La colonia de hotelitos del norte fue construida por los hermanos Banús, que se beneficiaron de las ventajas de la promoción de vivienda social y contruyeron una urbanización para las clases altas con mano de obra de presos políticos y comunes
Exhumados ‘por Dios y por España’: los cuerpos que sí fueron recuperados y homenajeados tras la Guerra Civil
En 2011 la línea 9 de metro llegaba a Mirasierra, en el distrito de Fuencarral-El Pardo. A pesar de que era un barrio más que consolidado desde hace décadas, la línea de suburbano había echado el freno en Herrera Oria, al otro lado de la Carretera de la Playa, y en los mentideros se decía que algunos vecinos de la exclusiva barriada preferían que el transporte de la clase trabajadora por excelencia llegara, mejor, solo hasta las puertas de sus dominios. Verdad o mentira, la versión popular hablaba de una isla urbana residencial y de clase alta, con bonitos chalets, calles arboladas y mucha seguridad privada. Un barrio que, pocos lo saben, fue concebido en la posguerra bajo el paraguas de la vivienda social y levantada por las manos de presos comunes y políticos.
Empecemos por el contexto. El trabajo de los penados había sido habitual durante el siglo XIX y, más recientemente, en las colonias del norte de África. Uno de los usos más conocidos de trabajo esclavo para llevar a cabo obras públicas en nuestro país fue el Canal de Isabel II en Madrid. La práctica fue erradicada del corpus legal durante la Segunda República, aunque durante la guerra habría campos de trabajo en los dos bandos.