En 2023 el científico social Gianluca Grimalda recorrió 22.000 kilómetros por tierra y mar de Papúa Nueva Guinea a Alemania para hacer un viaje con «10 veces menos emisiones»: «Mucha gente puede decir que lo que he hecho es una locura. Pero locura es no actuar”
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Un investigador italiano recibirá una indemnización económica tras ser despedido de su trabajo por negarse a coger un avión por razones medioambientales. El científico social Gianluca Grimalda alcanzó el pasado 10 de enero un acuerdo con el Instituto de Economía Mundial de Kiel (IfW), el lugar en el que trabajaba, en Alemania.
El acuerdo —propuesto por el Tribunal Laboral Regional de Kiel— se resolvió durante el proceso de apelación, después de que la demanda original de Grimalda fuera rechazada el pasado mes de febrero. Es el primer caso conocido de un empleado despedido por negarse a tomar un avión para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, informa Scientist Rebellion.
El conflicto –del que se hicieron eco periódicos como The New York Times o The Guardian– se originó en 2023, cuando el científico social, que se dedica al estudio de la psicología de la cooperación y la inequidad, se encontraba en Papúa Nueva Guinea realizando un trabajo de campo sobre el impacto del cambio climático y las consecuencias de la globalización en las pequeñas comunidades tradicionales.
A pesar de que el plan original aprobado por el IfW era que el investigador regresara en un “viaje lento” a Alemania, el instituto le ordenó que regresara en avión después de que no se presentara en su puesto en la fecha acordada. Grimalda explicó entonces que su retraso se debió a aplazamientos de visas, amenazas a la seguridad, actividad volcánica y otros impedimentos logísticos. El contrato se rescindió, debido a ello, con despido ordinario debido a “convicciones ideológicas incompatibles entre las partes”.
El monto exacto de la indemnización no puede revelarse debido a un acuerdo de confidencialidad. Sin embargo, el científico social ha afirmado que tiene la intención de donar 75.000 euros, parte de esta indemnización, para la protección del medio ambiente, el clima y el activismo climático.
Atravesar 12 países
El investigador, que se define a sí mismo como ambientalista, activista, y slow-traveller (viajero lento), había viajado durante 35 días para llegar a tierras papuanas (22.000 kilómetros por tierra y mar), y emprendió la misma travesía en su viaje de vuelta, que se alargó hasta 50 días. Ahora, afirma, se siente “triste y feliz al mismo tiempo”: “Triste porque perdí un trabajo que amaba. Feliz porque el juez reconoció implícitamente la imposibilidad de despedir a un empleado debido a su negativa a tomar un avión”.
La revista Nature publicó un artículo sobre su travesía, en el que el científico aseguró que con este tipo de acciones quería ‘traspasar un poco los límites de lo que se considera normal y anormal’
“Espero que mi caso sirva de inspiración a más empleados, instituciones y empresas para que apoyen activamente la transición de una economía basada en combustibles fósiles a una sociedad descarbonizada y centrada en las personas”, explicó. Por su parte, Wolfgand Cramer, director de investigación del CNRS, Francia, y ex colaborador del Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, afirmó sobre su caso que “los académicos tienen múltiples canales para alertar sobre la crisis climática y de biodiversidad, y modificar su contribución personal a las emisiones de gases de efecto invernadero es una forma importante de demostrar credibilidad”.
Su impacto medioambiental fue “10 veces menor”
Su historia provocó tanto revuelo que incluso la revista Nature llegó a publicar un artículo sobre su travesía, en el que el investigador afirmó que con su acción había querido “traspasar un poco los límites de lo que se considera normal y anormal”. “Por supuesto, mucha gente puede decir que lo que he hecho es una locura. Sin embargo, en este momento estamos realmente muy cerca, y quizás incluso ya hayamos superado los umbrales asociados al colapso de muchos ecosistemas. Es una locura no actuar”, aseguró.
El científico en Kashgar, China, durante el viaje.
Grimalda, que lleva viajando ‘lentamente’ durante más de 10 años, calculó que, al viajar de esa forma, desde Papúa Nueva Guinea a Europa, su impacto medioambiental en términos de gases de efecto invernadero había sido “10 veces menor”.
Precisamente el acuerdo de Grimalda con la empresa que le había despedido coincidió en fecha con la publicación de un informe de Oxfam Intermon que denunciaba que aquellas personas que se encuentran dentro del 1% más rico del mundo ya han revasado su cuota anual de gases de efecto invernadero en tan solo los primeros diez días de 2025—la cantidad de CO2 que se puede añadir a la atmósfera sin que el calentamiento global supere los 1,5 °C—, mientras que una persona del 50% más pobre del planeta, por su parte, tardaría tres años en alcanzarlo.