Las acusaciones por falta de democracia interna y dudas sobre la gestión económica del eurodiputado marcan las elecciones de una entidad de la que ahora los líderes de Junts se distancian
Comín anuncia una querella contra Valtònyc tras acusarle de apropiarse de fondos del Consell de la República
Toni Comín está en uno de los momentos de más baja popularidad de sus cerca de 20 años de trayectoria pública. Tras las críticas iniciales por una supuesta falta de democracia interna en el Consell de la República, a finales de 2023, Comín tuvo que ver el año pasado como se ponía en duda su gestión económica de la entidad, con una auditoría que no ha acabado de templar los ánimos y que ha enfrentado al eurodiputado electo con antiguos compañeros. Finalmente, Comín ha sido objeto de una denuncia por acoso sexual y laboral, que él califica de “falsa”. Un cúmulo de situaciones que se han llevado por delante no solo la imagen del político, sino también la del propio Consell de la República incluso entre parte de sus fieles.
“Potencialmente la idea era revolucionaria, el embrión de un proceso constituyente. Pero se ha ido reduciendo y encorsetando para que perdiera el nervio y se la ha acabado matando”, describe una persona que formó parte de la entidad independentista.
Como él, no fueron pocas las personas a las que Carles Puigdemont y los suyos consiguieron ilusionar con las estructuras que el expresident puso en pie en Bélgica y que vendía como un organismo clave para “preparar la independencia” fuera del alcance de las instancias judiciales españolas. Pero muchos de los que entonces se involucraron, hoy han dado media vuelta. “El Consell de la República no tiene solución”, resume este exrepresentante, con evidente desilusión.
Entre el malestar acumulado por quienes confiaron en una entidad que, para Puigdemont, fue “de usar y tirar”, sobresale el papel de Toni Comín, quien a lo largo de los últimos siete años ha sido el principal responsable del organismo.
“Los que no saben qué hacer con el Consell lo quieren enterrar, pero ese es su problema”, rebate Comín en declaraciones a este diario. El eurodiputado admite que, con todo, entre las bases de la entidad hay frustración. “Cuando hay tanta distancia entre la misión del Consell, que es tan elevada como culminar el proceso de independencia, y el poder real del Consell, que es muy poco, el principal riesgo es la frustración”, razona.
Sombras sobre la gestión económica
El primer choque ocurrió a mediados del año pasado, cuando CATGlobal, la entidad radicada en Bélgica que da cobertura jurídica y económica al Consell, envió una carta a la entidad en la que señalaban lo que ellos consideraban como irregularidades contables. Se referían sobre todo al uso de fondos de la entidad por parte de su vicepresidente y máximo responsable de hecho, Toni Comín.
El Consell no apartó a Comín, pero sí encargó una auditoría independiente. El informe afloró gastos por valor de 15.530 euros realizados por el eurodiputado que, según el auditor, “a priori, no parecen justificados en el marco de la defensa del exilio, dado que están destinados a un cargo electo que ya dispone de ingresos propios”.
Se trataba, en concreto, del alquiler de un vehículo durante 15 días por valor de 1.997,35 euros, el alquiler de un apartamento en el sur de Francia por un total de 2.562 euros, otros 4.608 euros en impuestos derivados de mantener la casa de Lovaina (Bégica), además de retiradas de dinero en efectivo hasta sumar unos 6.000 euros.
Por su parte, Comín siempre explicó que se trataba de gastos de viajes e intendencia, bien para asistir a reuniones del Consell o bien para realizar tareas de la entidad. Un extremo que el informe del auditor rebatió inicialmente, asegurando que en tal caso debían autorizarse desde la propia entidad. Pero, posteriormente, el mismo auditor rectificó y certificó como válidos unos 10.000 euros de esa cantidad, mientras dejó otros 5.000 en el limbo.
Todo este proceso, más que generar paz interna, acabó en una guerra campal de acusaciones cruzadas. Desde la junta gestora del Consell se denunciaron “presiones” al auditor para que modificara el contenido relativo a los gastos denunciados, al tiempo que Comín denunció que el examen externo había hecho “considerable daño a su reputación”.
Algunos compañeros de partido, como Toni Castellà, dieron la cara por Comín. “Los gastos en los que hila muy fino un auditor son gastos de desplazamiento a la Catalunya Nord, donde él justifica que ha hecho diversas reuniones con miembros y consejos locales del Consell de la República. El auditor pide que se le justifiquen estas reuniones y se le justifican”, respondió el hoy vicepresidente de Junts en una entrevista en este diario.
Pero, unas semanas después, el rapero Josep Miquel Arenas “Valtònyc”, que formó parte del grupo instalado en Bélgica en torno a Puigdemont por tener causas judiciales abiertas en España, cargó con dureza contra Comín.
En un mensaje en redes sociales, Valtònyc, que trabajó como informático del Consell de la República, acusó a Comín de hacer “transferencias personales” de la cuenta de la entidad. Según su versión, el eurodiputado “priorizó el pago de deudas a una empresa de su confianza con las donaciones para el regreso del president”. Comín anunció que interpondría una querella contra su excompañero.
A la crisis abierta por la cuestión económica se ha sumado recientemente la denuncia ante la Eurocámara contra Comín interpuesta por un excolaborador por acoso sexual y psicológico. En su escrito, el exasesor del político denunció tocamientos, insinuaciones y proposiciones sexuales, además de hostigamiento laboral, broncas sin motivo y amenazas de despido.
En un comunicado, Comín rechazó haber realizado “ningún acto de acoso” al colaborador, además de advertir de que adoptará las “acciones necesarias” para demostrar su honorabilidad e inocencia. Comín señaló también la “coincidencia temporal” de la “falsa denuncia” con su candidatura para presidir el Consell de la República. “¿Cómo es que denuncia ahora, en plena campaña, y no cuando ocurrieron los hechos”, se pregunta el eurodiputado.
Unas elecciones disputadas para salir de la crisis
El Consell de la República vivió tiempos de bonanza durante los primeros años en los que Puigdemont estuvo en Bélgica. Utilizada como plataforma política y logística del expresident y su entorno, los dirigentes de Junts en algún momento llegaron a soñar con que la entidad fuera una especie de dirigencia del movimiento independentista en su conjunto.
En la negociación para la investidura de Pere Aragonès, en el año 2021, la formación de Puigdmont reclamaba como condición que ERC aceptara el Consell como entidad de coordinación entre partidos, e incluso que marcase los objetivos independentistas del Govern, pretensión que siempre fue rechazada de plano por los republicanos.
En momentos de máximo explendor, la entidad llegó a tener hasta seis trabajadores y un presupuesto de cerca de un millón y medio de euros, la mayoría provenientes de donaciones. Pero tras los últimos episodios, el equipo de Comín ha ido reduciendo la estructura hasta dejarla sin personal asalariado y administrada únicamente por voluntarios.
En este estado de decadencia la entidad ha llegado a unas elecciones que se celebrarán entre este sábado 8 y el martes 12 de febrero, de donde debe salir el nuevo presidente. Hay cuatro candidatos en liza, entre ellos el propio Comín que aspira a repetir. Contra él se presenta Jordi Domingo, que ha recibido apoyo del exconseller Lluís Puig y de Jordi Castellà, quien ha retirado su candidatura en las últimas horas. También son candidatos Montserrat Duran, que cuenta con avales de personas del anterior gobierno, y Antoni Walter Castelló.
Todos ellos han pactado una campaña “limpia” y, a diferencia de elecciones anteriores donde el control de Puigdemont a través de Comín se daba por descontado, ahora hay opciones de que la entidad cambie de manos. Pero, pase lo que pase en esta carrera, el Consell de la República que encontrará el ganador estará lejos de tener la proyección e importancia que tuvo hace unos años.