El pasado fin de semana murieron “32”, “33” y “36” . Como no se sabe el nombre ni qué querían ser o su color favorito, se elige un número al que se le añade el número de patera, como cuentas de un ábaco siniestro. Con ellos murieron otro medio centenar de personas caídas a plomo desde la barca, sin poder chapotear siquiera después de días en alta mar con el cuerpo agarrotado. Irán apareciendo en una orilla, quizás se los encuentre un pescador o se confundan entre las rocas donde hacen los turistas.