No busques todo en el móvil: por qué merece la pena aprenderse algunas cosas para proteger la memoria

Cada día dependemos más de nuestros teléfonos móviles como una extensión de nuestros cerebros, pero cuando usamos la memoria también la protegemos del envejecimiento

¿Es cierto que hay que caminar 10.000 pasos al día?

“Se me olvidan las cosas, debe ser la edad”. Esta es una expresión que se utiliza en tono de broma entre las personas que no necesariamente son ancianas y buscan una disculpa cuando se olvidan de tu cumpleaños, por ejemplo. Sin embargo, la pérdida de la capacidad de memoria es algo muy real, y nuestro uso de los teléfonos móviles puede tener mucho que ver en esta tendencia.  

“El uso que hacemos normalmente del teléfono, que es hacer scroll en redes sociales, va en detrimento nuestro”, dice Francesc Serrat Sánchez, neuropsicólogo especialista en deterioro cognitivo y pérdida de memoria. “Es como cualquier otra parte del cuerpo, el cerebro necesita estar activo. Se ha visto que una activación del cerebro es mucho más efectiva que cualquier medicación para retardar el proceso de deterioro que puede desembocar en una demencia”.

Amnesia digital

El uso de teléfonos móviles inteligentes ha llevado a hablar de la “amnesia digital”. Hace apenas dos o tres décadas, guardábamos en la memoria el número de teléfono de nuestros familiares y amigos, así como sus direcciones y fechas de cumpleaños. Si preguntábamos a alguien una dirección por la calle, esa persona nos daba a veces una complicada lista de indicaciones (la primera a la izquierda, luego gira a la derecha en el parque, etc.) que también teníamos que recordar.

Hoy en día toda esta información, y mucha más, se almacena en el teléfono móvil que llevamos en el bolsillo, no en nuestra cabeza. En 2010 se publicó un importante estudio en la revista Science que hablaba del “efecto Google”: si sabemos que podemos encontrar algo en Google, no lo recordamos. Esto es especialmente cierto en la llamada “memoria semántica” que, por ejemplo, nos permite recordar hechos como la fecha de una batalla. Según los autores, cuando necesitamos usar nuestra memoria no recordamos el dato, sino que el cerebro simplemente recuerda dónde encontrarlo (en Google).

Aunque los resultados de ese estudio no se pudieron replicar exactamente en ensayos posteriores, sí matizaron los posibles motivos por los que se podría dar. Para empezar, parece que saber que podemos almacenar información en otro lugar nos hace perder la motivación de recordarla, sea en el teléfono móvil o en un papel. En un experimento realizado en 2021, los participantes recordaban mejor la información que se les presentaba en pantalla si sabían que existía la posibilidad de que se borrara, pero la olvidaban si confiaban en que se quedaría grabada en el ordenador.

Delegar excesivamente estas funciones en dispositivos digitales puede debilitar la capacidad del cerebro para almacenar esta información por sí mismo

Delegar excesivamente estas funciones en dispositivos digitales puede debilitar la capacidad del cerebro para almacenar esta información por sí mismo. Utilizamos el teléfono móvil como una extensión de nuestro cerebro para hacer una ‘descarga cognitiva’, reduciendo los recursos cognitivos que necesitaríamos para recordar esa información y usándolos para otros propósitos. Este fenómeno se ha observado con tecnologías que no tienen que ver con Internet, como tomar notas en un cuaderno o tomar fotografías, que puede reducir el recuerdo de las personas sobre los detalles de los objetos que fotografiaron.

La pérdida del foco y la memoria

El recuerdo también tiene que ver con la atención que ponemos en aquello que hacemos, una atención que se ha ido reduciendo con los años a medida que aumenta el volumen de información que nos bombardea, como apunta una revisión de estudios de 2022, especialmente en los niños. “Almacenar una información y recordarla tiene tres fases: codificación, almacenaje y recuperación”, explica Serrat. “La codificación es el momento en que recibes la información, y si tu atención no está centrada, si no puedes mantener tu foco atencional, no puedes codificar la información, y por tanto ya no la puedes retener”. 

Esto es lo que ocurre con los turistas que van de viaje, en lugar de mirar los monumentos o el paisaje, lo graban en vídeo en su cámara o en su teléfono móvil, o quienes hacen lo mismo en un concierto. “No vives la experiencia, tu cerebro no la vive. Tu cerebro está mirando una pantalla y no estás experimentando la emoción, y la emoción es muy importante a la hora de fijar ese momento y recordar”, aclara Francesc Serrat.

Algo parecido ocurre con el uso del GPS para desplazarnos, sea a pie o en automóvil. Confiar en nuestro teléfono móvil para orientarnos puede afectar negativamente a nuestra memoria espacial.

Cuando los móviles ayudan al cerebro

No todo es negativo. En 2015 se publicó un artículo científico titulado El cerebro en tu bolsillo en el que los investigadores descubrieron que las personas que evitan pensar en problemas complejos utilizan más los móviles para buscar información. Pero según los autores, esto no es siempre negativo, sino que permite a estas personas con una capacidad cognitiva menor potenciar las capacidades de su cerebro y ejecutar bien aquellas tareas que sí se les dan bien.

Además, la descarga cognitiva no siempre es mala, si nos descargamos de algo trivial. Nos puede preocupar si el cirujano necesita mirar en un vídeo en YouTube cómo hacer una sutura antes de operarnos, pero si no recuerda, un teléfono seguramente nos parecerá normal.

La codificación es el momento en que recibes la información, y si tu atención no está centrada, si no puedes mantener tu foco atencional, no puedes codificar la información, y por tanto ya no la puedes retener

Francesc Serrat Sánchez
neuropsicólogo

Usar el móvil, especialmente en personas mayores, también facilitan actividades que estimulan la memoria, como juegos cognitivos o el acceso a información relevante que mantiene el cerebro activo. Una revisión de estudios realizada por la Universidad de Oxford en 2021 indicó que los sistemas digitales y de realidad virtual diseñados para entrenamiento cognitivo o para aprender nuevas habilidades tienen el potencial de estimular el cerebro, fomentando la neuroplasticidad y ayudando a mitigar el deterioro cognitivo en personas mayores. 

“Esto se llama neurorehabilitación”, aclara Serrat. “Consiste en hacer ejercicios, que pueden ser con papel y lápiz o con plataforma digitales, que sirven para ejercitar la mente. No es muy diferente de, por ejemplo, hacer sudokus, sopas de letras, jugar al ajedrez o los juegos de mesa. Todo esto ejercita el cerebro”, concluye.

Para los pacientes de Serrat, personas que ya se van haciendo mayores y que notan que ya no tienen la misma memoria, prescindir de vez en cuando del móvil puede tener otras ventajas, como aumentar las interacciones con otras personas. “En el caso de un deterioro cognitivo leve, aconsejamos, por un lado, no quedarse en casa, hacer ejercicio. Lo peor que se puede hacer es ir de la cama al sofá, mirar la tele, comer, hacer la siesta y no moverse en todo el día. Por otro, estar con amigos, tener una red social que te apoye, y hacer actividades sociales que mantengan la mente activa va muy bien”.

Aunque los móviles son también una herramienta de conexión social a través, por ejemplo, de las redes sociales y las aplicaciones de mensajería, tienen otros efectos secundarios que pueden afectar negativamente a la memoria, como por ejemplo el deterioro del sueño. Hay que tener en cuenta que el cerebro consolida los recuerdos durante el descanso nocturno, y el uso de pantallas antes de dormir o en la cama afecta a la calidad del sueño según pudo comprobar un estudio con más de 10.000 personas. 

Los teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos, junto con el uso creciente de la inteligencia artificial, prometen aumentar las capacidades de nuestro cerebro y librarnos de tareas (y recuerdos en nuestra memoria) irrelevantes. Pero podemos intentar que no acaben también con los recuerdos que importan.

*Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

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