22 días en las urgencias más colapsadas de Canarias: “Vi poca dignidad y humanidad para el final de una vida”

Cecilia cuenta la experiencia que vivió con su madre en el Hospital Universitario de Canarias, de nuevo en el foco por las denuncias de profesionales, usuarios y familias y la fuga de sanitarios. “Había mucha gente, sobre todo mayor, sufriendo mientras espera durante horas. Es una generación que se está yendo mal”

Dentro del caos de las urgencias del Hospital Universitario de Canarias

La madre de Cecilia ingresó en las urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC), el de referencia para la población del norte de Tenerife, pasadas las cuatro de la tarde del 22 de abril, el martes posterior a la Semana Santa. La paciente, de 80 años, había dejado de hablar. Días antes había sufrido una caída en su casa que, como se supo después a través de un escáner, le había ocasionado una hemorragia en la cabeza. Cecilia, que es profesora y vive en Madrid, volvió de inmediato a su isla natal, en la que había pasado como acostumbra esas fiestas, para estar al lado de su madre, que permaneció dentro de urgencias 22 días, hasta las seis de la tarde del miércoles 14 de mayo.

“Vi mucha gente, sobre todo mayor, sufriendo mientras espera durante horas, empeorando. Vi poca dignidad y humanidad para el final de una vida, una generación que se está yendo mal y con dolor, físico y psicológico, y familias que ven que no pueden hacer nada”, cuenta Cecilia casi un mes después y de nuevo desde el hospital, donde su madre volvió a ser ingresada (primero en urgencias y, después, en paliativos) tras una recaída.

Entre los dos ingresos, ella y sus tres hermanos habían decidido ingresarla en una residencia privada para que pudiera ser atendida en condiciones, dada la imposibilidad de poder hacerlo en su casa. “Un esfuerzo” económico, reconoce, pues el coste de este centro supera los 2.000 euros al mes. “En las públicas no hay plaza, hay que esperar años. Hay familias que no tienen dinero para pagar una privada. ¿Qué hacemos con esas personas?”, se pregunta.

“Eso te lo cuenta cualquiera y nadie se lo cree”, dice sobre los 22 días que su madre pasó en las urgencias del HUC, un servicio de nuevo en el foco por sus continuos colapsos, las denuncias de profesionales y usuarios y la fuga de personal, sobre todo los de más experiencia, debido a la sobrecarga laboral que soportan.

En el caso de la madre de Cecilia, desde el primer momento y dado el estado de salud de la paciente, los especialistas de neurocirugía descartaron la intervención quirúrgica. Cuatro días después de su ingreso, comunicaron a los familiares que la subirían a planta en cuanto hubiera una cama disponible, pero ese momento nunca llegó. Mientras, la mantuvieron en observación. Después, dijeron a los familiares que la hemorragia se tenía que ir reabsorbiendo y que “eso se podía hacer en casa”. Sin embargo, contrajo una neumonía. Su atención ya no sólo implicaba al área de Neurocirugía. También a la de Medicina Interna. “Tomaba antibióticos y tenía disfagia (dificultad para tragar). Con ese cuadro, no me podía llevar a mi madre a casa”, señala.


Pasillos de las urgencias del HUC. (CANARIAS AHORA)

Se juntaron, por tanto, varias circunstancias. Cecilia explica que, por protocolo, era el personal vinculado con Neurocirugía el responsable del alta de su madre, puesto que ingresó por ese motivo, y que, incluso, le llegaron a plantear salir y volver a entrar en urgencias para que su madre fuera asumida por Medicina Interna. Se negó: “¿Cómo iba a sacar a mi madre para que tuviera que hacer de nuevo la cola del pasillo?”.

Durante esa estancia en urgencias, la madre de Cecilia pasó por dos estancias. Los primeros días estuvo monitorizada en un box que, según su hija, tenía una pequeña ventana y reunía condiciones aceptables de aislamiento e intimidad. Sin embargo, no tiene la misma opinión del cubículo al que fue trasladada en los últimos días. “Mi madre estaba al lado de una pequeña ventana que no se podía abrir, medio a oscuras, con el suelo levantado, parches en la pared, con un baño para 40 personas… Parece que en ese lugar ponían a las personas que estaban desahuciadas, escuchaba a la gente gritar, gente que estaba muy mal… Yo me quedaba por las noches y ya alguna noche decidí que no porque iba a acabar mal”, relata.

“Antes de la caída, mi madre caminaba y comía bien. La hemorragia le afectó al habla, la disfagia se le disparó… Además, al estar en urgencias, en un espacio muy pequeño, no se podía levantar, pasear, no podía hacer nada…Las urgencias son un sitio de paso, pensado para estar como mucho uno o dos días, no 22 como los que pasó mi madre”, añade. Durante ese periodo, Cecilia también expresó su preocupación por las condiciones higiénicas en el servicio. “Hay personas a las que no se les podía bañar porque no había espacio. Yo la pude bañar dos veces, logré que la pusieran en una silla. Si no se podían bañar, se les lavaba en la cama, con sólo dos auxiliares (de enfermería) para muchísima gente”.

Personal desbordado

Cecilia vio al personal sanitario desbordado. “Los auxiliares, enfermeros y médicos son escasos, hacen lo que pueden, pero trabajan en condiciones lamentables e indignas. Intentan sacar lo que pueden de trabajo con los medios que tienen”, apunta. Una visión que comparte con los profesionales, que llevan años denunciando la sobrecarga que tienen que asumir ante una demanda asistencial cada vez mayor debido al envejecimiento de la población y de las pluripatologías de las personas mayores.

A ello se le une la fuga de sanitarios, sobre todos veteranos, hastiados por esas condiciones de trabajo, y las bajas laborales, que se acumulan y que han obligado a la gerencia a recurrir a una agencia de contratación para buscar facultativos “en todo el mundo”, tal y como señaló hace unas semanas a este periódico el portavoz del Sindicato de Médicos en las Islas. Cecilia recuerda que eran los propios sanitarios los que la animaban a presentar reclamaciones para propiciar un cambio en el servicio.


Informe de urgencias de la madre de Cecilia.

“Cada cambio de turno veía a dos enfermeros llegar a un sitio donde había 15 o 20 pacientes diferentes y una mesa con el informe de cada uno de ellos, de 6 o 7 páginas. No les daba la vida. Algunos se quedaban más rato y sin tener casi un segundo libre. Yo controlo la medicación de mi madre y sé que hubo errores, pero lo puedo entender por el caos que había”, agrega Cecilia, que insta a actuar de inmediato frente al trato “deshumanizante” que se le está proporcionando a las personas mayores por la falta de recursos en la sanidad pública. Para ilustrarlo, pone el ejemplo de una señora a la que vio durante tres días y noches consecutivos “en la misma camilla”, “en la misma esquina de un pasillo”, “con la misma corriente” de aire.

A principios de esta semana, su madre volvió a ser ingresada en las urgencias del HUC. El primer día estuvo en una camilla en pasillos donde había “hasta una fila doble” entre la que debía moverse el personal sanitario y los familiares. Luego pasó a un box y, finalmente, fue ingresada en la unidad de cuidados paliativos, después la insistencia de la familia para que así fuera. Y es que Cecilia temía que su madre tuviera que pasar este periodo en las urgencias, sin la debida intimidad y dignidad.

Las urgencias con más quejas

Cecilia ha puesto tres reclamaciones. Según la Defensora del Paciente, las urgencias del HUC son las que más quejas acumularon en 2024 por mala gestión. “Todas las personas con las que lo comentaba coincidían en que es indigno, inhumano”, explica Cecilia, que se muestra indignada cuando se habla de familias que abandonan a sus mayores en los hospitales canarios. “Imagínate que tienes a tu madre en esas condiciones, que no puede ni caminar ni hablar, y una de las partes (Neurocirugía) le quiere dar el alta y la otra (Medicina Interna), que la tiene que seguir atendiendo, no le va a dar una cama en planta. Entonces, entiendo a la gente que decide quedarse en urgencias hasta que haya una solución o hasta que los servicios sociales puedan actuar”, señala.

Cecilia y sus hermanos tomaron la decisión de ingresar a su madre en una residencia una semana antes de que le dieran el alta en urgencias, aunque no lo pudieron hacer hasta el día 14 de mayo porque esos días le había dado un pico de fiebre y le habían vuelto a recetar antibióticos. “Mi casa no estaba preparada (…) La generación de mi madre, que ha trabajado como nadie, se ha quedado con pensiones de 800 euros y con ese dinero no se puede pagar una residencia. Nosotros somos cuatro (hermanos) e hicimos el esfuerzo porque, si no, mi madre se hubiera tenido que quedar más tiempo aún en urgencias, que es lo que le pasará a mucha gente”, lamenta.

“Esto es una bomba de relojería. Cada vez hay más gente mayor, no hay personal suficiente y se siguen poniendo parches, como a mi madre, para que tengan que volver a los 15 días”, concluye.

Debate político

Las urgencias del HUC han vuelto a situarse esta semana en el centro del debate político. La consejera de Sanidad, Esther Monzón (Coalición Canaria), admitía el miércoles en una comparecencia en el Parlamento regional fallos “estructurales y de gestión” en el servicio, aunque confió, como lleva haciendo desde finales del año pasado, en un plan de reformas dotado con dos millones de euros para ampliar las urgencias. Además, dijo que desde febrero se han contratado catorce médicos y que espera que antes del verano lleguen otros doce.

Monzón contestaba así a las interpelaciones de los dos principales partidos de la oposición, el PSOE y Nueva Canarias (NC), que habían reclamado la dimisión del gerente del hospital, Adasat Goya, a quien responsabilizan de la deriva del centro de referencia para la población de la zona norte de Tenerife.

En esa sesión parlamentaria, Yone Caraballo (NC) calificó las urgencias del hospital como “el patito feo” del Servicio Canario de Salud (SCS) y un “punto negro” de la sanidad pública canaria. El diputado canarista reclama una actuación urgente ante este escenario “insostenible”. “No solo los pacientes, sino también los profesionales y los familiares están al límite”, manifestó. Para Caraballo, la principal causa del “caos” en el servicio es “la falta de gestión” del gerente del hospital, Adasat Goya, y del director médico, José Antonio García.


Urgencias del HUC.

También el PSOE, a través de la diputada Tamara Raya, pidió en la Cámara regional un día antes la destitución de Goya por la “inhumana y caótica” situación de las urgencias, “con pacientes esperando más de diez horas, pruebas diagnósticas extraviadas, ambulancias bloqueadas y más de 30 médicos que han renunciado o solicitado la baja”. Para los socialistas, los colapsos van “más allá de los problemas estructurales” de falta de espacio físico. “O toman decisiones ya o la responsable será usted como consejera o el presidente del Gobierno de Canarias (Fernando Clavijo)”, señaló Raya durante su comparecencia parlamentaria.

En su respuesta, Esther Monzón pidió “no centrar los problemas en una sola persona” y volvió a criticar al anterior Ejecutivo regional (el que formaban PSOE, NC, Sí Podemos y la Agrupación Socialista Gomera), a quien acusó de “no hacer nada” para solucionar los problemas de las urgencias del HUC. Socialistas y canaristas, ahora en la oposición, recuerdan que la pandemia de Covid-19 y sus posteriores consecuencias acapararon la mayor parte de la anterior legislatura (tres de los cuatro años).

A principios de esa legislatura, el equipo que entonces lideraba Mercedes Cueto como gerente, llegó a plantear la construcción de un nuevo hospital ante la falta de espacio en el actual e incluso entabló contactos con el Ayuntamiento de La Laguna para la cesión de suelo municipal en el entorno del campus de Guajara de la Ciudad de los Adelantados. Sin embargo, la irrupción del coronavirus paralizó el proyecto.

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