Mantener las actualizaciones del salario mínimo por encima de la inflación es crucial, ya que “reducir la desigualdad y fomentar el crecimiento económico a largo plazo pueden ser dos caras de la misma moneda” (FMI); aunque un mundo más igualitario pueda parecer una utopía, mejor cuanto más cerca
Según la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) “los salarios mínimos bien diseñados pueden ayudar a garantizar a todos una distribución justa y equitativa de los frutos del progreso”. La subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), junto con la reforma laboral, se ha consolidado como una de las políticas más populares del actual Gobierno de España. Además, se han logrado desmentir los pronósticos catastrofistas de la derecha y parte del empresariado: desde 2018, el SMI ha aumentado más del 50%, pasando de 10.303 euros anuales a 15.876 euros en 2024, lo que ha no ha impedido que el mercado de trabajo esté consiguiendo cifras récord de creación de empleo.
Para analizar el impacto de esta subida del SMI en la distribución salarial, se dispone de datos de la Agencia Tributaria recopilados en la estadística “Mercado de trabajo y pensiones en las fuentes tributarias”. Esta investigación censal se basa en las declaraciones anuales de todas las unidades que pagan salarios y están obligadas a hacer retenciones por el IRPF, dentro del territorio del régimen fiscal común (excluyendo el País Vasco y Navarra) y se publica desde 1999.
Cabe esperar que la subida del salario mínimo afecte principalmente a los salarios más bajos y no tanto a los que superan este umbral. Por ello, se compara la evolución de los salarios medios de los trabajadores que perciben como máximo el SMI, con aquellos que ganan más, entre 2018 y 2023, el último dato disponible.
Es importante señalar que esta estadística incluye los salarios totales anuales, sin tener en cuenta el tiempo efectivo de trabajo, introduciendo un sesgo a la baja en la media comparado con otras fuentes. Por ello, no debe interpretarse que el número de perceptores de salarios anuales inferiores al SMI corresponde a personas que realmente cobran por debajo del SMI, ya que incluye a trabajadores que solo han trabajado una fracción del año, que compatibilizan a lo largo del año salarios y pensiones o prestaciones por desempleo (casi uno de cada cinco en el último año analizado) o que trabajan a tiempo parcial. A pesar de esto, esta fuente es útil para analizar la evolución de los salarios tras las subidas del salario mínimo desde 2019, ya que presenta datos de asalariados y salarios medios en intervalos en función del SMI.
Según los datos de la Agencia Tributaria, en 2018, en el territorio del régimen fiscal común, había 18,9 millones de asalariados con un salario medio de 19.809 euros. En 2023, este número ascendió a 20,1 millones, con un salario medio de 23.981 euros. Esto refleja un crecimiento anual acumulado del salario medio del 3,9 %, mientras que el SMI aumentó a un ritmo mucho más rápido, con una tasa anual de más del doble, un 8 %, y el IPC registró una tasa media anual del 3 %.
El salario medio de los que ganaban como máximo el SMI (aproximadamente uno de cada tres asalariados) era de 4.475 euros en 2018, mientras que aquellos que ganaban más recibían de media seis veces esa cantidad. En 2023, el salario medio de quienes no superaban el SMI vigente ese año ascendió a 7.222 euros, lo que representa una tasa media anual de crecimiento en estos cinco años del 10 %. Por su parte, los trabajadores que ganaban más tuvieron un incremento de su salario medio de un 4,2 % anual, alcanzando un salario cinco veces superior al de aquellos que apenas alcanzaban el SMI.
Este notable aumento del salario medio de los trabajadores que ganaban por debajo del SMI (7,4 millones de trabajadores en 2023), se debe, en gran medida, al deslizamiento de estos asalariados hacia niveles superiores de la escala salarial. Mientras que el número de asalariados que ganan hasta la mitad del SMI se mantuvo prácticamente estable, los trabajadores que percibían entre la mitad y el SMI aumentaron en casi un millón. Este cambio explica el significativo incremento del salario medio de este grupo y la considerable reducción de la desigualdad salarial en tan solo cinco años.
Diversos estudios destacan que la subida del salario mínimo ha beneficiado especialmente a mujeres, jóvenes y extranjeros. Según datos de la Agencia Tributaria, el salario medio de los menores de 35 años creció entre 2018 y 2023 a una tasa anual del 4,8 %, mientras que el de aquellos mayores de esa edad creció un 3,6 %. Además, las mujeres experimentaron un aumento anual del 4,4 % frente al 3,6 % de los hombres. La diferencia más marcada en el crecimiento de los salarios medios se observa según la nacionalidad: los extranjeros vieron sus salarios incrementarse un 6,9 % anualmente, frente al 3,8 % de los españoles.
Finalmente, ¿hemos llegado ya a un nivel aceptable del SMI? Desde 2019, la Agencia Tributaria calcula el salario medio estimado incorporando la información de los días trabajados. En 2023, según estos cálculos, el salario medio estimado fue de 30.801 euros anuales, lo que sitúa el SMI en casi la mitad de esa cifra. A pesar de los aumentos significativos del SMI en los últimos años, aún no se alcanza el nivel recomendado por la Carta Social Europea, el 60 % del salario medio. Además, la OIT recomienda que las revisiones del salario mínimo no se limiten a actualizar el coste de la vida, sino que también se consideren otros factores económicos, como el crecimiento de la economía o la productividad, para asegurar aumentos en términos reales.
Como resumen, los datos tributarios muestran una clara reducción de la desigualdad salarial entre 2018 y 2023. Los colectivos más desfavorecidos – trabajadores discontinuos y a tiempo parcial que cobran por debajo del salario mínimo anual, jóvenes que inician su carrera profesional, y mujeres y extranjeros que tradicionalmente ocupan puestos peor remunerados – han visto incrementos salariales significativos acercando sus salarios a la media. Mantener las actualizaciones del SMI por encima de la inflación es crucial, ya que “reducir la desigualdad y fomentar el crecimiento económico a largo plazo pueden ser dos caras de la misma moneda” (FMI); aunque un mundo más igualitario pueda parecer una utopía, mejor cuanto más cerca.