3.000 policías, fideos y K-pop: así ha sido la detención del presidente que declaró la ley marcial en Corea del Sur

Los agentes acudieron mejor preparados que en su primer intento de hace dos semanas. En torno a la residencia presidencial había críticos y simpatizantes de Yoon Suk Yeol

Corea del Sur detiene al presidente que declaró la ley marcial tras horas de forcejeos con sus partidarios

Eran las 4:30 de la madrugada y en las calles que rodean la residencia del presidente surcoreano Yoon Suk Yeol parecía hora punta, abarrotadas de policías y manifestantes pese a lo temprano que era. 

Con las carreteras completamente acordonadas y miles de agentes [han sido desplegados unos 3.000 efectivos], cientos de partidarios de Yoon coreaban agresivamente en la gélida mañana de invierno enarbolando palos de luces rojas y banderas de Estados Unidos. 

Separado por múltiples cordones policiales, un grupo más pequeño de manifestantes anti-Yoon había conseguido ubicarse más cerca de la puerta.

Para los dos bandos había puestos ambulantes de té y fideos instantáneos. “Detengan el robo”, rezaban, en inglés y en coreano, las pancartas que los partidarios de Yoon portaban en referencia a las infundadas acusaciones de injerencia electoral con que justificaron la ley marcial. “¡Arréstenlo ya!”, se escuchaba desde el otro lado. 

Amaneció, las temperaturas subieron ligeramente, y el ambiente en el bando contrario a Yoon se tornó casi festivo. Cantos, bailes y retransmisiones en directo con tomas desde diferentes ángulos grabando la operación para arrestar, ahora sí, al presidente destituido de Corea del Sur. Aquello era un hervidero.

Esta vez los agentes venían preparados, no como en el primer intento frustrado de principios de mes. En las imágenes de televisión se podía ver a policías y agentes subiendo con escaleras los muros del complejo. Aparentemente, había otros acercándose por los caminos de montaña de detrás de la residencia. 

En el interior hubo enfrentamientos con el personal de seguridad y al menos una persona fue evacuada tras resultar herida. “Los empleados de seguridad no están reaccionando tan agresivamente como se temía”, dijo en el lugar de los hechos el diputado de la oposición Han Chang-min. “La policía está procediendo mientras trata de obtener la cooperación máxima”.

Según los titulares, las defensas del recinto iban cediendo poco a poco. “¡Sal! ¡Sal!”, vitoreaba la multitud de los contrarios a Yoon. “¡A por él!”. A pesar de la gravedad de los hechos, tratar de arrestar a un presidente en ejercicio, en el ambiente se palpaba algo de inevitabilidad.

Desde que promulgó la ley marcial, una medida que sumió en el caos político al país, Yoon llevaba 43 días de desafío en su residencia-fortaleza gracias a la lealtad de miembros de su personal de seguridad. Pero ahora el castillo se le estaba desmoronando.

Celebraciones y lamentos

De repente, la policía hizo líneas para despejar las calles a eso de las 10:30 de la mañana. Una caravana de vehículos salió del recinto y se marchó. La euforia estalló entre los partidarios de la destitución: “¡Lo tienen!”

En menos de un minuto, las puertas principales del recinto se abrieron y los policías deshicieron las filas. Un río de cientos de agentes y policías saliendo. Detrás de la zona acordonada, los manifestantes gritaban exultantes a los agentes que se marchaban. “¡Muchas gracias! ¡Habéis hecho un gran trabajo!”. Luego, volvieron a celebrarlo al son de canciones K-pop.

Al otro lado, los partidarios de Yoon permanecían en silencio. Algunos lloraban. “¿Cómo puede ser?”, se lamentó una mujer. Otro hombre, visiblemente angustiado, maldijo a la multitud: “Dijisteis que lo protegeríais, ¿pero qué hicisteis?”.

Minutos antes de que lo detuvieran, Yoon había lanzado otro mensaje desafiante. “Como presidente que debe proteger la Constitución y el sistema legal de la República de Corea, mi conformidad con estos procedimientos ilegales e inválidos no implica mi aceptación. Es solo para evitar un derramamiento de sangre desagradable”.

Yoon ha logrado el dudoso honor de ser el primer presidente surcoreano detenido estando en el cargo, una caída dramática para un dirigente que hace solo semanas trataba de imponer un régimen militar.

Los acontecimientos de la mañana se vieron en directo como si fueran una ficción de televisión, con múltiples canales de noticias retransmitiendo cada uno de los momentos clave. 

Mientras su caravana llegaba a las oficinas de la agencia anticorrupción en Gwacheon, los agentes se preparaban para interrogarlo por una acusación de insurrección que puede castigarse con la pena de muerte.

Yoon se enfrenta ahora a un arresto de 48 horas para el interrogatorio. Después, los investigadores decidirán si lo liberan o si solicitan una orden para mantenerlo hasta 20 días detenido. Mientras tanto, el Tribunal Constitucional sigue deliberando sobre su destitución. Técnicamente, todavía existe la posibilidad de que sea restituido como presidente. 

Por el momento, muchos surcoreanos tienen suficiente con procesar las extraordinarias imágenes que acaban de presenciar. El asedio ha terminado. El presidente ha sido detenido.

Traducción de Francisco de Zárate.

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