Un análisis de elDiario.es de 1,8 millones de registros de llamadas a Emergencias evidencia que un tercio de las atenciones en la calle en la capital catalana tardaron demasiado, un porcentaje que solo se ve superado en pueblos de zonas rurales
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El tiempo que tarda una ambulancia en llegar al lugar de una emergencia es muchas veces –literalmente– vital. Pero la capacidad de reacción no siempre es la misma. A menudo depende de cada territorio, de las distancias a recorrer, de la hora del día o de la disponibilidad de vehículos. Una investigación de elDiario.es a partir de todos los registros de llamadas al Servicio de Emergencias Médicas (SEM) en Catalunya de los últimos cinco años permite observar que las esperas han aumentado de media desde 2019 y que son mayores tanto en las zonas rurales de más difícil acceso como en la capital, Barcelona.
Ninguna ciudad en Catalunya tiene peor tiempo de respuesta que Barcelona ante una emergencia, es decir, entre que alguien llama al 112 o al 061 y la primera unidad de asistencia médica llega al lugar de los hechos. En situaciones de enfermedad en la vía pública, que de entrada se tratan siempre como prioridad máxima, en la capital catalana los vehículos de emergencias tardan una mediana de 15,18 minutos. Solo los municipios de menos de 25.000 habitantes comienzan a presentar una mayor tardanza mediana en la asistencia, debido a que muchos de ellos no tienen ambulancia en sus centros sanitarios.
El análisis de elDiario.es, que aglutina 1,8 millones de alertas sanitarias anonimizadas recibidas por el SEM desde 2019 hasta 2023 –y para las que se haya activado una ambulancia– evidencia, de entrada, que los servicios aumentan año a año y que la actividad es hoy mayor que antes de la pandemia. En el conjunto de Catalunya, donde operan 444 vehículos asistenciales –la mayoría de ellos, ambulancias básicas, sin equipamiento especializado–, se registraron 372.373 llamadas de emergencia en 2023, un 8,5% más que en 2019.
Los datos recogidos en este reportaje hacen referencia a todas las llamadas asumidas por el SEM –sea cual sea su procedencia– y a los minutos que transcurren entre que un operador coge el teléfono y la unidad llega a la emergencia, lo que se conoce como el tiempo de reacción. Esto incluye las ambulancias básicas, que son las más habituales (Soporte Vital Básico), pero también las medicalizadas (Soporte Vital Avanzado), los coches con médico (Vehículo de Intervención Rápida) o incluso los helicópteros (en Catalunya hay cuatro).
Además, la radiografía permite distinguir entre tipos de asistencias: accidentes y traumatismos, enfermedad en vía pública o enfermedad en domicilio. Y de nuevo, la conclusión para todos ellos es parecida, tanto en el empeoramiento general del tiempo de respuesta respecto a años anteriores, como en las diferencias territoriales.
En Barcelona se ha tardado en los últimos años de mediana 20 minutos para emergencias en domicilio, mientras que en otras las ciudades metropolitanas, como Terrassa y Sabadell, y capitales de comarca, como Girona, el tiempo se sitúa en torno a los 15 minutos. En l’Hospitalet de Llobregat la respuesta es en poco más de 16 minutos. Solo en las zonas rurales y de montaña se vuelven a superar los 20 minutos.
Esta mediana de cada municipio es el valor central que se obtiene al ordenar todos los tiempos de respuesta, de más rápido a más lento.
En Catalunya, las ambulancias se activan además en función de cinco niveles de emergencia, siendo 0 la “máxima prioridad” y 4 la menos urgente. Para las primeras, el tiempo entre la llamada y la llegada del vehículo debe ser inferior a 20 minutos, según los estándares de calidad del SEM. Pero esto no siempre se cumple, algo que se puede observar en las asistencias en vía pública, que por defecto se tramitan como prioridad máxima o nivel 0, puesto que se consideran un escenario de riesgo.
En este sentido, el 15% de las asistencias de ambulancias en la calle excedieron ese umbral de 20 minutos en Catalunya, si se calcula la mediana de llamadas de los últimos cinco años. Pero en Barcelona fue el doble: el 28%. Es decir, que en casi una de cada tres urgencias en las calles de la capital no se reaccionó a tiempo. Es más, si se analiza solo 2023 en Barcelona, ese porcentaje es todavía mayor: 37%.
La jefa de Emergencias del SEM, la doctora Àngels López, reconoce a elDiario.es la tensión creciente en la red de ambulancias del sistema, en especial en las zonas urbanas. Según la responsable, se debe en parte a que la actividad crece sin que lo hayan hecho en la misma medida los recursos, lastrado el modelo por una contrata que se adjudicó en 2015, en plena crisis económica y con menores necesidades, y que justamente ahora en 2025, al finalizar el contrato, se ha rediseñado.
Aun así, López defiende que las cifras generales esconden mejorías en la asistencia de las emergencias vitales, como los infartos o el ictus. Para estos últimos, pone como ejemplo, se consensuó a nivel médico el objetivo de responder en menos de 90 minutos desde que alguien llama con indicios de accidente cardiovascular hasta que la ambulancia lo deposita en la mesa de operaciones junto al neurólogo. Estos tiempos, según sus registros, se cumplen el 99% de las veces. Y todo eso a pesar de que los códigos ictus se han disparado un 38% en tan solo cuatro años.
Por qué se tarda más en Barcelona
“Barcelona es un horror. Puedes tener fácilmente 12 o 15 servicios en espera pendientes de adjudicarles vehículo, es muy exagerado”, señala un empleado de coordinación de emergencias del SEM. ¿Por qué la capital catalana tiene peores registros que el resto, si las distancias son las más cortas posibles?
Los expertos consultados señalan que se debe a una peor ratio de ambulancias (4,37 por cada 100.000 habitantes) y a la mayor actividad que hay en la ciudad (desde el ocio nocturno al turismo o a oficinas de grandes empresas). También al tráfico endiablado que hay en el centro a determinadas horas.
Oriol Panyella, técnico de transporte sanitario en Barcelona y portavoz del sindicato SICAT, coincide en que el “estrés” en la capital catalana es “muy grande”. Ocurre a menudo que, si la mayoría de unidades de una parte de la ciudad están ocupadas, tienen que enviar ambulancias desde la otra punta de la capital al lugar de los hechos. “A veces estás en la Verneda a las 8:00 horas y te llaman para un accidente en plaza España, así que sabes que vas a tardar más de 30 minutos. Esto es inviable y pasa constantemente”, se queja este conductor.
Todos los consultados coinciden en que la actividad del SEM se ha disparado en la ciudad en los últimos años. “Es un problema de embudo. El número de servicios es tan alto que satura el sistema”, señala Javier Molina, técnico de ambulancias en Barcelona y responsable del transporte sanitario de UGT. Lo mismo reconoce la jefa de Emergencias del SEM, que afirma que la ciudad está “infradotada” a pesar de que desde el concurso de 2015 han realizado varias modificaciones de contrato para que la empresa adjudicataria, en este caso una UTE liderada por Ambulancias Domingo, amplíe tanto vehículos como horarios.
Con todo, los trabajadores del sector también alegan que las emergencias en vía pública, a pesar de ser consideradas oficialmente como prioridad máxima, suelen incluir un amplio abanico de casuísticas, muchas de ellas leves o a veces inexistentes. Y que la respuesta se adapta a ello sobre la marcha. “A veces te llaman de vía pública por alguien inconsciente y tú envías una ambulancia medicalizada, pero mientras tanto el SEM llama al alertador para saber mejor qué está pasando y quizás entonces se concluye que el caso es más leve y no hace falta una medicalizada”, ejemplifica uno de los coordinadores de emergencias consultados.
Una de las razones que aducen los técnicos de ambulancias para explicar la creciente saturación de la red es que, más allá de la escasez de recursos, también la población se ha acostumbrado a llamar con más facilidad al 112 y sobre todo al 061. Además, defienden que la actividad en el SEM no deja de ser un reflejo de la que registra el sistema sanitario en general, también cada vez más tensionado. “Cada vez hay más cronicidad, pacientes más complejos, y esto nos afecta porque somos parte del sistema”, afirma López.
El SEM espera mejorar registros a partir de que entre en funcionamiento el nuevo modelo que se ha diseñado en los últimos años, y que se materializa estos meses con la resolución del nuevo concurso de gestión para los próximos cinco años. Se trata de un conjunto de lotes licitados que ascienden a 2.400 millones de euros. Las empresas más beneficiadas han sido las multinacionales Falck y TSC. En Barcelona ha ganado la UTE que las gestionaba hasta ahora.
Según la doctora Àngels López, la nueva contrata permitirá aumentar recursos y sobre todo “ganar flexibilidad” de equipos en días y horas punta y en zonas en las que se prevé que crezca todavía más la actividad, como es el área metropolitana de Barcelona. En total, 46 ambulancias y 360 profesionales más, según las previsiones iniciales. Los trabajadores, sin embargo, no son tan optimistas. La mayoría de sindicatos defendían la internalización (gestión directa) del servicio.
Resignación en el Pirineo
Más allá de Barcelona, el mapa metropolitano muestra diferencias entre su región sanitaria del norte (que incluye las comarcas del Maresme, el Vallès Oriental, el Vallès Occidental y ciudades como Badalona, Santa Coloma y Sant Adrià del Besòs) y la del sur (que cubre principalmente el Baix Llobregat y L’Hosptialet). En términos generales, el sur presenta mejores tiempos de reacción que el norte.
También suele ser habitual que los tiempos en las capitales de comarca sean de los más bajos, puesto que la mayoría disponen de hospital con ambulancia. Algunas rozan los 10 minutos o incluso los rebajan, como Olot (9,8), Vic (9,4), Puigcerdà (9,9), Tremp (9,3), Tortosa (9,9) o Cervera (8,8).
Pero sin duda la región que tiene los municipios con peores registros es la del Pirineo. Pueblos como Josa i Tuixent, La Vansa i Fórnols, Salt Esteve de la Sarga o Queralbs presentan tardanzas de más de 40 minutos de mediana. La razón principal son el aislamiento y las distancias respecto a las estaciones de ambulancias. En estas regiones se da además el caso de que el tiempo de ocupación de un vehículo para cada emergencia es muy superior. En Barcelona una ambulancia puede actuar y quedar liberada a menudo en menos de una hora. En la comarca pirenaica del Pallars Sobirà, por ejemplo, un traslado medicalizado urgente al hospital de Lleida deja la zona sin este vehículo una mañana entera.
De ello da fe Marina Planelles, la doctora de Atención Continuada de Urgencias de la localidad de Llavorsí, pueblo de 330 habitantes que dispone de una ambulancia básica (la medicalizada está en la capital comarcal, Sort). “Cuando estoy en urgencias, si hay que activar una ambulancia me lo pienso bien, porque sé que me quedaré sin ella durante cuatro horas. Aunque si hay que usarla, se hace, evidentemente”, señala esta facultativa. Debido a las distancias, en emergencias en vía pública a menudo se responde con el helicóptero.
Planelles indica que la población de su comarca, el Pallars Sobirà, de poco más de 7.000 habitantes, es consciente y acepta esta realidad: “Muchos, especialmente los vecinos de toda la vida, están acostumbrados a que los recursos y las distancias son los que son”. Aunque no esconde algunas deficiencias del sistema, especialmente la cobertura en temporada alta. “En invierno con los esquiadores y sobre todo en verano, entre veraneantes y campamentos infantiles, no damos abasto”, lamenta. “Cuadruplicamos población y no aumentan los recursos”, lamenta.