Lo definían como “un nido de rojos”, una reunión de subversivos contra el régimen armados con cámaras de cinse convirtió durante el franquismo en un reducto de libertad. Un hogar para creadores que usaron la libertad que les daban esas cuatro paredes para aprender un oficio, sí, pero también para saltarse la censura y crear obras radicales y antifranquistas. Lo hacían a través de las prácticas de una escuela que vio nacer a cineastas como Iván Zulueta Víctor Erice, Pilar Miró, Jaime Chávarri o Cecilia Bartolomé.