Qué cuenta el iPhone de 2.200 euros del mundo en guerra comercial que quiere Trump

La intrincada cadena de suministro de los teléfonos de Apple es una muestra de la dificultad de desglobalizar la economía global, como pretende el presidente republicano

Europa pone en la mira a Silicon Valley y la corte tecnológica de Trump en represalia a los aranceles

Los aranceles de Donald Trump han sido devastadores para la cotización de las grandes compañías estadounidenses. El impacto se cuenta en billones de dólares. Entre ellas, destaca la caída de las tecnológicas, con Meta perdiendo un 12%; Amazon, un 10%; o Nvidia, un 15%. Apple fue la que más sufrió en términos totales, dejándose unos 300.000 millones de dólares en una sola jornada. El iPhone fue un símbolo de cómo el comercio internacional convirtió a la marca de la manzana en la más valiosa del mundo. Ahora, corre el riesgo de ser un ejemplo de cómo la guerra comercial puede derribar gigantes.

“Diseñado por Apple en California, ensamblado en China”. Fue el mensaje inscrito en la trasera de los teléfonos de la marca hasta que Apple empezó a sacar su producción de China a causa de la primera confrontación comercial que Trump lanzó contra el gigante asiático. No era una misión fácil, puesto que la cadena de suministro del iPhone se considera una de las más complejas del mundo, con minerales extraídos en minas africanas y sudamericanas para sus baterías, chips avanzados producidos en Taiwán, memorias en Corea del Sur y Japón o módems de EEUU.

Lo cierto es que a día de hoy el destino de esas rutas sigue siendo China, donde se ensamblan más del 90% de los 220 millones de iPhones que produce Apple. En total, los teléfonos suponen más de la mitad de los beneficios de la marca, que llegaron a los 35.000 millones de euros en su último trimestre. Una situación que ahora tendrá que asumir los aranceles del 24% impuestos a Japón, los del 25% que tendrán los productos de Corea del Sur, o del 10% de la República del Congo, Chile o Argentina, de donde procede el cobalto o el litio de las baterías.

Según la firma de investigación de mercado Rosenblatt Securities, esto implicará que el coste de producción de los iPhone aumentará un 43%. Si Apple lo traslada a los consumidores, esto implicaría que los modelos más caros de sus teléfonos se irían por encima de los 2.200 euros. “Todo este asunto de los aranceles a China se está desarrollando de una manera completamente contraria a nuestra expectativa, que era que a un icono estadounidense como Apple se le trataría con guante de seda, como ocurrió la última vez”, ha avisado Barton Crockett, analista de la consultora, en un comentario recogido por Reuters.

Como afirma Crockett, esta guerra comercial no tiene parangón en la historia. Algo que también se puede apreciar con el ejemplo de Apple. Entonces la marca sí consiguió mover otros de sus productos fuera de China, como los iPad o los Apple Watch, que ahora se ensamblan en Vietnam y La India. Países que ahora tienen aranceles del 46 y del 26%, respectivamente.

“Nuestros cálculos rápidos sobre el ‘Día de Liberación Arancelaria’ de Trump sugieren que esto podría golpear duramente a Apple, con un posible coste de hasta 40.000 millones de dólares para la compañía”, ha continuado Crockett, que señala que probablemente haya negociaciones en curso entre Apple, China y la Casa Blanca. “Nos cuesta imaginar que Trump quiera perjudicar a un ícono estadounidense… pero esto pinta bastante duro”.

Las complejas cadenas de suministro de la tecnología

El modelo de Apple es el que Silicon Valley ha seguido durante décadas: concepción y diseño en California, producción en el exterior. Aunque el esquema se basa en externalizar la fabricación a países con mano de obra barata, la sofisticación de los productos tecnológicos ha favorecido la creación de una red de proveedores altamente especializados. El resultado es un ecosistema global interconectado donde todas las partes dependen unas de otras. La elaboración, transporte y ensamblaje a través de diferentes países requiere una coordinación precisa y elevados estándares de calidad, incluso para productos de menor coste.

Tomar esa red y trasladarla a EEUU, como pretende Trump, no será sencillo, barato ni rápido. “La cadena de valor de iPhone es muy cerrada. Apple no puede dejar de comprar pantallas de un día para otro a una empresa japonesa, porque esas son las pantallas que necesita y que están preparadas para iPhone. Incluso para algunas pequeñas piezas sencillas de producir que se hagan, por ejemplo, en Vietnam, pongamos 10 o 12 piezas que en suma no sean demasiado dinero, puede que necesite años para empezar a producirlas en serie en otro lugar”, detalla Enrique Feás, técnico comercial del Estado e investigador principal del Instituto Elcano.


Tim Cook, detrás de Donald Trump, durante su acto de toma de posesión

Trump ha dejado fuera de los aranceles a los chips, a sabiendas de que es un componente clave en la carrera tecnológica y muy sensible a este tipo de alteraciones en la cadena de suministro. Sabe las consecuencias de ponerles palos en las ruedas, ya que vivió las roturas de stock causadas por la pandemia durante su primer mandato. El problema es que los chips son el ejemplo más extremo de cómo trabaja la industria tecnológica moderna, no una excepción.

“Hay veces que se confunden los materiales con la especialización”, avisa Feás. “Puede que haya acero en Estados Unidos y que no sea excesivamente caro en algunos casos. Tú puedes conseguir un sustituto para barras básicas de acero, pero no para elementos específicos de un móvil, ya que probablemente haya tres o cuatro empresas en el mundo que lo hagan. La globalización consiste en la especialización. El verdadero problema es que ahora esas empresas estarán sujetas a elevadísimos aranceles”.

El precio y la carrera tecnológica

Apple no ha contestado a la petición de información de elDiario.es sobre los aranceles. Feás adelanta que la marca cuenta con el músculo suficiente como para haber generado un stock lo bastante amplio que impida una subida de precios durante algunos meses. Un período durante el cual podrían producirse negociaciones para rebajar las tasas comunicadas este jueves por Trump. El republicano ya ha avanzado que está dispuesto a escuchar ofertas “fenomenales”.

El problema es que, de nuevo, Apple es solo uno de los exponentes más visibles de la industria, al igual que el resto de grandes tecnológicas estadounidenses. Hay una larga cola de compañías mucho más pequeñas investigando y desarrollando sistemas potencialmente más importantes que se verán más afectadas. “Es muy probable que una guerra comercial en múltiples frentes plantee importantes obstáculos a la industria, las universidades y los trabajadores estadounidenses que buscan competir en tecnologías avanzadas”, afirma Navin Girishankar, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), uno de los think tanks más relevantes del mundo, con sede en Washington.

El experto cita entre esas áreas la biotecnología o las ciencias de la vida, que prosperan en el noroeste del país y dependen de la “colaboración internacional, abasteciéndose de materias primas, equipos especializados e ingredientes farmacéuticos activos de socios globales, como China y Canadá”. “La naciente industria cuántica en estados como Illinois y Colorado no es la excepción”, continúa Girishankar: “Las redes cuánticas se basan en más de 15 componentes de hardware, como generadores de números aleatorios, detectores, chips cuánticos y equipos de polarización, suministrados por empresas de China, Francia, Alemania, India, Japón, Nueva Zelanda y el Reino Unido”.

Pese a que China ha pasado los últimos años recortando la ventaja con los EEUU, al comienzo del mandato de Trump su país seguía liderando en áreas clave como la inteligencia artificial, diseño de chips avanzados, supercomputación o computación cuántica. Sin embargo, los aranceles afectan las cadenas de valor de naturaleza global que le han llevado a esa posición, y en las que China está bien integrada. La duda es si dentro de cuatro años EEUU habrá conseguido bajar los impuestos y crear empleo de calidad con el dinero de los aranceles, como pretende Trump, mientas mantiene esa posición de liderazgo.

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