Los medios de comunicación han puesto el foco sobre la compañía tecnológica taiwanesa Gold Apollo, que niega haber suministrado los aparatos que explotaron en la red de Hizbulá
Al menos nueve muertos y 2.800 heridos en Líbano por la explosión coordinada de los buscas de miembros de Hizbulá
Ha sido una jornada de trabajo inusual y perturbadora para los empleados y vecinos de Gold Apollo, una empresa taiwanesa de tecnología ubicada en el parque de oficinas de un barrio arbolado a media hora de Taipéi.
Decenas de medios de comunicación se agolpaban en el pasillo frente a la entrada acristalada de la compañía, en la tercera planta del edificio B, aún con restos de adornos que desean prosperidad por el Año Nuevo Lunar.
Había varios agentes de policía dentro, sentados con Hsu Ching-kuang, el director ejecutivo y fundador de Gold Apollo. Sobre la pizarra en la sala alguien había escrito AR-924, el número de modelo de los buscas que explotaron simultáneamente, a medio mundo de distancia, en el ataque contra miembros de Hizbulá en Líbano de este martes. Las explosiones terminaron con la vida de al menos nueve personas y dejaron heridas a casi 3.000, agravando aún más las tensiones en Oriente Medio.
La cobertura de la crisis regional se ha trasladado a Taiwán, y en concreto a la sede de Gold Apollo, después de que se difundieran imágenes de los buscas con pegatinas en su parte posterior que parecían coincidir con los fabricados por la empresa.
Hsu ya había comparecido ante los medios internacionales para desmentir que su empresa estuviera detrás de la producción de esos localizadores, explicando que fueron fabricados por una empresa europea con derecho a usar la marca Gold Apollo [en un comunicado, la empresa taiwanesa señala concretamente a la compañía BAC, que tiene sede en Budapest].
“Este producto no es nuestro”, dijo. “La nuestra es una empresa responsable, esto es muy humillante”.
Fundada en 1995 por Hsu, Gold Apollo tiene ahora mismo a 40 personas en plantilla. The Guardian no ha podido confirmar en qué momento cayó web de la empresa, que ha estado inaccesible este miércoles. En una versión archivada de abril se puede consultar la página dedicada al AR-924. “Un diseño configurable y flexible”, decía el texto de la empresa sobre el modelo.
La multitud de periodistas fue aumentando a medida que avanzaba la mañana. Una empleada asomó la cabeza por la puerta para prometer que pronto habría declaraciones. Dentro, un agente de policía uniformado hojeaba un montón de papeles con fotos de los buscas que habían explosionado. Hsu salió entonces para una segunda declaración ante las cámaras, desmintiendo una vez más, y con la voz ligeramente temblorosa, que la empresa con sede en Taiwán hubiera suministrado los buscas.
Con los medios agolpándose en torno a Hsu, un guardia de seguridad se acercó al lugar para recoger del suelo los comunicados impresos que algunos periodistas habían dejado caer. El guardia les hizo fotos para enviárselas su jefe, que estaba en la parte baja del edificio preguntándose por el motivo de la atípica escena.
Poco después, la atención de los medios se centró en Europa. Un repartidor que había aparecido con un paquete para un empleado de Apollo Gold parecía no entender nada.
Traducción de Francisco de Zárate.