Sánchez y Puigdemont ceden y eso es bueno

Junts y PSOE jugaron con fuego a riesgo de quemarse con el decreto ómnibus y harían bien en aprender a limitar sus pulsos porque ni unos ni otros van sobrados de crédito

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Quien algo quiere, algo le cuesta. Es la máxima a la que están sometidos todos los partidos y en especial los que dependen de otros para gobernar. Es la política y no es necesariamente malo a no ser que se trate de un principio que se lleve al extremo. 

En esta ocasión, Junts y PSOE han jugado al límite con el decreto ómnibus y se han dado cuenta que de seguir inflexibles solo perdería una parte importante de la ciudadanía, entre ellos, los pensionistas, un colectivo que puede pasarles factura en las urnas. Por edades, el grupo menos abstencionista en España es el de los mayores de 64 años. En Catalunya basta acercarse a una concentración de la ANC para comprobar que a Junts le conviene llevarse bien con los jubilados.

Así que al final ceden ambos. Entiéndase el verbo ceder como algo positivo. Para unos será un triunfo de Pedro Sánchez. Para otros, de Carles Puigdemont. Pero a lo mejor esto no va de partidos ganadores o perdedores sino de comprender que los dos han desandado una parte del camino de la peor política que exhibieron la semana pasada, esa que antepone el partidismo al beneficio de la mayoría y en especial al de los colectivos más desfavorecidos.

Junts se equivocó en el último pleno al no apoyar unas medidas necesarias. Y el PSOE por pensarse que los independentistas iban de farol cuando les avisaron de que no le apoyarían un decreto en el que el Gobierno aprovechaba para colar hasta 80 propuestas en un formato de todo o nada. 

El encaje no era fácil aunque tanto PSOE como Junts pueden vender como un acierto el resultado final. El Ejecutivo ha logrado sacar adelante medidas del llamado escudo social que eran imprescindibles, incluida la moratoria en los desahucios que Junts rechazaba. Y los independentistas exhiben como mérito propio una mayor protección a los propietarios. Un éxito de cara a una parte importante de su electorado, ese que está más preocupado por si bajan los precios de los pisos que por si suben. Lástima que se haya perdido más de una semana y que se haya traficado con las necesidades de millones de ciudadanos.

Ambas formaciones han jugado con fuego a riesgo de quemarse. No había que buscar los votos “debajo de las piedras”, según la expresión utilizada por el presidente del Gobierno el pasado fin de semana. Los votos estaban, están y estarán en Junts. El precio será, como esta vez, el que acaben acordando aunque pongan a prueba incluso la paciencia de los suyos. Sánchez ha demostrado, de nuevo, que es capaz de caer de pie cuando parece imposible. Y que Puigdemont tensa y tensa, pero ni quiere ni puede romper la cuerda. Les recomiendo que miren este gag del programa ‘Polònia’ del pasado jueves porque resume a la perfección el ni contigo ni sin ti de PSOE y Junts.  

Aunque sea un cesto distinto al del escudo social, los de Puigdemont se habían empeñado en convertir su proposición no de ley sobre una cuestión de confianza en una demostración de su capacidad de hacer bailar al Gobierno como ellos quieren. No hace falta ser letrado de las Cortes para saber que avenirse a pasar ese examen es solo prerrogativa del presidente. De ahí que la fórmula elegida por Junts para demostrar su protagonismo en el Congreso, el único espacio en el que lo tiene, fuese una proposición no de ley.

El PSOE ahora acepta tramitarla para que dejen de dar la matraca con esto, pero Sánchez ha reiterado que no ve “ninguna necesidad” de someterse a ese trágala. Es un ejemplo del ruido innecesario que solo sirve para alimentar la desconfianza en la política y los políticos. Y por si no se han dado cuenta, ni unos ni otros van sobrados de crédito.

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