En la capital mallorquina proliferan los asentamientos de trabajadores precarios que no pueden permitirse una casa o una habitación, que puede llegar a costar más de 700 euros. «Es vergonzoso cotizar y llegar a este nivel», lamenta un afectado
“Esto no es una casa, es un salvavidas”: vivir en una cueva o caravana por desesperación
“¿Quién puede pagar 1.200 euros por el alquiler de un piso cuando el sueldo no llega ni a 1.000?”, se pregunta Jesús. La en Balears le ha llevado, como a decenas de familias, entre las que se cuentan niños y personas mayores, aen los alrededores del polideportivo de Son Hugo, ubicado en el barrio palmesano de sa Indioteria. Es una zona apartada, de fácil acceso y próxima al polígono de Son Castelló, donde trabajan algunos de sus ‘residentes’. Porque muchos de quienes duermen en estos vehículos son trabajadores, pero los elevados precios del mercado inmobiliario, atravesado desde hace años por la , la y la , les impiden acceder a un hogar digno para vivir.
falta de una vivienda asequible