La exalcaldesa de Madrid y jueza jubiliada advierte contra el «cainismo» en el debate político: «Está haciendo que sea muy difícil al Gobierno de coalición el continuar con su responsabilidad
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Manuela Carmena (Madrid, 1944) recibe a elDiario.es en una visita breve a Pamplona, ciudad a la que ha acudido a impartir una conferencia organizada por el Foro Gogoa sobre el diálogo intergeneracional. Es una de las actividades a las que ahora dedica su tiempo una vez ha dejado la primera línea de la política después de abandonar la Alcaldía de Madrid en el año 2019.
Cuando echa la vista atrás recuerda con buen sabor de boca su labor como gestora, pero asegura no extrañar la otra cara de la política: el enfrentamiento y el debate. Considera que el auge de la extrema derecha se ha visto favorecido por la falta de respuesta del resto de partidos a los problemas reales de la ciudadanía y por “no saber llevar la democracia hasta sus últimas consecuencias”.
Sobre Íñigo Errejón con quien compartió cartel electoral en Más Madrid, asegura que “en modo alguno” pudo percibir sus “actitudes inaceptables con las mujeres” durante aquella etapa.
¿Se vive mejor alejada de la primera línea de la política?
Mientras fui alcaldesa estuve muy a gusto. Me parece precioso el trabajo de un alcalde, de una alcaldesa, pero a mí lo que me gusta de la política es la gestión, resolver los problemas que tiene la gente, buscar todas las formas que sean necesarias para que la ciudad y las personas que viven en la ciudad mejoren su vida. Todo eso me encanta. Sin embargo, lo que no me gusta es la política en el sentido de un debate constante entre los distintos miembros de los diferentes partidos políticos, encaminados siempre a desplazar al que está en el Ejecutivo para ocupar su puesto. Y el hecho de que se haya aceptado hacer desde la oposición hacer políticas cainistas y encaminadas a que todo salga mal, a que todo lo que hace el Ejecutivo salga mal. Existe esa diferencia, por un lado, me encanta la gestión, pero detesto la manera en la que se lleva a cabo el debate hoy día. Estuve muy a gusto en la parte de la gestión, pero me sobró la parte de la política.
¿Cómo ve desde fuera al Gobierno de coalición?
Con muchas dificultades. Es curioso, porque la respuesta de la ciudadanía a las medidas que toma el Gobierno es muy buena, lo cual quiere decir que una parte muy importante de españoles están muy interesados en que se sigan llevando a cabo unas políticas que son necesarias y que son, sin lugar a ninguna duda, del cuño progresista de este Gobierno. Pero, sin embargo, el cainismo del debate político está haciendo que sea muy difícil al Gobierno de coalición el continuar con su responsabilidad. La oposición lo que quiere, y lo han dicho así, es evitar por todos los medios que el Gobierno continúe. Es algo absolutamente irregular, no se puede plantear como un objetivo político derribar al que está en el gobierno, pero, sin embargo, se ha dicho, se acepta y parece que no se cuestiona algo que, desde mi punto de vista, es anticonstitucional.
¿Cree que agotará la legislatura?
No lo sé. Estos días son muy claves, una legislatura sin presupuestos es una legislatura muy complicada.
No se puede plantear como un objetivo político derribar al que está en el gobierno, pero sin embargo se ha dicho y se acepta
¿Se imagina a Junts apoyando una moción de censura del PP?
No, pero de unos años a esta parte nada que me imaginaba que iba a pasar ha pasado. La prepotencia en este momento de la extrema derecha en el mundo para mí era inimaginable, sobre todo cuando el contenido de ese gran movimiento político es tan retrógrado y está tan relacionado con los tiempos pasados.
¿Cómo ve el auge de la extrema derecha?
Una reflexión muy importante que debemos hacer los que somos profundamente demócratas es saber qué estamos haciendo mal. Creo que para impedir que la extrema derecha se siga extendiendo, la única solución es más democracia. Hay que aceptar que la extrema derecha es una consecuencia de la decepción que ha significado en muchas ocasiones una manera insuficiente e inadecuada de ejercer la democracia. Es muy difícil que un ciudadano normal se sienta identificado, por ejemplo, con los debates del Congreso o del Senado. En la época del 15 M se decía “no nos representan” y hoy día ese mismo es una sensación general. La sociedad dice “no me representa, no quiero hacer eso”, pero como no hay alternativa, de alguna manera quien se está planteando como una alternativa es la antipolítica, en lugar de lo que debería ser la reflexión sobre una política democrática de verdad profunda. Es decir, profundizar la democracia, hacer mejor política. Y, sin embargo, la alternativa está siendo la no política, que al fin y al cabo es la extrema derecha y la extrema derecha nunca fue democrática.
¿Y qué se ha hecho mal para llegar a esta situación?
Desde las instituciones no se ha hecho una verdadera evaluación de lo que se hace. Por ejemplo, en el tema de la vivienda se han dictado muchísimas disposiciones para favorecer el que, sobre todo la gente joven, pudiera tener más posibilidades de tener un alquiler que fuera razonable, pero no sabemos ni si se han cumplido esas leyes o no se ha dado el resultado que se quería. Hablé hace tiempo con la ministra de Vivienda y le dije que creía que había que hacer una organización de jóvenes elegida por sorteo que, de alguna manera estuvieran evaluando todo lo que ya se ha hecho sobre la vivienda, no tanto lo que se va a hacer. Cuando hablamos de esto siempre hay alguien que dice lo que se le ha ocurrido o el proyecto que va a hacer, pero estoy esperando que alguien diga “yo dije que el tal año que se haría tal cosa y he podido hacer esto o no lo he podido hacer”. No hay nada tan razonable como evaluar todas las normas, todas las leyes que hacemos y no lo hacemos.
¿La vivienda es uno de los principales causantes de la desafección política?
Si no se es capaz de llegar a acuerdos generales, la democracia va coja, es lo que de verdad desprestigia la democracia. La esencia de la democracia es la conversación, la capacidad de llegar a acuerdos.
¿Ve posible la unidad de las fuerzas situadas a la izquierda del PSOE?
No lo sé. Me parece que falta lo más importante, un interés por encima de todo de conseguir estabilizar una política de izquierdas. Me parece que ese interés no es primordial entre los distintos grupos que la componen.
Yo creo que es necesario que la sociedad civil se organice y que desde el punto de vista de las instituciones se acepte que en este momento los partidos políticos se enfrentan a una crisis profundísima. Desde el año 1978 en el que se aprobó la Constitución, en pocas ocasiones los partidos políticos han sido tan cuestionados, por eso creo que es necesario que haya una estructura de una organización de la sociedad civil que, de alguna manera, ayude a que los partidos políticos cambien. Para eso yo recomiendo el que haya organizaciones de ciudadanos elegidos por sorteo que sean como los evaluadores de las políticas que hacen los gobiernos en los distintos niveles: Ayuntamiento, Comunidad, país… Las elecciones por sorteo de personas desvinculadas de las estructuras políticas ayudaría a que las propias estructuras de los partidos políticos tuvieran la capacidad de evolucionar como lo deben hacer.
¿Qué opina de la polémica generada por los actos del 50 aniversario de la muerte de Franco?
Me parece muy bien que se recuerde cómo vivíamos cuando estábamos en el seno de una dictadura y no había una democracia. Sin duda la muerte de Francisco Franco ayudó a que un proceso que estaba latente desde hacía, ya por lo menos, más de diez años explosionara. Dicho esto, a mí lo que me parece más importante cuando se habla de la democracia, no es tanto recordar cómo fue el principio en este país del restablecimiento de la democracia, sino analizar por qué ha decepcionado y por qué la decepción de la democracia por no saberla cuidar, por no saber llevarla hasta sus últimas consecuencias, genera una actitud de cuestionar la propia democracia. Eso es lo que realmente me preocupa y me gustaría muchísimo que ese fuera el objeto de cualquier tipo de campaña de actos. No tanto decir “desde este momento y en esta ocasión nosotros llegamos y conseguimos la democracia”, sino plantear qué hemos conseguido durante todos estos años qué democracia, hasta qué punto la democracia actual no resulta atractiva para los ciudadanos y muy especialmente para los jóvenes y por qué. ¿Qué hemos hecho mal? ¿Qué debemos hacer? La gente está harta de que los gestores públicos se pongan medallas. Aquí lo que se trata es ver qué es lo que no se ha hecho bien.
Para conseguir la unidad de la izquierda falta lo más importante, un interés por encima de todo de conseguir estabilizar una política de izquierdas
¿Le sorprendió que el rey Felipe VI no acudiera al primer acto que inauguró ese ciclo?
Creo que indica una falta de acierto en la manera de enfocar esa mirada del proceso de inserción de la democracia o en nuestro país.
Usted fue asesora del Gobierno vasco para los primeros reconocimientos de víctimas de violencia policial. ¿El Estado ha asumido su responsabilidad en casos como los GAL?
Pues no. Está pendiente un análisis profundo de las responsabilidades políticas de lo que significó todo aquel proyecto tan lamentable.
¿Cree que se están dando los pasos para que se produzca ese análisis?
No. Cuando hablo de la necesidad de tener una visión autocrítica de cómo se ha llevado a cabo la democracia, sin duda un tema muy importante que creo que tenemos que abordar con más profundidad y sin miedo es como el terrorismo ayudó a perjudicar la democracia, pero a su vez también cómo la manera de combatir los procesos terroristas en muchas ocasiones también fue en perjuicio de la democracia.
Usted fundó Más Madrid con Íñigo Errejón, compartió cartel con él… ¿Cómo recibió las noticias sobre las denuncias por acoso y agresión sexual de varias mujeres contra él?
Bueno, yo no quería hacer un nuevo partido, simplemente quería hacer una plataforma y siempre pensé que en esa plataforma iba a entrar Podemos. No sé si es porque hubo una confusión de papeles, o yo no lo supe explicar bien o Podemos no lo supo entender bien, pero se planteó Más Madrid como una alternativa a Podemos y eso desde mi punto de vista fue un error. Yo cada vez soy más partidaria de que haya agrupaciones electorales para las elecciones y no partidos políticos, a pesar de que se pierdan muchos de los beneficios económicos propios del sistema electoral. Yo quise hacer una agrupación y quise que Más Madrid se pareciera más a eso, nunca pensé que se constituyera como un partido y la prueba es que yo no intervine para nada en la constitución del partido, sino solamente en la de constitución de una plataforma electoral.
Por lo que se refiere a Íñigo, cuando le traté, que no fue mucho por esto que te digo, me pareció una persona enormemente lúcida, con una gran capacidad de análisis y en modo alguno pude percibir que tuviera una actitud que pudiera generar actividades inaceptables en las relaciones con las mujeres. Me chocó mucho, pero también te digo que me pareció muy importante parar esa especie de expulsión social en la que ahora mismo parece que se cuestiona las personas que pueden haber cometido una actividad ilegal o una actividad inaceptable o éticamente no asumible en relación con las mujeres. Creo que son delitos y los delitos hay que analizar por qué se producen y hay que buscar la manera de que quien los cometa pueda realmente reinsertarse y volver a la sociedad como uno más.
Últimamente, se la ha visto una faceta lúdica desconocida hasta entonces asistiendo a programas de televisión. A muchos les ha sorprendido.
Tengo una ONG que se llama ‘Cosiendo el paro’. No tenemos ayudas de ningún tipo, pero me han ofrecido hacer programas que retribuían bien a la ONG y lo he hecho, pero no tengo ningún interés en hacerlo. Me encantaría tener subvenciones y no tener que hacer estos programas para conseguir ayudas. Es una ONG pequeña, pero pagamos a mucha gente, así que cuando me han ofrecido el poder recibir esas ayudas a través de lo que pagan los programas de entretenimiento de la televisión me ha parecido que lo debía aceptar.
También ha salido recientemente en la ficcional, en la serie ‘Las abogadas’. ¿Cómo ha visto su personaje?
Me pareció interesante porque de alguna manera explica un poco cómo éramos aquellas abogadas laboralistas jóvenes que creo que ayudamos un poco a cambiar este país. Pero nunca te puedes sentir identificada con un personaje que no eres tú, la persona que me representa es un personaje de ficción que yo creo que han logrado que se identifique con los hechos que sucedían en aquellos momentos y la forma en la que se abordaban, pero no siento que sea yo. Entonces en esa medida lo veo con una cierta y necesaria ajenidad.