El Congreso del partido a finales de noviembre y principios de diciembre dará pie a una renovación profunda en la calle Ferraz que se solapará con la salida de Teresa Ribera, a la que podrían sumarse más cambios
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Cambios simultáneos a final de año en la cúpula del PSOE y también en el Gobierno. Ese es el plan con el que trabaja Pedro Sánchez junto a sus equipos de confianza en el partido y en el Ejecutivo como impulso a una legislatura que aspira a mantener en pie hasta 2027 y también de cara al próximo ciclo electoral. El Congreso Federal de los socialistas, que se celebrará entre el 29 de noviembre y el 1 de diciembre, coincidirá justo con la salida de Teresa Ribera rumbo a Bruselas. Y en ese escenario prevé el presidente acometer las renovaciones de equipos tanto en Ferraz como en el Consejo de Ministros.
Algunos de esos cambios previstos, de hecho, ya se han precipitado con motivo de la reciente salida de José Luis Escrivá, otro de los ministros que más tiempo ha permanecido en el equipo del presidente. Tras casi cuatro años como titular de Seguridad Social y uno al frente de Transformación Digital, Escrivá fue nombrado en septiembre gobernador del Banco de España. Un movimiento que dio paso a una cascada de sustituciones internas en el equipo más cercano a Pedro Sánchez.
Porque el sucesor de Escrivá en el Consejo de Ministros fue Óscar López, el hasta ahora jefe de gabinete y mano derecha del presidente. Y López además fichó para su nuevo cargo al que era su ‘número dos’ en Presidencia, Antonio Hernando, como secretario de Estado. Un hueco que dio paso a un profundo relevo del gabinete de Sánchez en la Moncloa, el verdadero centro de toma de decisiones del Ejecutivo, con el académico Diego Rubio a la cabeza.
Cambios en el Gobierno
Respecto al Consejo de Ministros, los cambios se limitaron en esa ocasión a la sustitución del saliente Escrivá. Pero lo que espera todo el mundo en el PSOE es que sea diferente con la salida obligada de la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera. La titular de Transición Energética, cabeza de lista del PSOE en las elecciones europeas, será confirmada como vicepresidenta de Competencia y Transición Verde en Bruselas. Pero el proceso de su elección está previsto que pueda prolongarse hasta principios del mes de diciembre.
Los exámenes a los nuevos comisarios en el Parlamento Europeo serán concretamente entre el 4 y el 12 de noviembre, y como pronto las tomas de posesión de sus responsabilidades se producirán el 1 de diciembre. Lo esperado es que Pedro Sánchez apure los plazos para sustituir a su vicepresidenta y que esa salida sea aprovechada, además, para afrontar otros cambios importantes en el Gobierno.
Aunque por ahora todo el mundo en la Moncloa y en el partido prefiere rehuir las quinielas, existe el convencimiento de que algunos departamentos del Ejecutivo necesitan un impulso que sirva para recuperar la iniciativa política en una legislatura marcada por la inestabilidad parlamentaria. Y bajo ese parámetro caben casi todos los cambios imaginables y que nadie, salvo el presidente y su equipo más cercano, es capaz todavía de vislumbrar.
Cambios en el partido
Más por segura se da aún la renovación en la cúpula del partido que se acometerá en el Congreso Federal que se celebrará en Sevilla. En el partido hay quien asume incluso que será muy profunda. Se da por hecha la continuidad del Secretario de Organización, Santos Cerdán, persona de la máxima confianza de Pedro Sánchez e interlocutor principal de algunos de los socios imprescindibles en la legislatura, como Junts o EH Bildu. También sería una sorpresa que la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, no siguiera de ‘número dos’ del partido como vicesecretaria general. Pero, a partir de ahí, cualquier escenario parece abierto.
Lo esperado es que en la Ejecutiva Federal de los socialistas se produzcan numerosos cambios y que sean de calado, afectando incluso a algunas de las principales portavocías. Una renovación con la mirada puesta también en el siguiente ciclo electoral que debe empezar en abril de 2026 en Andalucía y para el que el partido afrontará algunos cambios importantes en los congresos territoriales que se sucederán a partir de 2025.
El objetivo que persigue Pedro Sánchez es que el Congreso Federal de los socialistas suponga, tanto para su partido como para el Gobierno que preside, un mensaje político nítido y contundente sobre la estabilidad y el vigor de la legislatura más allá de las dificultades que implica gobernar en minoría en el Congreso. Y por eso ambos impulsos, en Ferraz y en la Moncloa, prevé hacerlos coincidir a principios de diciembre.
La expectativa por entonces, además, es que el paso de los cónclaves internos de ERC y Junts haya conseguido despejar el panorama parlamentario del Ejecutivo. No pierden de vista en el equipo del presidente la posibilidad de que también en diciembre se pueda afrontar una negociación política con los partidos independentistas catalanes para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. Algo que terminaría por consolidar las bases de una legislatura lo suficientemente estable como para espantar definitivamente cualquier escenario de adelanto electoral.
Hasta que se produzca ese relevo en los equipos del partido y también en el Consejo de Ministros, el presidente ya ha dado órdenes expresas de que sus dos maquinarias políticas, tanto la del Gobierno y la del Partido Socialista, estrechen lazos y se engrasen bien para trabajar en tándem. Las posibles reticencias generadas en las filas socialistas por el aterrizaje de un nuevo aparato en Moncloa sin vinculación alguna con el PSOE han sido atajadas con celeridad por Pedro Sánchez, que no quiere que se reproduzcan las dinámicas de fractura explícita que se vivieron en los tiempos de Iván Redondo entre su equipo de Presidencia y la calle Ferraz.
Lo cierto es que de aquí a dos meses todo puede ser muy diferente en torno a Pedro Sánchez. Y que la experiencia de sus seis años al frente del Gobierno demuestra que nada ni nadie se puede dar por descartado. Del Congreso de Sevilla saldrá aún más fuerte, más reforzado y más hegemónico en su propio partido. Y eso le hará tener, si cabe, las manos aún más libres para hacer y deshacer en el PSOE y en el Gobierno.