur o semiprofesional. Permite acercar la competición al aficionado, añade, hasta el punto que los seguidores son el barrio donde han crecido.

Un día de partido en el estadio Nou Sardenya, la casa del Europa; en el Narcís Sala, la del Sant Andreu; o en el Camp Municipal del Guinardó, del Martinenc, es casi una experiencia religiosa. O al menos así lo sienten sus aficionados.


Imagen histórica del equipo de la UA Horta recuperada para e del centenario del club

“Existe un descontento generalizado de la gente con la mercantilización del fútbol moderno y esto ha sido la semilla de nuestro crecimiento”, afirma Ramon Armengol, directivo del Área Social del CE Europa. Este club del barrio de la Vila de Gràcia, en la capital catalana, llegó a ser uno de los grandes de Catalunya en el siglo pasado, pero en 2007, cuando celebró su centenario, contaba con medio millar de socios. “La mayoría eran de edad avanzada, socios de toda la vida”, añade Armengol.

Esa realidad, que Armengol hace extensiva a otros clubes barceloneses, es hoy radicalmente distinta. En los últimos años estos equipos han protagonizado una remontada digna de un partido que se decide en el último minuto. En muy poco tiempo y sin hacer ruido, equipos como el Sant Andreu han pasado de contar con 777 socios en 2021 a alcanzar los 4.583 en la actualidad. El Europa, que en 2021 tenía 495 socios, se ha disparado hasta los 2.750.

Y no se limita a estos dos protagonistas del futbol popular. El Martinenc, nacido en Sant Martí pero arraigado en el barrio del Guinardó, se suma a esta remontada con un crecimiento evolutivo remarcable en los últimos cinco años. Aunque no todosvivenn la misma circunstancia, como le ocurre a la UA d’Horta. “El Horta aún no ha recuperado toda la afición que tenía en los años 60, la animación actual en el barrio es mínima”, explica Xavier Giménez, vicepresidente de la UA d’Horta. “Si dependiéramos solo de nuestros socios, ya habríamos colgado las botas”, añade.

Viñas destaca que no se puede extrapolar el fenómeno a todos los clubes, ya que cada uno tiene su propia tradición, contexto y tejido asociativo, lo que influye en su evolución. “Que surja un grupo de jóvenes decidido a revitalizar la masa social de un club depende de muchos factores”, añade. Y admite que esto no ha ocurrido en el Horta y en otros equipos, o ha sucedido en menor medida. “En cambio, en la rivalidad entre el Europa y el Sant Andreu sí se ha dado este proceso, y creo que esta competencia entre ambos ha sido clave para alimentar el crecimiento de su afición”.

Según este historiador, el auge del fútbol de barrio no se puede entender sin la expansión del fútbol negocio. “Creo que es un binomio inseparable”, afirma. El historiador retrocede a los años 90, cuando se creó la Premier League en Inglaterra, surgieron las plataformas de pago por televisión, y los altos precios de las entradas empezaron a expulsar a la afición popular de las gradas en favor del turismo y los ciudadanos de mayor poder adquisitivo.

En este sentido, Gerard Álvarez, portavoz de la UE Sant Andreu, subraya el compromiso del club con el fútbol popular, apostando por un modelo accesible y cercano, con iniciativas como mantener precios reducidos y asequibles para la afición.


La afición del Sant Andreu, vibrante en el derbi contra el Europa, el 17 de noviembre de 2024 en el estadio Nou Sardenya

Viñas sostiene que, ante la mercantilización del fútbol moderno, muchos aficionados han buscado regresar a los valores y la esencia que creen que debe conservar este deporte. Por ello, han vuelto a las gradas de barrio, al ‘fútbol de kilómetro 0,’ donde la proximidad les permite no solo presenciar los partidos, sino sentirse parte fundamental de ellos.

“Es también cuestión de autenticidad. Desde la grada oyes al jugador, al entrenador, al árbitro, ves cómo interactúan. Luego, bajas al bar del club, ves al equipo, los ves comiéndose un bocata y hasta comentas el partido con ellos… es algo muy real”, admite David Alonso, presidente del FC Martinenc.

Un signo de identidad en plena espiral de gentrificación

El sentido de pertenencia también es un motivo clave que explica el crecimiento de esta afición. Los clubes, añaden las fuentes consultadas, ayudan a cohesionar comunidades que sufren la gentrificación y la evolución de Barcelona como marca y como ciudad volcada en el turismo.

“Las personas que han tenido que irse de la Vila de Gràcia por todos estos motivos, vuelven los domingos para el partido, reforzando así los lazos comunitarios y la conexión entre vecinos”, reconoce Armengol, directivo del Área Social del Europa. “El Europa se ha convertido en un gran punto de encuentro para personas de diferentes asociaciones y perfiles, que han encontrado en el club un espacio común donde compartir su identidad graciense”, añade.

En este contexto, Viñas destaca que el fútbol popular no solo es una alternativa de entretenimiento para quienes no pueden permitirse una entrada para ver al Barça, sino también una respuesta a las dificultades que atraviesa la ciudad: el acceso a la vivienda, la precariedad laboral, la falta de oportunidades para la juventud… El crecimiento de la masa social y la energía de las gradas reflejan esta necesidad de pertenencia y refugio.

Al hablar de la afición y la juventud, es inevitable mencionar los ‘Eskapulats’ y ‘Despredicis’, los dos grupos ultras mayoritariamente integrados por jóvenes. Los primeros animan al Europa y los segundos, al Sant Andreu.

Viñas señala que los estilos juveniles como los ultras, hooligans o cabezas rapadas han perdido presencia en los grandes estadios y en las calles y han encontrado cobijo en el fútbol popular. “En un momento de homogeneización estética entre la juventud, estos grupos han encontrado refugio en estos clubes, donde ven preservados ciertos valores y esencias”, admite.


Partido entre el FC Martinenc y el CE Júpiter, otro club de barrio, disputado el 23 de marzo

Tanto el directivo del Área Social del Europa, como David Álvarez, portavoz del Sant Andreu, destacan que ‘Eskapulats’ y ‘Desperdicis’ son una parte fundamental de la afición y, junto con el resto de peñas, son quienes nutren de color y ambiente al estadio. Además, juegan un papel clave a la hora de mantener vivos los valores sociales del club.

El Europa también destaca que los ‘Eskapulats’ han reforzado aún más los valores del club, que siempre han estado vinculados a causas sociales, a ayudar a la gente y a su comunidad del barrio. “Es una grada que claramente se posiciona en cuestiones políticas y han sido el motor de todo esto, contagiando al resto de la afición y creando una conexión más fuerte con estos valores”, concluye el club.

El portavoz de la UE Sant Andreu coincide, y describe a los ‘Desperdicis’ como los que atesoran los valores fundamentales del club, que se define como antifascista, antiracista, catalanista y, sobre todo, de la clase obrera.

Tanto el Horta como el Martinenc subrayan la importancia de su afición, de carácter marcadamente familiar, y el esfuerzo que hacen por cuidarla. “Me emociona ver a nuestros socios más veteranos, con su bufanda al cuello, el nombre del club de su barrio bordado en ella, animando desde la grada junto a sus nietos, que visten la camiseta del equipo y observan a los jugadores con admiración”, expresa el presidente del Martinenc.

Para él, esta es la verdadera magia del fútbol popular: su capacidad para unir generaciones, conectar la nostalgia de los años 60 con la realidad actual de un barrio de Barcelona y mantener viva una identidad que trasciende generaciones.

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