‘Política para supervivientes’ es una carta semanal de Iñigo Sáenz de Ugarte exclusiva para socios y socias de elDiario.es con historias sobre política nacional. Si tú también lo quieres leer y recibir cada domingo en tu buzón, hazte socio, hazte socia de elDiario.es
Ahora que se habla tanto de desinformación, periodismo y libertad de expresión, comencemos este boletín con una frase de cosecha propia que utilicé en Twitter y que desmiente la idea de que los periodistas no escriben de forma elegante: “A veces es difícil aceptar que también los hijoputas tienen derecho a la libertad de expresión”.
Un momento, alguien debería explicar qué es esto que estás leyendo. Se llama ‘Política para principiantes’, se publicará y enviará a los socios y socias de elDiario.es los domingos y contará asuntos de política nacional, excepto cuando sea relevante hablar de otras cosas.
Volvamos al asunto de los bulos y de las medidas profilácticas que se están debatiendo. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo en enero que la desinformación es el problema más grave al que se enfrenta la comunidad empresarial mundial por encima de la guerra o el cambio climático. Quizá exageró un poco, o mucho, pero lo que está claro es que plantear ese tema en España provoca que la derecha empiece a sufrir palpitaciones y vea Venezuelas por todas partes.
En 2020, Moncloa publicó en el BOE una orden llamada “Procedimiento de actuación contra la desinformación aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional”, cumpliendo instrucciones de la Comisión Europea para la lucha contra la desinformación de origen extranjero. Lo que viene a ser pensando en los rusos. La que se armó. El PP (a través de Pablo Casado), El Mundo, ABC y La Razón empezaron a clamar que eso era orwelliano, que llegaba el Ministerio de la Verdad y cosas peores.
Por eso, ahora no es extraño que, después de que el Gobierno haya presentado las líneas maestras del llamado “plan de regeneración”, Feijóo haya dicho que esto ya es casi una dictadura: “Censura y persecución a quien ose criticarle. No se veía una cosa así desde Franco”. Resulta que este miércoles estuvo en Madrid el comisario de Justicia de la UE, el liberal Didier Reynders, y dijo que el plan de Moncloa va en la “dirección correcta” a falta de conocer los detalles concretos. Va a ser que los liberales chavistas de la Comisión Europea están metidos en una conspiración para aumentar el número de dictaduras en la UE.
¿Servirá para algo el amplio paquete de medidas adelantado por el Gobierno? Quizá, en el caso de las reformas prometidas de la ley de secretos oficiales y la ley mordaza, dos asuntos en los que no hubo consenso en la anterior legislatura y que ahora también será difícil conseguir. Sobre cómo influir en la conducta de los medios de comunicación, más allá de lo que dicta el Código Penal, hay que ser realista, es decir, escéptico. Hay tantas posibilidades de eliminar la mentira de los medios de comunicación como de suprimirla en la sociedad o en la misma política.
El Gobierno anunció una reforma del Código Penal para que el derecho de rectificación sea más efectivo. Es típico de los políticos pensar que sus declaraciones públicas siempre tienen más peso que lo que digan los medios. Eso puede ser cierto en el caso de sus votantes, no de todo el mundo. En todo caso, los medios deben hacerse responsables de sus contenidos, con lo que malamente pueden oponerse a algo así. Lo mismo en el caso de la transparencia: la identificación de sus propietarios y la publicidad institucional que reciben.
El PP es, como mínimo, incoherente con lo que ha defendido en Bruselas. La mayoría de las medidas aparece en el reglamento de medios de comunicación que el Partido Popular Europeo aprobó en el Parlamento Europeo. En El País destacan una frase de ese reglamento que suena similar a lo que plantea el Gobierno español: “Es crucial que los destinatarios de servicios de medios de comunicación sepan con certeza a quién pertenecen los medios de comunicación y quién está detrás de ellos, de modo que puedan detectar y entender posibles conflictos de intereses”.
Para muchos votantes de izquierda, todo esto no es suficiente. El Gobierno habla mucho de seudomedios sostenidos con la publicidad de gobiernos del PP. En una entrevista con este diario, el ministro Óscar López dijo saber quiénes son: “Fachosfera son todos aquellos grupos de medios y seudomedios que jamás aplican el derecho de rectificación, que jamás contrastan una información y que difunden bulos a sabiendas. Los hay, sí, los hay. Y muchos. Lo sé por experiencia científica, empírica y contrastable”. Esto no sirve de mucho si luego no se dice cuáles son: “No voy a poner los nombres”, dijo.
Pero, por dar un ejemplo que no tiene que ver con chiringuitos digitales de escasa difusión, cabeceras importantes de la prensa publicaron desde 2016 informaciones falsas sobre la financiación de Podemos y esos artículos fueron citados en programas de Antena 3 y La Sexta. En elDiario.es hemos desmontado algunas de esas operaciones políticas promovidas desde el Ministerio de Interior del Gobierno de Rajoy. La primera información, sobre la campaña contra los independentistas catalanes, se publicó en 2014. Hace diez años, nada menos.
Luego hay situaciones que son delirantes. En el programa de Telecinco ‘La Mirada Crítica’, hablaron de las propuestas del Gobierno en una tertulia en la que Ana Terradillos había invitado a participar a Eduardo Inda, director de OK Diario, y a Pedro J. Ramírez, arquitecto de la mayor teoría de la conspiración promovida por un medio en España, la que tuvo que ver con el atentado del 11M. No hay leyes que puedan impedir este nivel de descaro.
Pedro J. Ramírez en Telecinco hablando de libertad de expresión y desinformación. Es que te tienes que reír.
La gente debe plantearse además que si quiere que los gobiernos o parlamentos tengan más poder para afrontar las informaciones falsas, ¿qué pensaría si en el futuro estuviera al alcance de un Gobierno presidido por Núñez Feijóo o Díaz Ayuso? ¿Se pondrían más nerviosos?
Lo que es indudable es el daño que sufre la sociedad cuando la desinformación es una herramienta más al servicio de gobiernos, partidos o medios. Acabamos de verlo en EEUU. La última historia comenzó con un bulo que circuló en redes que afirmaba que inmigrantes haitianos se dedicaban a robar perros y gatos para comérselos en la ciudad de Springfield, Ohio. Al principio, parecía una de esas locuras en internet que se usan de materia prima de memes y chistes, en este caso con intención xenófoba. Recurriendo a la inteligencia artificial, se confeccionaron imágenes en las que Trump salva a gatos del acoso de personas negras. El mensaje racista era obvio, pero ¿quién se podía creer algo así?
Un meme racista hecho con IA que muestra a Trump salvando a dos gatos y perseguido por haitianos.
Todo cobró un cariz político cuando Donald Trump y JD Vance lo utilizaron en sus mítines, como si fuera un hecho contrastado. Trump lo hizo en el debate con Kamala Harris en uno de esos momentos en que estaba más furioso. Les daba igual que el alcalde de Springfield, que es republicano como Trump, lo desmintiera. Tampoco se inmutaron cuando el gobernador de Ohio, también republicano, hizo lo mismo. Ni cuando los medios contaron que la comunidad de origen haitiano en esa ciudad había contribuido a la prosperidad de la zona ocupando empleos en fábricas que tenían una clara carencia de mano de obra.
“Ojalá tuviera treinta más”, dijo el consejero delegado de una empresa industrial. “Nuestros haitianos vienen a trabajar cada día. No tienen problemas de drogas. Están siempre en sus puestos. Eso es una clara diferencia con la situación que teníamos antes”. Hablamos de una ciudad que estaba en claro declive demográfico y económico. Tenía 70.000 habitantes en 1990. Ahora tiene 58.000.
¿Hubo una persona que denunció a la policía que había desaparecido su gato y que acusó a los haitianos? Sí, y luego encontró al gato en el sótano de la casa y pidió disculpas.
Veamos lo que dijo JD Vance, candidato a la vicepresidencia, en una entrevista en CNN: “Los medios americanos ignoraron por completo este tema (sobre la gran presencia de inmigrantes haitianos en Springfield) hasta que Donald Trump y yo empezamos a hablar sobre memes de gatos. Si tengo que crear historias para que los medios presten atención al sufrimiento del pueblo americano, eso es lo que voy a hacer, porque vosotros (por los periodistas) estáis dejando el campo libre a Kamala Harris”.
Crear historias. Vance dijo que habían recibido información de primera mano de residentes de esa ciudad. Ninguna con base sobre perros y gatos, como confirmó la policía. Tampoco está confirmado que haya 20.000 inmigrantes en Springfield, por cierto, con papeles. Es una cifra que citan varios medios. Según el último censo conocido, en julio de 2023 eran 5.264 los inmigrantes de origen haitiano que vivían en todo el Estado de Ohio, que tiene 11,7 millones de habitantes.
Lo que quiero decir con todo esto es que si algunos políticos y medios de comunicación hacen de las mentiras una pieza esencial de su estrategia, es muy difícil impedirlo a golpe de leyes.
El vídeo
Todo esto que he escrito antes no quiere decir que haya que resignarse a la manipulación. Tampoco voy a decir que sea imprescindible ver tertulias periodísticas en televisión. Pero esta semana hemos visto a Esther Palomera salir a responder a una mentira de la portavoz parlamentaria de Vox, Pepa Millán, en el Canal 24 Horas de TVE. Millán dijo que este diario no había publicado la respuesta del partido a una información sobre sus finanzas y las de la fundación Diverso. Palomera la puso en su sitio. Vamos, que le dijo que estaba mintiendo. Raquel Ejerique explica aquí la información, de la que es autora (el artículo incluye un vídeo de la tertulia de mayor duración), y cuenta que Vox nunca respondió a las cuatro preguntas que se le enviaron por email. No es una sorpresa. No es ya que Vox prohíba la entrada de varios medios a sus actos y ruedas de prensa. Ni siquiera se molesta en responder a las preguntas que se le envían por escrito o a veces responde burlándose de los periodistas. Ese es el nivel.
Nixon, Ayuso y las drogas
Las drogas son muy malas, dijo Isabel Díaz Ayuso en el debate del estado de la región. Allí anunció un plan integral contra las drogas. Lo que está claro que las drogas no son buenas para la salud, pero la situación actual en Madrid no tiene nada que ver con los años terribles que se vivieron en la ciudad en los años ochenta por culpa de la heroína, como bien cuenta Arturo Lezcano en el libro ‘Madrid 1983’. La presidenta madrileña tiene algunas ideas un poco extrañas sobre la droga resumidas en esta frase: “La marihuana es la droga que más vidas destroza, especialmente las de jóvenes”. No como la heroína o la cocaína, supongo.
En EEUU, fue Richard Nixon quien lanzó la guerra contra las drogas en los años setenta (War on drugs, le llamaban). Fue el inicio de una confrontación que se prolonga hasta nuestros días en todos los países occidentales. El concepto de ‘guerra’ es discutible en este contexto. Ya lo decían en ‘The Wire’: “Las guerras tienen un final”. Esta no acabará nunca.
Las cintas con los audios de las conversaciones que Nixon tenía en su despacho de la Casa Blanca han permitido conocer recientemente algunas de sus conversaciones sobre el asunto. Según cuenta The New York Times, Nixon contó a sus asesores en marzo de 1973 que él sabía que la marihuana “no era especialmente peligrosa”. En una ocasión, dijo a una persona que sabía que no era más peligrosa que su “droga favorita”, el martini. Sin embargo, Nixon mantuvo la marihuana en la categoría de las drogas más peligrosas.
Nixon y Jruschov en la visita del primero a la URSS en 1959.
La frase que se podía haber ahorrado
No sé si es la frase tonta de la semana o que sencillamente hay gente que no se entera. Cándido Méndez, ex secretario general de UGT, defiende la vuelta del servicio militar obligatorio: “Yo, de hecho, es que defiendo la recuperación de la mili; una mili distinta a la de mi época, de unos meses y que evidentemente sea paritaria. Ahora hay países que están recuperando la mili, como Suecia creo recordar. Yo soy partidario, pero los primeros que están en contra son los militares profesionales porque quieren dirigir el gasto hacia la inversión tecnológica que hace mucha falta también. Yo creo que nos vendría muy bien porque nos haría falta un repaso por los rasgos que nos unen. Honestamente creo que en España se está produciendo un deshilachamiento de la identidad nacional”.
¿Por qué es tan difícil entender que para los problemas del presente no suelen servir las soluciones del pasado? Sobre todo, si tenemos en cuenta que la mili no era solución de nada cuando existía.
Esta frase es más inteligente
“Elon Musk es la prueba viviente de que la misma persona puede ser brillante y un imbécil al mismo tiempo. Pero él lleva lo segundo a niveles épicos”. Edward Luce, columnista del Financial Times.
Una exposición
Dos detenidos en un furgón policial se tapan la cara con sus sombreros.
Acabo con una exposición que merece la pena ver. Perdón por el madrileñismo-leninismo, pero está en la Fundación Mapfre en Madrid hasta el 5 de enero. ‘Weegee. Autopsia del espectáculo’ muestra la obra del fotógrafo Weegee, el mejor testigo de la noche neoyorquina en los años 30 y 40, en especial los crímenes y los sucesos. “Mi negocio es el crimen”, decía entonces. Los gánsters asesinados, o simplemente detenidos, fueron protagonistas de muchas de sus imágenes. Después, ya más famoso, su obra incluyó a la alta sociedad y los actores de Hollywood. Hicieron una película –’El ojo público’– inspirada en él con Joe Pesci haciendo de Weegee (buena elección de casting).
Kubrick le reclutó para hacer las fotos del rodaje de ‘Teléfono rojo, volamos hacia Moscú’. Gracias a esas imágenes, quedó constancia gráfica de la escena de la pelea de tartas en la Sala de Guerra que se rodó, pero que el director eliminó del montaje final.
Hasta el próximo domingo.