El mal uso de la palabra ‘cáncer’ por parte de Ayuso

La demanda que hacemos las personas que hemos sido diagnosticadas de cáncer, y seguimos vivas para contarlo, es que se deje de usar la palabra como metáfora, como sinónimo y como insulto. Especialmente por parte de quienes tienen una responsabilidad clara en las políticas de salud pública

Otra vez más, una figura política que usa la palabra cáncer de forma peyorativa para señalar de manera sobreactuada algo como malo y  sumamente destructivo. Esta vez ha sido la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, la que se ha quedado a gusto al decir que “Junts es el cáncer de España” para reafirmar su postura de que con el partido de Puigdemont no hay nada que pactar ni que hablar. Sus declaraciones -que están siendo reproducidas por todos los medios de comunicación-  utilizan la metáfora de una enfermedad con la que son diagnosticadas al año, solo en España, más de doscientas cincuenta mil personas, como algo destructivo e irremediable. 

Por cierto, esas declaraciones entran de lleno en contradicción con la idea que la propia Ayuso quiso dar el pasado mes de octubre, en una recepción a mujeres supervivientes de cáncer, al afirmar que “el cáncer tiene solución con tratamiento y diagnóstico precoz”. Ahora cada vez que en un buscador se metan las palabras “Ayuso” y “Cáncer” no aparecerán las políticas sanitarias de la presidenta de la Comunidad de  Madrid para hacer frente al cáncer  y sus alentadoras palabras sino sus declaraciones en su lucha contra el nacionalismo y su odiosa retórica de estigmatizar a cualquier precio. Hagan la prueba.

No hay confusión en la Sra. Ayuso sobre si el cáncer es un adjetivo que usar contra los que ella considera  enemigos de España o si es una enfermedad no siempre mortal y a la que se puede sobrevivir con investigación, tratamientos y prevención. Lo que hay  en ellas, y en quienes como ella, creen que las palabras son armas, es una  intención clara de usar el estigma del cáncer para infundir miedo y rechazo, esta vez, a un partido nacionalista. 

Al hacerlo, lo que infunde es desinformación, y sí, también miedo, pero a las miles de personas que somos diagnosticadas de cáncer. También  infunde dolor a los seres queridos de quienes  esta maldita enfermedad mató. Porque sí, el cáncer mata. La enfermedad mata. La enfermedad. Pero no, no siempre mata. En ello y para ello hay trabajando millones de profesionales de la ciencia y de la salud, para que las tasas de supervivencia cada vez sean mayores ante una pandemia que cada día toca a más personas, cada vez más jóvenes. El cáncer es algo muy serio como para usarlo de una manera tan frívola e insensible. Una enfermedad nunca puede ser como un adjetivo descalificativo. Tampoco el cáncer.

La demanda que hacemos las personas que hemos sido diagnosticadas de cáncer, y seguimos vivas para contarlo, es que se deje de usar la palabra cáncer como metáfora, como sinónimo y como  insulto. Especialmente por parte de quienes tienen una responsabilidad clara en las políticas de salud pública. Las personas que hemos visto y veremos como seres muy queridos y amigas fallecen a causa del cáncer es que deje de usarse esta expresión para señalar realidades alejadas de la realidad. 

Si se quiere hablar de cáncer, hablemos del cáncer. De sus causas, de las condiciones de vida de quienes la padecen, de las políticas de prevención, de las prohibiciones de tóxicos que nos enferman y no tienen lugar por intereses económicos. Hablemos de la falta de recursos públicos en los hospitales, de las máquinas millonarias que no se usan por falta de cualificación, del negocio de las farmacéuticas. Hablemos de efectos secundarios y las secuelas, del empobrecimiento que causa esta enfermedad, de la falta de apoyo psicológico y de una medicina integrativa accesible. Hablemos. 

Ya en el año 2010, la propia AECC mostró preocupación por el mal uso que se hacía de la palabra cáncer en declaraciones, informaciones y opiniones acerca de temas de especial relevancia e interés como la política, la justicia, el  deporte… Al margen de que la RAE contemple que, efectivamente, el término pueda utilizarse como sinónimo de algo negativo, debería ser un compromiso colectivo con la sensibilidad y hablar con propiedad, el eliminar de nuestro lenguaje cotidiano las referencias al cáncer de forma estigmatizante. 

De hecho, es curioso cuánto cuesta nombrar la palabra cáncer cuando aparece la enfermedad y qué fácil les resulta a algunos políticos e informadores utilizarla de forma peyorativa. Si se trata de normalizar el uso de la palabra cáncer que sea para aliviar el impacto negativo que tiene esta enfermedad en nosotras, nuestras familias y amistades y también en nuestros entornos laborales y profesionales. Que sea para sentirnos menos solos, menos invisibilizados y más presentes en nuestros propios procesos y tratamientos. Usar despectivamente la palabra cáncer como hace Ayuso, y tantos otros, solo ahonda en el estigma, en la desinformación, la desigualdad y en el aislamiento de las personas que tenemos ese diagnóstico.

Por cierto, el próximo 4 de febrero es el Día mundial contra el cáncer. Un día estupendo para que haya un compromiso de la clase política y responsables de medios de comunicación de no usar la palabra cáncer más que para hablar de la enfermedad. Ahí les dejo la idea. 

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