El investigador José Matías Peñas denuncia en un juzgado de Cartagena que la inacción de la administración autonómica ha arrojado a los habitantes de la pedanía a una «exposición crónica» ante metales pesados. Según sus cálculos, en Torreciega se supera decenas de veces el umbral máximo tolerable de riesgo estimado de padecer cáncer
El juez ordena el sellado “inmediato” de las balsas de residuos de Zinsa en Cartagena
Casi 17 años después de que se cerrara para siempre la antigua fábrica de Española del Zinc (Zinsa) en Torreciega, una pequeña pedanía situada a pocos kilómetros del centro de Cartagena, sus cerca de 600 vecinos siguen viviendo, ininterrumpidamente, junto a los restos intocados y tóxicos de aquella actividad industrial. Basta con asomarse a las ventanas de las casas o con pasear por sus calles y espacios públicos para percibir, demasiado cerca, las balsas de químicos y residuos peligrosos, las montañas artificiales de escorias de la metalurgia del zinc, los acopios y escombros de la demolición de los edificios.
Tras dos resoluciones judiciales que ordenaron sellar los contaminantes en 2021 y 2024 sin que se llevara finalmente a cabo por parte de la Administración regional, la única competente en la materia, ahora un informe pericial consensuado y revisado por parte de la comunidad científica europea sentencia “un riesgo inaceptable y crítico para la salud de la población” y recomienda, con carácter urgente, su “reubicación inmediata” en “viviendas alejadas de la contaminación”.
El estudio, que ha requerido varios años de trabajo y análisis ‘in situ’ en Torreciega y está firmado por el investigador de la Universidad de Limoges José Matías Peñas, será remitido este lunes al Juzgado de Instrucción nº5 de Cartagena. En el documento, Peñas exige “responsabilidades” al Gobierno regional por permitir “esta grave vulneración del derecho a la salud y a un medio ambiente seguro”, que está provocando, afirma, una “exposición crónica” de las personas, adultos y niños, a “metales pesados y metaloides presentes en el polvo ambiental” que se encuentra en cualquier rincón, por pequeño que sea, del pueblo.
No hay calle ni casa de la pedanía cartagenera que no presente altos niveles de un polvo negruzco abarrotado de contaminantes que se acumula de manera casi invisible y que, según el informe, al que ha tenido acceso elDiario.es de la Región de Murcia, puede penetrar en el organismo de los residentes por vía “dérmica”, en contacto directo con la piel; “inhalatoria”, mediante la respiración de las partículas en suspensión, y a través, también, de la “ingestión”.
Acopios de escorias de la termometalurgia del zinc con concentraciones que alcanzan los 20.000 miligramos por kilo de cadmio y cobre, a unos pocos metros de las primeras casas de Torreciega.
Los metales pesados que se internan en el cuerpo y corren acto seguido por la sangre provocan una “bioacumulación” en “tejidos críticos como el hígado, los riñones, los huesos y el sistema nervioso central”. Existe, por tanto, según se extrae de las conclusiones del estudio, una posibilidad “peligrosamente alta”, y muy por encima de los umbrales mínimos establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y por diversos organismos estatales, de padecer “enfermedades degenerativas, disfunciones renales, trastornos cardiovasculares y cáncer”.
Más metales pesados que en cualquier otra ciudad
Quien se encuentra en una situación de mayor vulnerabilidad y peligro en la pedanía, recalca el documento redactado por Peñas, es la población infantil. “La exposición al polvo compuesto por residuos peligrosos derivados de la metalurgia del zinc”, y teniendo en cuenta sus “factores fisiológicos, sistemas de detoxificación inmaduros y un sistema inmunológico y nervioso en pleno desarrollo”, detalla, “los hacen -a los niños- particularmente sensibles a los efectos neurotóxicos y genotóxicos” de metales pesados como el plomo, el arsénico y el cadmio, que se encuentran todos en abundancia en Torreciega.
El solar abandonado de la fábrica de Zinsa está repleto de montañas de escorias de la manipulación del zinc abandonadas durante años a la intemperie y de balsas y vertederos de residuos peligrosos sin sellar. Los contaminantes llegan cada día al pueblo por la acción del viento predominante del norte y noreste, y terminan depositándose en viviendas, parques y cualquier espacio público. Lo cotidiano, lo tranquilo, lo de toda la vida, se ha tornado en la localidad en un peligro inadvertido. Se trata, ahonda el estudio, “de un contacto ininterrumpido los 365 días del año”.
Los residuos de la antigua industria se extienden a lo largo de un terreno que ocupa más de 76.000 metros cuadrados. José Matías Peñas fue poco a poco, durante meses, cogiendo muestras de polvo de las vías urbanas y del interior y exterior de las casas. Analizó sus cantidades exactas y calculó las dosis diarias de ingesta, inhalación y contacto correspondientes a la población infantil y adulta.
No hay metal pesado que no se encuentre en cada resquicio de Torreciega. Los nombres se suceden uno a uno durante el transcurso del estudio, que contiene más de cien páginas de datos, cálculos, gráficos, mapas y demoledoras conclusiones. Plomo, zinc, cadmio, arsénico, manganeso, cobre, boro, cromo, cobalto, molibdeno, antimonio, estroncio, uranio.
Mapa que refleja el número de veces de superación del umbral máximo aceptable del «Riesgo de Toxicidad Sistémica» para la población infantil de Torreciega por exposición a polvo contaminado.
Los valores de muchos de los metales pesados superan con creces los niveles de referencia seguros establecidos genéricamente para zonas habitadas, y también los datos existentes en otras poblaciones cercanas. Así, según el estudio, las concentraciones de plomo en Torreciega alcanzan un promedio de 1.435,39 miligramos por kilo (mg/kg), siendo estas, resalta José Matías Peñas, “16,89 veces superiores a los valores de Cartagena”. En el caso del zinc, que tiene una concentración promedio de 20.352,39 mg/kg, los resultados son “140,36 veces superiores” a los de la ciudad portuaria. El cobre, por su parte, presenta guarismos en Torreciega “26,04 veces superiores” a los de Cartagena. El cadmio, que aparece en 327,19 mg/kg de polvo en las calles y casas de la pedanía, incrementa en más de 200 veces el nivel de la ciudad murciana.
En el colegio de Torreciega, los niveles analizados por el investigador son incluso más alarmantes. El plomo y el zinc “son hasta 25,63 y 150,76 veces superiores, respectivamente, a la media de los colegios de Murcia -capital-”. Se trata de “un riesgo directo e inaceptable para la población infantil”, y, en mayor perspectiva, de “una amenaza crítica para la salud pública”. El informe pericial subraya que es “imperativo tomar acciones inmediatas”, como “el sellado” de las balsas y “la remediación del entorno”, para “proteger a la población de un peligro continuo”.
El cáncer, la mayor amenaza
Una evidencia sanitaria sale a la palestra en los resultados cosechados por el estudio del investigador de la Universidad de Limoges. “Todo el espacio urbano de Torreciega es un foco de material particulado extremadamente contaminado”, asevera con rotundidad.
“La falta de sellado y las medidas inadecuadas de contención”, situaciones ambas provocadas bajo la responsabilidad del Gobierno regional, que tiene las competencias en recuperación de suelos contaminados y lleva enredado más de una década en disputas legales con la mercantil propietaria de los terrenos, Cartagena Parque S.A., del magnate inmobiliario cartagenero Tomás Olivo, “han perpetuado”, prosigue el documento, “la dispersión prolongada y significativa” de los tóxicos.
La salud de las personas que viven en Torreciega está amenazada. Cada vez queda menos tiempo para actuar. Ya ha habido consecuencias devastadoras para muchas de ellas. En la población infantil, la acumulación de metales como el arsénico, el cadmio y el plomo tiene “efectos adversos en el desarrollo cognitivo”. El riesgo estimado de los niños de la localidad de padecer casos de cáncer representa, según los datos arrojados por el informe de Peñas, “487 casos adicionales” de la enfermedad “por cada 100.000 niños expuestos”. Con respecto a la población adulta, ese riesgo total estimado es de “50,7 casos adicionales” por el mismo número de residentes. Ambas cifras se encuentran considerablemente alejadas del umbral máximo tolerable, de un solo caso por cada 100.000 habitantes, fijado por el Ministerio de Medio Ambiente del Gobierno central en el año 2007.
Mapa que detalla el número de veces de superación del umbral máximo aceptable para «riesgo total de carcirogénesis» para la población adulta de la pedanía.
“La magnitud del riesgo carcinogénico supera con creces cualquier límite, consolidando una emergencia sanitaria sin precedentes. La permisividad y negligencia en la gestión de estos residuos tóxicos han derivado en un impacto irreversible, particularmente en niños, cuya exposición temprana multiplica su vulnerabilidad a lo largo de su vida”, sentencia el informe.
“Ante esta crisis inminente, resulta imperativo e inaplazable adoptar medidas urgentes para mitigar el daño, prevenir una catástrofe sanitaria mayor y exigir responsabilidades a las autoridades de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia que han permitido esta grave vulneración del derecho fundamental a la salud y a un medio ambiente seguro”, incide a continuación.
“Estamos abandonados por las autoridades regionales”
Teniendo en cuenta todas las variables y los datos y las conclusiones obtenidas en el estudio, el investigador José Matías Peñas recomienda, como medidas “para la protección” de las personas “residentes en Torreciega”, su “reubicación inmediata en viviendas alejadas del foco de contaminación”.
“En caso de que la reubicación no sea viable”, prosigue el texto, “se deberán implementar medidas estrictas de contención y mitigación del riesgo”: la “divulgación de información clara y accesible de los peligros que implica la permanencia de las personas en un entorno altamente contaminado”; “el cierre y precintado de los espacios públicos contaminados”, “la prohibición de métodos de limpieza que suspendan el polvo tóxico”, la “restricción del tráfico rodado en los viales contaminados”; “el aislamiento estructural de las viviendas para reducir la infiltración de polvo”; y “el seguimiento médico continuo de la población expuesta y apoyo psicológico a los afectados”.
El informe ha calado hondo en los vecinos de la localidad nada más conocer sus conclusiones. Uno de ellos, Pedro Gálvez, que participó en un reportaje publicado por este periódico en abril de 2024 donde se hizo hincapié en las consecuencias sociales de vivir tanto tiempo junto a los residuos contaminados de la industria cartagenera, señala ahora, a tenor del informe redactado por Peñas, que este da cuenta “de la realidad espantosa” de la pedanía.
“Es una barbaridad que estemos abandonados por las autoridades regionales y municipales, que no se haya tomado ni una sola medida en tantos años. Como vecinos, nos encontramos indefensos. Hay negocios, personas que viven toda la vida aquí, niños, y estamos envenenándonos. Nadie hace nada. Se siguen limpiando las calles con sopladoras que nos meten la mierda en casa. Llevamos década y media denunciando el abandono de los contaminantes sobre el terreno de la fábrica, y nadie se ha preocupado por nosotros”, evidencia Gálvez.
Por su parte, fuentes de la Consejería de Medio Ambiente consultadas por esta redacción ponen el foco en un estudio general encargado por la propia Administración autonómica “de concentración de metales pesados en el aire ambiente de entornos poblacionales influenciados por actividades de minería”, en el que se concluyó, tras analizar “dos puntos cercanos a Torreciega”, que no se producía “superación de los valores límite” de “plomo, arsénico, cadmio y níquel”. Asimismo, las mismas fuentes recalcan que se está procediendo actualmente “al vaciado de depósitos con residuos”, y que “en las próximas semanas” se exigirán “nuevas actuaciones para continuar con la descontaminación”, sin entrar en más detalles.
A lo largo de ese reportaje publicado el pasado abril, elDiario.es de la Región realizó visitas a Torreciega y recabó testimonios de varios vecinos de la localidad, que contaban cómo el cáncer había destrozado sus vidas o las vidas de algunos miembros de su familia. Úrsula Marín relató que los vecinos, cuando la fábrica de Zinsa funcionaba a pleno rendimiento y convivían entre nubes negras de tóxicos y un polvo negruzco y pesado imposible de limpiar, soportaban la situación “porque no había dinero” para ir a vivir “a otro sitio”. “Si hubiésemos podido irnos, lo habríamos hecho. Mi marido murió hace 13 años de cáncer de pulmón. A mí me tuvieron que operar de uno de pecho. A otros vecinos también se los llevó por delante”, contaba Marín mientras desayunaba en el bar de la asociación de vecinos.
Torreciega está construida en torno a una estrecha carretera que conecta la pedanía con Cartagena, junto a un puente elevado que sortea la antigua vía del tren. La fábrica de Española del Zinc, el daño que hizo y que todavía sigue haciendo sin que las autoridades hayan puesto remedio, permanece inalterable en la memoria de todos sus habitantes. Y les duele. Pedro Gálvez acompañó a esta redacción en un paseo por las calles del pueblo. Algunos vecinos estaban limpiando las ventanas y los aleros de sus casas. Pegadas a ellas, tras una tapia de hormigón, se encuentran siempre las montañas de escombros y metales pesados, las balsas y los vertederos de residuos peligrosos. Antonio Romero repasaba los cristales y las rejas de su vivienda con un trapo manchado de color negro. “Hay que limpiar siempre, sin falta. Lo mismo sucede dentro, con los muebles. Es una suciedad como incolora, pero que cuando se acumula se vuelve negra”, dijo. Toda esa suciedad penetra también en el cuerpo de los habitantes sin que se percaten.
El límite urbano de la pedanía lo marca el inicio de una tierra inhóspita en la que nunca hay nadie: un solar devastado por una multiplicación de balsas tóxicas con colores intensos de químicos en descomposición, un desierto contaminado y olvidado desde hace casi 17 años. El informe pericial suscrito por José Matías Peñas arroja ahora una nueva esperanza. Y pone el foco en lo verdaderamente importante: la salud de las personas. El titular del juzgado de la ciudad portuaria, Ignacio Munitiz, será el encargado de dar los próximos pasos.