Restos fósiles revelan que los grandes dinosaurios tragaban cantidades colosales de comida sin masticar

El hallazgo de plantas sin triturar en el intestino fosilizado de un saurópodo muestra por primera vez que estos gigantes se alimentaban de forma indiscriminada en grandes cantidades  

Hemeroteca – Tres niños descubren un raro fósil de ‘Tyrannosaurus rex’ juvenil, un hallazgo científico ‘de película’

Hace unos 100 millones de años, el Diamantinasaurus matildae y otros grandes saurópodos de cuello largo caminaron por la Tierra como si fueran gigantescas aspiradoras de comida. Hasta ahora había evidencias indirectas de su dieta, pero el hallazgo de un intestino fosilizado (cololito) de estos dinosaurios de 15 metros de longitud y 20 toneladas en Australia confirma las sospechas de que comían enormes cantidades de plantas y añade un detalle más: se tragaban toda esta comida sin masticar.

En un trabajo publicado este miércoles en la revista Current Biology, el equipo de Stephen Poropat, de la Universidad de Curtin, muestra que el intestino contenía diversas plantas sin triturar, incluyendo follaje de coníferas, cuerpos fructíferos de helechos con semillas y hojas de angiospermas, lo que indica que el Diamantinasaurus se alimentaba de forma indiscriminada y en grandes cantidades. “Las plantas en el interior muestran evidencia de haber sido cortadas, posiblemente mordidas, pero no masticadas, lo que apoya la hipótesis de la alimentación en masa en los saurópodos”, asegura Poropat.

Las plantas en el interior muestran evidencia de haber sido cortadas, posiblemente mordidas, pero no masticadas, lo que apoya la hipótesis de la alimentación en masa en los saurópodo

Stephen Poropat
Investigador de la Universidad de Curtin y autor principal del estudio

El cololito apareció en un esqueleto subadulto relativamente completo del saurópodo Diamantinasaurus matildae, del Cretácico medio, hallado en la Formación Winton de Queensland, Australia, en 2017. El descubrimiento lleva a los autores a concluir que estos animales probablemente solo procesaban mínimamente su alimento por vía oral y que seguramente dependían de la fermentación y de su microbiota intestinal para la digestión.

Hipótesis confirmada

El conocimiento de la dieta de los dinosaurios es crucial para comprender su biología y el papel que desempeñaron en los ecosistemas antiguos. Los cololitos de saurópodos han permanecido particularmente esquivos, a pesar de que estos dinosaurios podrían haber sido los herbívoros terrestres de mayor impacto ecológico a nivel mundial durante gran parte de los períodos Jurásico y Cretácico, dado su gigantesco tamaño.


Impresión artística del aspecto de ‘Diamantinasaurus matildae’.

“Nunca antes se había encontrado contenido intestinal genuino de saurópodos, a pesar de que se conocen a partir de fósiles hallados en todos los continentes y de que se sabe que el grupo abarca al menos 130 millones de años”, comenta Poropat. “Este hallazgo confirma varias hipótesis sobre la dieta de los saurópodos, basadas en estudios de su anatomía y comparaciones con animales actuales”.

Debido a esta falta de evidencia directa en lo que respecta a la dieta, las particularidades de su dieta y las plantas que consumían, se han inferido en gran medida basándose en características anatómicas como el desgaste de los dientes, la morfología de las mandíbulas y la longitud del cuello.

Los investigadores también encontraron biomarcadores químicos que implican que al menos algunos saurópodos no se alimentaban selectivamente, sino que comían cualquier planta que pudieran alcanzar y procesar de forma segura. “Estos hallazgos corroboran en gran medida las ideas previas sobre la enorme influencia que los saurópodos debieron tener en los ecosistemas de todo el mundo durante la Era Mesozoica”, afirma Poropat.


Impresión artística del aspecto y escala de estos animales.

A pesar de la importancia de este descubrimiento, el autor principal señala algunas salvedades. “La principal limitación de este estudio es que el contenido intestinal de los saurópodos que describimos constituye un único punto de datos”, explica. “Este contenido intestinal solo nos informa sobre la última o varias comidas de un solo saurópodo subadulto”. Los autores también desconocen si las plantas preservadas en este saurópodo representan su dieta típica o la de un animal estresado y cómo la estacionalidad pudo haber afectado la alimentación de este animal

Un misterio con patas

“Que los saurópodos no procesaban el alimento demasiado era algo que se establecía como hipótesis a partir de la dentición”, comenta Francisco Ortega, paleontólogo de la UNED que no ha participado en el estudio de este fósil. En su opinión, es una buena noticia que hayan encontrado el contenido intestinal y recuerda que de la dieta de estos animales nos llegan tres tipos de pruebas: coprolitos (que son las heces fosilizadas), gastrolitos (piedras que tragaban para ayudar a la digestión, como hacen las aves con sus mollejas) y cololitos (un resto intestinal no digerido y que todavía está asociado al animal).

Si no fuese porque tenemos constancia de que vivieron, nos parecerían inventados, son fisiológicamente imposibles

Francisco Ortega
Paleontólogo de la UNED

Sobre la posibilidad de que se sirvieran de las bacterias para el proceso de digestión, como hacen los rumiantes, cree que es razonable pensar que tuvieron algún tipo de ayuda bacteriana para procesar ese material. “En cualquier caso, la fisiología de estos gigantes sigue siendo muy misteriosa”, asevera. “Por una cuestión de comida, por una cuestión de disipación de calor, por el peso que debían soportar, la cantidad de sangre que necesitaban bombear desde el corazón, etc. Si no fuese porque tenemos constancia de que vivieron, nos parecerían inventados, son fisiológicamente imposibles”.

El resultado de este nuevo trabajo pone de manifiesto el impacto ecológico que debieron tener los grupos de estos animales consumiendo enormes cantidades de alimento cada día, lo que probablemente les obligó a recorrer grandes distancias, como sucede con los elefantes. “De alguna manera fueron desarrollando estrategias para llevar al límite el gigantismo”, señala Ortega. “La cabeza de estos grandes saurópodos era solo un poquito más grande que la de un caballo, y por esa boca tenía que pasar el alimento para sostener un cuerpo de 40 toneladas. Eso les obligaba a estar todo el día comiendo, pero conseguir comida fresca sin esquilmarla necesitaban tener un radio de acción inmenso. Y aún no sabemos cómo demonios lo hacían”, concluye.

Publicaciones relacionadas