Familias de hijos con discapacidad denuncian al Síndic de Greuges que el Ayuntamiento multiplica los precios en aquellas las plazas que requieren atenciones especiales
La discapacidad intelectual de un hijo contada por una madre y unos hermanos
Ian tiene nueve años y está a punto de terminar el curso escolar. Las vacaciones de verano se encuentran a la vuelta de la esquina y el tiempo libre aumentará de manera considerable hasta que la rutina en septiembre. A Ian le ilusiona hacer actividades de verano como cada año, pero no siempre es fácil apuntarlo a ellas.
Con parálisis cerebral, un grado III de dependencia y retraso en el desarrollo psicomotriz, Ian ve limitada su participación en las actividades y campamentos urbanos de verano debido a su coste.
“Es imprescindible que mi hijo esté ocupado”, se lamenta Mar, madre del pequeño. “Si no hace extraescolares, le rompes la rutina y puede desarrollar problemas conductuales, y en estas fechas ya se está poniendo nervioso porque hay que inscribirle”, afirma.
El Ayuntamiento de Barcelona ha lanzado un año más el programa T’estiu molt, repleto de actividades para que los más pequeños puedan divertirse en vacaciones. El problema es que no todos los niños parten con las mismas condiciones para disfrutarlas, como es el caso de Ian.
Estos niños necesitan atenciones especiales, y en muchos casos las familias no pueden sufragar el gasto de las actividades propuestas, porque su precio es mayor que el de los niños y niñas que no tienen discapacidad, y no pueden permitírselo.
“Económicamente me afecta mucho porque, aunque haya ayudas, las subvenciones no son suficientes. Pero tengo que apuntarlo. Mi otra hija no tiene discapacidad y, con lo que me cuesta su campamento cinco semanas con comedor incluido, me da para una del de Ian y sin la comida”, añade Mar.
La Sindicatura de Greuges de Barcelona ha recibido quejas de nueve familias distintas porque sus hijos han tenido dificultades para acceder a las actividades veraniegas. Según los datos del Ayuntamiento, una semana de colonias para un niño sin discapacidad puede tener un coste de unos 225 euros, mientras que lo mismo para un niño con necesidad de adaptaciones especiales, puede tener un coste de 800 euros.
Si bien es cierto que el Ayuntamiento de Barcelona tiene unas subvenciones que van desde el 30% al 90%, estas siempre serán del precio máximo fijado, nunca del precio final. “El importe de la subvención no se calculará de acuerdo con el precio de la actividad final, sino con los baremos establecidos como precio máximo”, afirma el síndic de Barcelona, David Bondia.
Esto quiere decir que hay un precio máximo fijado que, cuando se adapta a los niños con discapacidad, puede subir, con el beneplácito del Instituto Municipal de Personas con Discapacidad (IMDP). Y, ese aumento es el que no cubre la subvención; esta solo se dirige al primer precio. En el caso anterior de las colonias, habría más de 500 euros de diferencia no subvencionable entre los precios de coste de un niño con atenciones especiales y sin ellas.
Los datos del Ayuntamiento también exponen que una de las jornadas completas con comedor tiene un precio máximo semanal de 197 euros, mientras que el precio real para los niños con discapacidad es de 300 euros, una diferencia no subvencionable de 102 euros. Esto provoca que muchos hogares se echen para atrás y ni siquiera intenten conseguir esas ayudas económicas públicas.
Otro caso es el de una de las familias que ha tramitado su queja a la Sindicatura. Esta ha alegado que no puede permitirse pagar 400 euros a la semana para que su hija, que tiene una discapacidad del 69% y grado III de dependencia, vaya a una actividad de 9h a 14h sin la comida incluida. Son unos precios que se escapan de los bolsillos de hogares que no tienen un nivel económico holgado.
“Las actividades tienen que financiarlas el Ayuntamiento, porque las familias de niños con discapacidad ya viven con un sobrecoste permanente en gastos de transporte, soporte y/o prótesis”, declara el director de la federación Dincat, Victor Galmés.
En el caso de Mar, hay un sobrecoste importante en su día a día. “Ian necesita psicóloga, terapia sensorial, actividades extraescolares que no están subvencionadas para que esté ocupado, complementos de la silla de ruedas que no te pagan, zapatos especiales, juguetes sensoriales y férulas”, enumera.
Pocas plazas disponibles
Los precios no son la única traba en el acceso a las actividades de los niños con discapacidad. Tampoco hay todas las plazas disponibles que las familias querrían. Se parte de la base de que hay 1.080 actividades disponibles y solo 22 de ellas son inclusivas para menores con discapacidad, lo que se traduce en un 2% de toda la oferta.
Solo cuatro de estas actividades tengan un precio más bajo que los máximos establecidos por el Ayuntamiento, por lo que 18 actividades han superado los precios con subidas imposibles para muchas casas, según el Síndic de Greuges. Algunas de estas tienen un coste superior del 50%, y el IMDP alega que está justificado debido a los gastos en monitores, alimentación o transporte, entre otros.
En cuestión de plazas, esto se traduce en que hay 2.203 para niños con discapacidad frente a las 369.198 que existen para actividades en general. Es cierto que estos niños con atención especial pueden acceder también a las actividades ordinarias, porque hay una reserva del 5% de las plazas para ellos, pero de nuevo hay escollos. El problema principal, según el Síndic, es que para esas plazas no hay suficientes monitores, con lo que echa para atrás a las familias. .
Otras de las familias que se ha quejado ha denunciado que su hija con autismo de grado II, TDAH con hiperactividad severa y trastorno grave de conducta no ha podido inscribirse a una actividad. El motivo ha sido que hay un recorte de ayudas para monitores de apoyo y la matrícula no podía efectuarse porque ya hay niños con estas necesidades que van a utilizar los pocos servicios que mantienen.
“Las entidades promotoras deben garantizar que, si hay una reserva de plazas, los niños con discapacidad tengan las mismas oportunidades de acceso que el resto”, añade el Síndic de Greuges, David Bondia.
El Síndic reconoce que el Ayuntamiento de Barcelona está impulsando medidas adecuadas para la inclusión de los niños con discapacidad, como la reserva de plazas del 5% o las subvenciones, pero insisten en que estas medidas aún son insuficientes.
La entidad resume que se deberían cambiar los criterios para que desde un principio las familias sepan lo que tienen que pagar y las subvenciones cubran así el precio final fijado, sin riesgo a que después pueda fluctuar. Asimismo, denuncia que las administraciones públicas tienen el deber de asegurar un acceso igualitario para niños con y sin discapacidad a la hora de participar en actividades, y si comporta un aumento de monitores de soporte, que se efectúe.
“El ocio queda en segundo plano, se habla de vivienda y trabajo, pero no tener políticas de acceso al ocio es no proporcionar plena inclusión en la sociedad de las personas con discapacidad”, concluye Galmés.