El incendio en Los Ángeles es una llamada de atención a otras ciudades: “Mucha gente vive en una ratonera y no lo sabe”

La expansión, también en España, hacia zonas silvestres facilita un nuevo tipo de incendio destructivo en las periferias urbanas, por lo que los expertos proponen hacer mapas de poblaciones inflamables: “Deberíamos empezar a tomar medidas preventivas cuanto antes”

El antes y el después de los incendios que acorralan Los Ángeles

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Cuando nos ponen delante las imágenes en infrarrojo tomadas por la empresa Maxar desde el satélite cuesta creer lo que estamos viendo: la localidad de Altadena, en California, está ardiendo casi en su totalidad y cada punto rojo del mapa es una casa en llamas. Es uno de los incendios que han rodeado a la ciudad de Los Ángeles en los últimos días y que ha costado la vida a al menos una decena de personas, en lo que va camino de convertirse en el fuego más destructivo de la historia de Estados Unidos. 

La tragedia se debe a una combinación de factores: los vientos huracanados de Santa Ana, la sequía durante meses y la falta de efectivos y recursos. Pero también es un ejemplo, según los expertos, de un nuevo tipo de incendio que afecta a las periferias de muchas ciudades y que es cada vez más frecuente, no solo en California. 

“Sabíamos que, si arrancaba, nada podría pararlo”, asegura Joaquín Ramírez, máximo responsable de la empresa tecnológica Technosylva, que trabaja para el Gobierno de California en la prevención de incendios. “En toda la zona teníamos índice de ataque inicial en nivel 5, que es el máximo de la escala, lo que quiere decir que no hay medios posibles para combatirlo”.

Según el experto, si se declara un fuego en estas circunstancias, cuando soplan vientos de 120 km/h que bajan por las faldas de la montaña, los equipos no pueden atajarlo directamente y tienen que dedicarse a la evacuación de las zonas pobladas. “A esto se une la cantidad de zonas montañosas abruptas que rodean Los Ángeles, que hacen el fuego inaccesible”, señala.

Nuevas zonas, nuevos combustibles

Otro de los factores principales, para Ramírez, es la forma en que se ha urbanizado esta región de California. “Las ciudades arden porque las casas americanas se ha construido en madera históricamente, por la disponibilidad y el bajo precio”, explica. En esta zona el temor a los terremotos es mayor que el miedo a los incendios, y la madera es más resistente a temblores que el hormigón y más barata de reconstruir, añade.

El segundo factor es que, al haberse expandido tanto el área urbana, las casas están demasiado cerca de los bosques. “Son zonas en el interfaz urbano-forestal”, asegura. “Y, si metes las casas en el monte, lo tienes que limpiar, o tienes que tener ecosistemas que amortigüen el fuego, como hemos hecho en España con las dehesas”. 


Otra vista en infrarrojo desde el satélite de las casas ardiendo en la localidad de Altadena, California, el 8 de enero de 2025.

Este desarrollo humano en regiones propensas a incendios, donde los vecindarios se entremezclan con la vegetación forestal y de pastizales, ha introducido nuevos combustibles altamente inflamables, señala Virginia Iglesias, investigadora de la Universidad de Colorado en Boulder, en un artículo en The Conversation. “Los edificios, vehículos e infraestructuras suelen incendiarse con facilidad y arden a mayor temperatura y velocidad que la vegetación natural”, escribe. Estos cambios han alterado significativamente los patrones de combustible, creando condiciones propicias para incendios forestales más graves y más difíciles de controlar“.

Al haberse expandido tanto el área urbana, las casas están demasiado cerca de los bosques: son zonas en el interfaz urbano-forestal

Joaquín Ramírez
Experto en incendios y máximo responsable de la empresa tecnológica Technosylva

Los incendios provocados por las personas suelen producirse en zonas pobladas o cerca de ellas, donde las estructuras y la vegetación inflamables crean condiciones aún más peligrosas, recuerda la investigadora en su artículo. A medida que el desarrollo urbano se expande hacia zonas silvestres, aumenta la probabilidad de incendios provocados y de propiedades potencialmente expuestas al fuego, lo que crea un círculo vicioso de riesgo creciente de incendios forestales.


Casas quemadas y destruidas cerca de Fair Oaks Avenue, Altadena.

Mapas de zonas inflamables

Víctor Resco de Dios, profesor de incendios forestales y cambio global de la Universitat de Lleida, asegura que este tipo de incendios que ocurren en zonas donde la densidad de las casas es entre baja e intermedia ya están ocurriendo en otras zonas del mundo. “Lo vimos en los incendios de 2018 en Ática, Grecia, donde hubo más de cien muertos en una zona de transición urbana”, explica a elDiario.es. “Ha pasado en Australia, en Portugal y podría pasar perfectamente cualquier verano en Barcelona con el Parque Natural de Collserola”. 

Siempre que haya casas y bosque juntos tenemos probabilidad de que haya una catástrofe. Necesitamos hacer un mapa de zonas inflamables como se hacen los de zonas indudables

Víctor Resco de Dios
Profesor de incendios forestales y cambio global de Universitat de Lleida

Aunque en Catalunya hay una norma que obliga a dejar 25 metros de distancia entre cualquier zona urbanizada y las áreas de vegetación, esto es una medida claramente insuficiente, en opinión de Resco de Dios. “En estos incendios, los vientos te transportan las pavesas a varios kilómetros de distancia”. Lo que ya se está discutiendo es la creación zonas verdes que actúen de cortafuegos, pero a su juicio el gran problema es la forma en que planeamos y ordenamos el territorio.

“Siempre que haya casas y bosque juntos tenemos probabilidad de que haya una catástrofe”, sentencia. “Necesitamos hacer un mapa de zonas inflamables como se hacen los de zonas indudables, porque mucha gente vive en una ratonera y no lo sabe”.

Demasiado cerca de los árboles

Resco de Dios y su equipo acaban de terminar un estudio, a la espera de revisión, en el que muestran una mayor exposición al riesgo de fuego para la población que vive en la periferia de áreas forestales protegidas. A partir del análisis de más de 10.000 áreas protegidas de bosques de Europa, California, Chile y Australia, concluyen que la población en la periferia de estas zonas de bosques tiene hasta 16 veces más probabilidades de estar expuesta a grandes incendios forestales. Y, al haber expandido las zonas habitadas en horizontal, muchas de estas zonas están densamente pobladas.

Los edificios, vehículos e infraestructuras suelen incendiarse con facilidad y arden a mayor temperatura y velocidad que la vegetación natural

Virginia Iglesias
Investigadora de la Universidad de Colorado en Boulder

“Uno de los principales problemas, en muchas ocasiones, no es que nos hayamos metido en el bosque, sino que el bosque se ha metido en nosotros”, explica el experto. Saber si tu casa o el camping en el que te vas a alojar está construido dentro de una de estas zonas incendiables es una información relevante, en su opinión, a la que tendríamos que empezar a prestar más atención, a la vista del aumento de episodios extremos y megaincendios. 

“Las zonas alrededor de Barcelona son las que tienen más riesgo porque es donde hay la mayor densidad de población”, señala. “Pero este es un problema que es bastante común a lo largo de nuestra geografía: lo vivimos en 2022 con las evacuaciones en Galicia o con el incendio en la Sierra de la Culebra, en Zamora”. La escala de estos incendios nunca será tan grande como la de California, admite, pero muchas de estas zonas de transición entre el bosque y la ciudad, como las que se dan a lo largo de toda la costa mediterránea, reúnen todos los ingredientes para una catástrofe similar. “Y deberíamos empezar a tomar medidas preventivas cuanto antes”, concluye.

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