El presidente ha firmado un decreto para cambiar el nombre dentro de Estados Unidos pero el resto de países no tienen por qué darlo por válido
Llamar “América Mexicana” al territorio que ocupan EEUU y México: la respuesta de Claudia Sheinbaum a Donald Trump
En su discurso de investidura, Donald Trump repitió que quiere rebautizar el golfo de México como golfo de América.
La cuenca oceánica, delimitada por la costa estadounidense del Golfo, los estados orientales de México y, por último, la isla de Cuba, es un importante centro de actividad económica, que incluye la pesca, el transporte marítimo y la producción de petróleo y gas, lo que quizás explique que Trump tenga tanto interés.
El lunes, poco después de jurar el cargo, el presidente afirmó que “en breve” planea “cambiar el nombre del golfo de México por el de golfo de América” con un decreto presidencial. De hecho, a principios de mes ya sugirió este cambio, cuando dijo que el nuevo nombre sería “hermoso” y “apropiado”, y añadió: “Porque somos los que más trabajamos allí, y nos pertenece”.
En respuesta, Claudia Sheinbaum, la presidenta de México, señaló que la comunidad internacional reconoce el nombre actual. Propuso con sorna otro cambio de denominación: que América del Norte se conozca como “América Mexicana”, citando un documento fundacional de 1814, anterior a la Constitución mexicana, que se refería a América del Norte de esta manera.
No existe un acuerdo o protocolo internacional formal para la denominación de las zonas marítimas, y ningún organismo internacional tiene la última palabra sobre los nombres marítimos, aunque la Oficina Hidrográfica Internacional (OHI) trata de estandarizar los nombres y resolver disputas.
El presidente Trump firmó el lunes un decreto que ordena al Gobierno federal el cambio de nombre.
En teoría, un decreto presidencial basta para cambiar el nombre del golfo en los documentos oficiales dentro de Estados Unidos, pero otros países no estarían obligados a seguir su ejemplo.
Sheinbaum ha minimizado el decreto de Trump. “Lo del Golfo de México, más allá de cualquier cosa, lo establecen para su plataforma continental, para nosotros sigue siendo Golfo de México y para el mundo entero sigue siendo”, ha dicho.
Las discrepancias son frecuentes
A menudo, este tipo de discrepancias en la denominación de una zona geográfica han provocado tensiones diplomáticas entre países vecinos, como en el caso de la masa de agua que separa Irán de Arabia Saudí, denominada “golfo Pérsico” por el primero y “golfo Arábigo” por el segundo.
Japón y Corea del Sur llevan mucho tiempo enzarzados en una disputa sobre cómo llamar a las aguas entre la península coreana y el archipiélago japonés. Tokio las llama mar de Japón, citando mapas escritos por sacerdotes católicos y exploradores europeos del siglo XVII. Sin embargo, Corea del Sur se queja de que evoca la colonización japonesa de la península entre 1910 y 1945, y se refiere a él como mar del Este.
Y mientras que el mar entre Brunéi, China, Malaisia, Filipinas, Taiwán y Vietnam se conoce en inglés como “South China Sea”, mar de la China Meridional, en Filipinas se denomina mar de Filipinas occidental; en Vietnam, mar del Este y en China, mar del Sur en China. Otros, en busca de un acuerdo transaccional, han sugerido llamarlo mar del Sudeste Asiático.
En Estados Unidos, la Junta de Nombres Geográficos se encarga de mantener la uniformidad en el uso de los nombres geográficos en toda la administración federal. En su página web, la Junta afirma que “desaconseja los cambios de nombre a menos que haya una razón de peso”, y añade: “En general, el criterio más relevante en materia de nombres es el uso y la aceptación locales”.