Las manifestaciones ahora conocidas del rey Juan Carlos I por su implicación en el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 no hacen sino avivar las dudas sobre el papel del monarca en la asonada. La versión oficial de lo ocurrido sostiene que el 23F fue obra de un grupo de militares exaltados y nostálgicos del franquismo, que fracasó por la actuación decidida del rey y la lealtad mayoritaria del Ejército a Constitución. Una versión edulcorada de la Transición que se sostiene desde hace más de cuatro décadas gracias la censura institucional sobre la documentación existente en los archivos oficiales en torno a lo ocurrido aquellos días.