El líder de Junts tensa la cuerda con el PSOE pero sabe que no conviene romperla mientras Sánchez opta por ganar tiempo para no enfadar más a los independentistas e intentar avanzar en alguna de las negociaciones que pilota Santos Cerdán
El Gobierno esquiva el choque con Puigdemont y el Congreso aplaza otra vez la tramitación de la cuestión de confianza
Sánchez le ha dado otra patada al balón para ganar tiempo y no enfadar a Junts. Así Puigdemont puede seguir mareando con la proposición para debatir sobre una cuestión de confianza. Los socialistas saben que los independentistas están dispuestos a complicarles aún más la vida parlamentaria aunque sin llegar a un ahogo letal para el Gobierno. Letal sería la moción de censura a la que los de Junts no se sumarán porque la foto incluye a Vox.
Si no fuese por la amnistía, a socialistas y Junts es más lo que les separa que lo que les une. En ámbitos como la política fiscal ha quedado clara la afinidad entre los de Puigdemont y el PP y para muestra, la tramitación del impuesto extraordinario a las grandes energéticas, una partida en la que el Gobierno intentó contentar a todos a la vez hasta que los independentistas bajaron el pulgar y lo tumbaron.
Junts tampoco ve clara la propuesta de reforma para reducir el horario laboral aunque está dispuesta a estudiarla y no cierra la puerta. Además, pase lo que pase con el texto de la cuestión de confianza, ya veremos qué vota Junts en las propuestas sobre vivienda que requerirán de un aval parlamentario. Ahí también es más fácil que los independentistas estén de acuerdo con Feijóo. Es el cauce natural del río. Lo que no era creíble (y eso que al principio lo intentaron) era definir a Junts como un partido sin ideología que se limitaba a aspirar a la independencia.
Sánchez, que junto a Joan Laporta son los únicos que caen de pie cuando están a punto de estrellarse, sabe todo eso, pero también otra cosa y es que Junts necesita ser útil para hacerse valer de cara a su electorado. Para ello no puede renunciar a negociar cuestiones como las competencias de inmigración u otras que aspira a exhibir como un triunfo. La estrategia de Puigdemont pasa por arrancarle más compromisos al PSOE y aparecer como más duro que su contrincante, ERC.
Ambos grupos independentistas reclamarán que empiece a concretarse la financiación singular pero Junts quiere también que compense a la Generalitat con dinero por las inversiones que el Gobierno central prometió y no ha llevado a cabo, un clásico cuando se habla de Catalunya. Así que a la vicepresidenta y aspirante a liderar el PSOE en Andalucía, María Jesús Montero, le esperan unas semanas entretenidas a no ser que opte por explicar que no pasa nada por no tener Presupuestos, algo que hacen siempre todos los partidos cuando no tienen apoyos suficientes para aprobarlos. También el ministro Marlaska tendrá que tener más de un ojo en las negociaciones que pilota Santos Cerdán para ver qué acuerdan en materia de inmigración.
Este jueves Oriol Junqueras se desplazó a Bruselas para reunirse con Puigdemont. El propósito de ambos es abrir una “nueva etapa” sin que hayan concretado más. En Junts aún escuece que los republicanos hiciesen presidente a Salvador Illa pero Junqueras, hábil, evitó participar de esa operación y ni tan siquiera ha desvelado qué votó en la consulta a las bases republicanas que acabó facilitando la investidura del líder del PSC. Junts, además, lleva tiempo reclamando unidad de acción en el Congreso, algo que escuchando a Míriam Nogueras y Gabriel Rufián no se antoja muy plausible.
Hay otra diferencia clara y es que ERC no solo no quiere fotos con el PP sino que está reforzando su discurso de izquierdas. Ahora bien, sin que les suponga esa incomodidad, Junts deberá calcular bien su capacidad de derribo y no abusar de las votaciones junto a los diputados de Feijóo. No por esperado es menos noticiable que el PP esté transitando el mismo camino que ya ha recorrido el PSOE para acercarse a Junts. De hecho, el líder popular debería estar agradecido a Sánchez porque con la amnistía le ha desbrozado la senda para una futura alianza con los de Puigdemont.
El líder de Junts fijará posición desde Bruselas este mismo viernes, en una comparecencia que estaba pensada para reaccionar a la decisión que adoptase la Mesa del Congreso sobre la propuesta sobre la cuestión de confianza. Como se ha optado por marear la perdiz, Puigdemont tendrá una excusa para formular un discurso duro en las formas pero sin consecuencias en el fondo. Una especialidad de la casa de quien sabe que la cuerda con el Gobierno se puede tensar, pero que no le conviene nada romperla.