Cómo funciona el Carnaval de Cádiz y por qué la chirigota negacionista ha reabierto el debate sobre los filtros del Falla

El «bochorno» del pasado domingo con una chirigota negacionista ha reabierto el debate sobre la forma de acceder al Concurso del Teatro Falla. El Ayuntamiento de Cádiz y los autores están estudiando posibles cambios que van desde aumentar el poder del jurado a la preselección de contenidos

El Carnaval de Cádiz se psicoanaliza: desde su raíz de izquierdas a los límites del humor negro

“El Concurso de Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC) de Cádiz es un concurso de agrupaciones amateur resultado de la libre expresión del pueblo convertido en folklore popular”. Así arranca el reglamento de este certamen de coplas que esta semana, como viene siendo habitual desde hace años, se convierte en viral por alguna letra destacada, alguna copla desubicada, o alguna polémica intensa como la protagonizada por la chirigota negacionista que fue abucheada por el público. Es un concurso con todas las puertas abiertas. Cualquiera que cumple el reglamento de plazos, número de componentes, documentación y pago de fianza se puede inscribir. No hay revisión previa de su repertorio. El telón se abre para todos. El conflicto surgido con esta chirigota ha hecho reabrir un debate eterno: ¿Se deben vigilar estas puertas?

Desde la segunda mitad del siglo XIX constan competiciones de coplas en las entonces primigenias comparsas, hasta que en 1887 el cabildo municipal organizó el primer concurso. Ahora, en 2025, este certamen está organizado por el Ayuntamiento de Cádiz, que suele abrir el plazo de inscripciones en el último trimestre del año. Los grupos se apuntan en cuatro modalidades: coros, cuartetos, comparsas y chirigotas, cada una con diferentes características que deberán cumplir durante su actuación. Deben pagar una fianza por inscribirse. 300 euros, los coros, chirigotas y cuartetos. La mitad,150, los cuartetos. Ese dinero será devuelto una vez haya finalizado el concurso.

Los participantes en el concurso ceden sus derechos de imagen a la televisión municipal Onda Cádiz, que retransmite en directo el concurso en TDT y YouTube, y que, a su vez, permite que diferentes emisoras de radio y otras televisiones dispongan también de esas imágenes y sonidos. Canal Sur emite para toda Andalucía, en virtud de este acuerdo, a partir de los cuartos de final.

Este reglamento recoge también el sorteo de actuación, la formación de un jurado oficial que evaluará a las agrupaciones y determinará cuántas agrupaciones van pasando de fase, y establece cada detalle del concurso: el orden en el que deben cantar su repertorio, el tiempo máximo de cada actuación, los minutos que tienen para preparar y retirar su montaje y cómo será la gran final, que este año se celebrará el 28 de febrero y con un máximo de cuatro agrupaciones por modalidad. También establece los premios, que van desde los 500 euros por participar en las preliminares hasta los 25.000 euros que gana el coro que quede en primer puesto.

Faltas y sanciones

Ese reglamento marca también las faltas y sanciones a las que se enfrentan las agrupaciones que no cumplan las bases. Por ejemplo, excederse en el número de componentes, que es lo que le ha costado la descalificación a la chirigota negacionista ‘Abre los ojos’, por encima de su exigua calidad o la integridad de su contenido. Porque, eso sí, este amplio reglamento regula muchas cosas, pero no deja ninguna directriz sobre el contenido de las coplas. Te pueden descalificar por cantar con 13 componentes en vez de 12, por introducir más guitarras de las permitidas, o tocar algún instrumento no autorizado, pero no por ofender a colectivos, no saber rimar o lanzar mensajes de odio.

El concurso obliga a entregar las letras antes de cantar, pero no para su revisión, sino para que el jurado las tenga y las pueda evaluar en caso de que no haya entendido algo. En el Falla, cuando se abre el telón, todo puede ocurrir. Pueden cantarse coplas inolvidables que pasarán a formar parte de la banda sonora de la vida de mucha gente o a padecerse momentos vergonzantes como la agrupación que fue abucheada el pasado domingo. Anteriormente, el jurado tenía la potestad de bajar el telón, el conocido en Cádiz como “telonazo”, a agrupaciones que o bien incumplían las normas, o bien no reunían la calidad suficiente. El último telonazo que se recuerda fue en 2012 a un cuarteto de Badajoz que no reunía la calidad suficiente y estaba siendo mofa del público. Al año siguiente, otro cuarteto se marchó del escenario sin terminar su actuación por los gritos y pitos que sufría.

Preselección, “telonazo” del jurado o como está

Pero el pasado domingo no se bajó el telón a pesar de que el público lo pidió en reiteradas ocasiones. El actual reglamento no recoge la posibilidad de que el jurado pueda parar una actuación. Solo puede interrumpirse el concurso cuando esté en riesgo la seguridad del teatro. Eso es lo que quiere que cambie la Asociación de Autores, que ahora preside Francis Sevilla Pecci. “Lo que ocurrió el domingo, con personas que ni siquiera sabían donde estaban, vestidas de cualquier manera y sin repertorio, no puede volver a ocurrir. El jurado tiene que tener potestad de pararlo. Hay que poner freno a esto”.

El Ayuntamiento de Cádiz se ha mostrado dispuesto a abrir el debate. “El concurso es algo vivo y si hay que cambiar cosas, se cambian”, ha dicho la concejala de Fiestas, Beatriz Gandullo. Ella se ha mostrado incluso dispuesta a aceptar algo que le han propuesto personalmente algunas personalidades destacadas de la fiesta. Que no todo el mundo pueda cantar en el Falla. Que haya una preselección y que solo accedan al concurso los que cumplan un nivel mínimo.

Las redes sociales han traído la viralización de un concurso que ha animado a algunos grupos a venir de muchos sitios de fuera a probar suerte en el Carnaval gaditano. Algo así le ocurrió al actor vasco Óscar Terol, que se apuntó a la chirigota negacionista por compartir algunos ideales y cierta admiración hacia lo que creía que era esta fiesta. Después ha tenido que pedir perdón, como si se hubiese dado cuenta ya en Cádiz de que el carnaval es algo mucho más serio que lo que él imaginaba desde fuera.

Sin embargo, para algunos, como Sevilla Pecci, una preselección sería una manera de censura, como sufrió este certamen durante la dictadura, cuando los autores tenían que entregar sus letras para ser revisadas hasta principios de los años ochenta del pasado siglo. Sobre todo en un concurso que goza de la libertad de crítica desde el siglo XIX. ¿Se debe seguir dejando que cualquiera pueda cantar en el concurso a riesgo de repetirse el bochorno del domingo? ¿Cómo se pueda evitar que surjan agrupaciones con diferentes intereses que quieran aprovechar el altavoz de este certamen? Es un debate de muchos años que en cada edición se reaviva por una polémica diferente.

Publicaciones relacionadas